Aún hay 31.530 mendocinos que no saben leer ni escribir

  La mayoría está integrada por mujeres y vive en las zonas rurales. La provincia registra un índice de 2,2% de analfabetismo, cuando se prepara a discutir la nueva ley provincial de Educación. El desafío de erradicar esta problemática, potencia al Programa Nacional Encuentro, que trabaja con voluntarios. Historias de mujeres que por primera vez tienen el derecho de aprender.

Aún hay 31.530 mendocinos que no saben leer ni escribir

Sociedad

Unidiversidad

Verónica Gordillo Responsable Cicunc Contenidos – Marcelo Sivera

Publicado el 14 DE MARZO DE 2012

Agustina Calle (68), Patricia Castro (46), Norma Carranza (42), Brígida Morales (68) y Filomena Gómez (68) comparten un sueño: aprender a leer y a escribir. Mientras dibujan letras en el patio del Jardín María Madre, de Rodeo de la Cruz, en Guaymallén, sueñan con no sentirse nunca más “a oscuras” cuando buscan una dirección, toman el micro o intentan entenderlas indicaciones del médico. Sueñan con seguir estudiando, con ser decoradoras, costureras, mamás y abuelas que ayudan en las tareas a sus hijos y nietos.

Sienten que ahora sí pueden soñar, porque por primera vez en su vida se respetó su derecho de aprender.Sueños parecidos a los de estas cinco mujeres deben tener los 641.828 analfabetos que hay en el país, de los cuales 31.530 sonmendocinos, según el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010. La mayoría es de mujeres, vive en zonas rurales y tiene más de cincuenta años.

El porcentaje de analfabetos en Argentina bajó en forma sostenida en los últimos diez años; de 2,6 por ciento de la población en 2001, a 1,9 por ciento en 2010. Según datos de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), es uno de los países mejor posicionados en América Latina, junto a Uruguay, Chile y Costa Rica, ya que Cuba fue el primero que erradicó el analfabetismo en la década del 60.  En 2007 los jefes de Estado de la región se comprometieron a redoblar esfuerzos para declarar a América Latina libre de analfabetismo en 2015.Todavía falta mucho por hacer.Susana Ortega de Hocevar, profesora de la Facultad de Educación Elemental y Especial de la UNCuyo resalta la magnitud del problema. “Ningún Estado debería tener analfabetos. Si creemos firmemente que las personas se deben incorporar con derechos plenos en una sociedad, es incomprensible que siga habiendo analfabetos que dependan de otras personas para votar, parapresentar sus quejas, para hacer un trámite.

Siempre la lengua ha sido un mecanismo de poder. Entonces, privar de su poder, de su derecho a una porción de ciudadanos me parece terrible, grave y debe ser una preocupación constante a solucionar”, aseguró la profesional, a cargo de la Cátedra de Lectura y Escritura para América Latina, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Demanda silenciosa

Desde la primera campaña de alfabetización nacional, implementada por el gobierno de Arturo Illia, la Argentina realizó esfuerzos -no siempre sostenidos en el tiempo- para bajar el porcentaje de personas que no sabía leer y escribir, que según el censo de 1869 era el 77 por ciento de la población.Dos décadas después, el panorama es distinto: se universalizó la educación primaria, se incrementó el ingreso a la secundaria y el porcentaje de analfabetismo llegó a 2,2 por ciento en 2001.Para intentar llegar a estos ciudadanos se combinaron dos acciones: se incrementó el servicio educativo de la modalidad Jóvenes y Adultos y el lanzamiento, en 2004, del Programa de Alfabetización y Educación Básica para Jóvenes y Adultos, Encuentro, donde los maestros son voluntarios (Ver aparte).

La titular de la Dirección Nacional de Educación de Jóvenes y Adultos, Delia Méndez, explicó que ambas estrategias dieron resultado, ya que se bajó en un punto porcentual la cantidad de analfabetos. Pese a este logro, comentó que el desafío para los próximos años será perforar ese núcleo duro ytrabajar con las comunidades indígenas, que no son hispanohablantes.Los ciudadanos que, según el censo 2010, no saben leer ni escribir son una muestra de las desigualdades del país.

Los índices más altos se concentran en las provincias del Noa y el Nea (Chaco, Corrientes, Misiones, Formosa, Santiago del Estero, Salta, Jujuy y Tucumán), que además  tienen los porcentajes más elevados de pobreza. En el otro extremo, Tierra del Fuego,Santa Cruz, Buenos Aires y los partidos del Gran Buenos Aires, tienen los índices más bajos.

Esa misma desigualdad se visualiza al interior de Mendoza. La provincia está ubicada en el puesto número once a nivel nacional, con un 2,2 por ciento de analfabetos, por encima de San Juan (2,1%) y de San Luis (1,8%).De los 31.530 analfabetos mendocinos 16.003 son mujeres y 15.527 varones, un porcentaje importante está preso y de acuerdo a datos del censo 2001 –los de 2010 aún no se publican completos- la mayoría vive en San Rafael,Guaymallén, Maipú, San Martín, Las Heras y tiene más de cincuenta años.El titular de la Dirección de Educación de Jóvenes y Adultos de Mendoza, Jorge Galleguillo, explicó que si bien la magnitud del analfabetismo en términos absolutos es pequeña, es significativa simbólicamente.

“Desde nuestra concepción filosófica es una gravísima situación de injusticia social, por lo queurge que el Estado y el conjunto de la sociedad tome el tema en sus manos y lo resuelva positivamente”, comentó.Esta población analfabeta es catalogada como “demanda silenciosa”, porque no golpea ninguna puerta, hay que buscarla y ofrecerle alternativas acordes a sus necesidades.“Esta persona no quiere ser tratada como un niño, sino que haya respeto hacia su persona y su trayectoria de vida. Si el maestro logra establecer un vínculo, lo respetan mucho y se apegan a él”, señaló Hocevar, quien estuvo a cargo del plan de alfabetización, que lanzó Raúl Alfonsín.

Con derecho a soñar


Agustina, Patricia, Norma, Brígida y Filomena son vecinas de Rodeo de la Cruz y comparten una historia. Abandonaron la escuela o nunca fueron porque debían trabajar, desarrollaron estrategias para desenvolverse aún sin saber leer y escribir, sus hijos van al colegio y quieren cumplir con el sueño de aprender.Dos días a la semana asisten al Jardín y Centro de Apoyo Educativo MaríaMadre, que depende de la Casita Trinitaria, en el corazón del barrio Escorihuela, donde  funciona un centro de alfabetización nacional.Los relatos de las cinco mujeres se entrecruzan cuando cuentan cuáles son los tropiezos que causa en la vida cotidiana no saber leer y escribir.

 “Es como si la calle estuviera vacía”, susurra Brígida; “Es como estar a oscuras”, resume Agustina; “Te da vergüenza, te duele, tenés que preguntar todo”, dice Filomena.Los docentes y la directora del jardín, Daniela Buzzacchi, advirtieron la necesidad de abrir un centro de alfabetización, por la gran cantidad de mamás y abuelas que no sabía leer y escribir. Con la ayuda del área de Educación de la Municipalidad de Guaymallén firmaron un convenio con la Dirección de Jóvenes de Adultos, recibieron los cuadernillos para las docentes voluntarias y empezaron a trabajar.Once mujeres comenzaron a asistir a clases, pero el grupo se redujo cuando se inició la cosecha de ajo.

Daniela, que es maestra, guía a las personas que nunca fueron a la escuela –llamados analfabetos puros-, mientras Susana Escalona, una española que vino a Argentina a realizar trabajovoluntario, se encargó de las señoras que cursaron algunos años–analfabetos funcionales-.Daniela aseguró que las familias de las mujeres son el gran motor que las impulsa. “Las ayudan, las alientan y les regalan material para que vengan a clases”, señaló.Susana se reconoce enamorada de sus alumnas.

“Las ganas que tienen son increíbles, yo aprendo más que ellas. No sólo estudiamos, nos reímos, tomamos la merienda, la pasamos bien, porque éste es un lugar de encuentro entre las mujeres del barrio, comentó”.Las razones que impulsan a las personas a querer aprender se repiten a lo largo de la historia: la necesidad de ayudar a sus hijos, de hacer trámites, de comprender las indicaciones del médico, de comunicarse con sus seres queridos y de leer los textos religiosos. Y esas mismas motivaciones son las que impulsaron a las vecinas de Guaymallén.

 “Me encanta aprender, quiero recuperar todos los años que no fui a la escuela. Ahora voy a poder ayudar a mis nietos, porque antes me preguntaban qué dice acá y no sabía, cuánto da esta cuenta, y no sabía, y eso me dolía mucho, era triste”, cuenta Filomena.Los hijos de Norma fueron su impulso. “Yo digo que siempre hay tiempo, no voy a abandonar porque las profesoras que tenemos son hermosas, no nos dejan bajar el ánimo.

Tengo una amiga que se recibió de profesora de computación a los 79 años, es un ejemplo, yo quiero cumplir mi sueño, ser diseñadora”, dice entre lágrimas.Cuando era chiquita, Agustina escuchó decir a su mamá que sólo los varones iban a la escuela. Y aunque lloró y rogó, no la escucharon. Siempre quiso estudiar porque soñaba con leer la Biblia.

 “Yo le pedía al señor que me abriera los ojos, porque era como ser ciega”, cuenta esta abuela de 68 años.Patricia hizo algunos años de la primaria, pero debió abandonar para salir a trabajar. A sus primeros tres hijos pudo ayudarlos en las tareas escolares, pero cuando nacieron los tres más chicos se dio cuenta que ya no se acordaba. Su gran impulso es poder terminar para seguir de cerca a los más pequeños.Sentadas en el patio del Jardín María Madre, las cinco mujeres dibujan letras, se ríen, cuentan anécdotas. Ahora sí se atreven a soñar, porque por primera vez en su vida se respetó su derecho de aprender.


En números

 En el Mundo*

793 millones de ciudadanos son analfabetos, dos tercios son mujeres.* El 51,8 % de los analfabetos vive en el sur y oeste de Asia; el 21,4 en África y el 4,6 por ciento en América Latina.

En Argentina *

 641.828 ciudadanos son analfabetos, 319.467 son varones y 322.321 mujeres.* Las provincias con los índices más altos son: Chaco (5,5%), Corrientes (4,3%), Misiones y Formosa (4,1%), Santiago del Estero (4,1%), Salta y Jujuy (3,1%).* Las provincias con los índices más bajos son: Ciudad Autónoma de Buenos Aires (0,5%), Tierra del Fuego (0,7%), Santa Cruz (1,1%) y los 24 partidos de Buenos Aires (1,4%).* Programa Nacional de Alfabetización. Desde el 2004 se abrieron 49.838 centros, 260.800 ciudadanos aprendieron a leer y escribir, gracias a 34.794 voluntarios.* Sistema de educación básica para jóvenes y adultos. A comienzos de 2010 concurrían 258.000 personas, el 54 por ciento eran mujeres.

En Mendoza*

Está ubicada en el puesto once respecto del índice de analfabetismo, con 2,2%, que son 31.530 personas. De ellas 16.003 son mujeres y 15.527 varones.* Programa Nacional de Alfabetización. En los últimos cuatro años 160 voluntarios alfabetizaron entre 900 y 1.000 ciudadanos, un tercio de los cuales está preso.* Sistema de educación básica para jóvenes y adultos. En los últimos cuatro años incluyó a 6.000 personas a las que enseñaron a leer y escribir 600 maestros.

Fuente: UNESCO/Censo 2010/Dinea/DGE

Registro de voluntarios


El titular de la Dirección de Educación de Jóvenes y Adultos de Mendoza, Jorge Galleguillo, está convencido que el Estado y los ciudadanos deben asumir su responsabilidad para erradicar el analfabetismo. Por eso le propusieron al gobernador, Francisco Pérez, conformar un registro de voluntarios, que quieran enseñar a leer y a escribir.

Si bien el Programa Nacional se maneja desde 2004 con voluntarios, hasta el momento, ellos o la organización a la representaban firmaba un convenio con la Nación o la Provincia cuando tenían definida una población a alfabetizar. Ahora, la intención es que se presenten, más allá de no haber detectado qué vecinos necesitan ayuda, para quedar en un registro al quepueda acudir el gobierno.

Otro de los desafíos para el próximo año es aprobar el proyecto de ley provincial de educación, que aún no fue tratado en la Legislatura. Uno de los puntos contemplados en la propuesta es que la educación de Jóvenes y Adultos vuelva a ser considerada una modalidad y no un régimen especial.Este cambio estaría en sintonía con la línea nacional, ya que la Ley de Educación aprobada en el 2006, que reemplazó a la norma Federal de 1993, volvió a jerarquizar a la educación de jóvenes y adultos.