Déficit habitacional: ni Estado ni mercado

Pensar la problemática de la falta de viviendas en la provincia, y el país, es pensar en el hacinamiento, su relación con el crecimiento de los niveles de pobreza y una cuestión socio-cultural que parece estar enraizada en la estructura de la sociedad. Hablemos de números, oficiales y no tanto, y de la posibilidad de pensarnos como sociedad que puede disponer de tierras por fuera del aparato estatal y el mercado. 

Déficit habitacional: ni Estado ni mercado

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Especiales

Mariano Bermejo y Analía Martin. Con la colaboración de CICUNC Contenidos.

Publicado el 14 DE SEPTIEMBRE DE 2011

El planeta tierra está en venta. Lo está desde que el mundo es mundo, prácticamente. Y comprar un poco del planeta tierra es muy importante porque sin ese pedazo de mundo una familia no puede construirse una casa, trabajar, resguardarse del clima, en definitiva vivir. ¿Y cómo se compra un poco de este mundo? Se compra con dinero que se obtiene – siendo socio-políticamente correctos - trabajando. Pero resulta que para algunos –algunos muchos – esta difícil comprar un poco del mundo con lo que ganan por su trabajo… que decir de aquellos que no tienen trabajo alguno. Pero vivir hay que vivir, entonces “estos muchos” deciden que van a instalarse en un pedazo del mundo que al parecer es de otra persona (empresa) porque lo compró con el dinero… ¿del trabajo de otro?... una vez ocupado este pedazo de tierra por estos muchos, el Estado –o gobierno, si se prefiere -  envía a la policía porque se entiende que una persona no puedo ocupar un poco de tierra que fue comprado por otra persona sin importar si el propietario de la tierra dispone o no de esa tierra, o si quien ocupa ese pedazo de mundo lo necesita o no. Entonces llega la policía, y como siempre sucede, nunca viene con unos mates para convidar sino más bien con golpes para repartir. Lo que queda de la historia a veces son muertes, otras veces “planes accesibles” para aquellos que necesitan de una porción de este mundo; o bien nada y que cada cual vuelva a su lugar de miseria y riqueza según corresponda.

La idea de ocupar tierras, o casas en construcción, no nace de un capricho, ni de un antojo, ni de estar rascándose en la esquina con los pibes. Vamos a ver, a continuación, en números y de la mano de relevamientos sociológicos de dónde nace esta “loca” idea de andar ocupando pedazos del planeta tierra.

No disponer de un lugar en el mundo para poder vivir trae consigo otra problemática: el hacinamiento. Mendoza presenta una situación, en cuanto al hacinamiento, que la ubica en marcada desventaja en el contexto nacional. Esto es que, en la provincia, hay mucha gente que vive “todos juntitos”.

Las licenciadas Mercedes Lentini y Delia Palero, en el artículo “Las transformaciones de la política habitacional y su papel en la generación de espacios de vida”, abordan la temática del déficit habitacional focalizando en el hacinamiento. “En términos generales, en la consideración del déficit intervienen, además del factor demográfico (crecimiento vegetativo de la población y migraciones), los componentes físicos de la vivienda y de su entorno y también ciertos componentes sociales. Dentro de los componentes físicos se incluyen el diseño de la vivienda, la habitabilidad de la construcción, la situación sanitaria, las condiciones del lugar de emplazamiento y los medios físicos de integración social (caminos, equipamiento educativo, sanitario, etc.). Los componentes sociales comprenden la densidad habitacional, es decir la relación entre el número de habitantes y el espacio disponible (la densidad se convierte en hacinamiento cuando sobrepasa ciertos límites tolerables) y el régimen de tenencia de la vivienda (propietario, inquilino, ocupante de hecho, vivienda cedida en calidad de préstamo, etc.). Existen diversas formas de hacinamiento: de personas por cama, de personas por cuarto, de familias por vivienda y de viviendas por terreno. Son conocidas, además, otras acepciones del concepto de hacinamiento: por ejemplo, cuando se emplea una o más habitaciones para un uso distinto, además de aquel para el cual fueron diseñadas o en relación al aislamiento de las habitaciones, es decir, cuando el tránsito de un cuarto a otro requiere atravesar una tercera, aunque no se cumpla ninguna de las otras condiciones de hacinamiento. Otro indicador para medir el uso intensivo del espacio lo constituye la cantidad de m2 disponibles por persona.”


En el mencionado artículo se explica que “de todos los factores que componen una situación deficitaria, el hacinamiento, en opinión de varios autores, es el indicador más grave del déficit por la amplia gama de consecuencias negativas que ocasiona. Dos factores vinculados con la disposición física de la vivienda se encuentran alterados en situaciones de hacinamiento: la privacidad y la libre circulación. Ambos contribuyen a una vida mental emocionalmente sana. Una cierta privacidad es un bien necesario para la persona, para los grupos de pares (padre-madre e hijos entre sí), para la separación de sexos, para la familia como unidad social independiente y para la realización de determinadas actividades familiares como dormir, estudiar, estar, etc. La ausencia de privacidad y de buena circulación provocada por la falta de espacio adecuado puede, en consecuencia, provocar alteraciones tanto en la salud física como mental al desencadenar situaciones de estrés sicológico, favorecer la propagación de enfermedades infecciosas e incrementar la ocurrencia de accidentes en el hogar. Especialmente vulnerables a las situaciones anteriormente descriptas son los niños, principales afectados por las carencias de espacio en sus necesidades de crecimiento y desarrollo. Estudios anteriores realizados en Mendoza sobre esta temática muestran la importancia cuantitativa que tiene el grupo de edad de 0 a 14 años en relación al total de personas que habitan en situación de hacinamiento habitacional. Otras investigaciones han demostrado, además, la relación entre situaciones de hacinamiento y bajo rendimiento escolar, tasa delictiva de menores, y, en general, como generadoras de una ‘cultura de la calle’”.

Según cifras oficiales elaboradas a partir del último censo, en todo el territorio nacional hay tres millones de personas con problemas de vivienda. Para responder a toda la población que padece este drama hace falta construir 300 mil casas nuevas y refaccionar 2,7 millones de hogares. Mientras que en la provincia de Mendoza, según el Ministerio de Infraestructura provincial, se necesitan cerca de 130 mil hogares para cubrir las necesidades de toda la población de la provincia. En los primeros días de abril pasado, más de 70 familias que vivían en el Barrio Paraguay de la localidad de Guaymallén tomaron tierras desocupadas desde hacía 25 años que originariamente serían destinadas al emplazamiento de un parque, pero al momento de la ocupación era un basural. La toma tuvo momentos de tensión y sólo se destrabó cuando llegaron funcionarios del Instituto de Vivienda provincial, quienes prometieron el acceso a nuevas viviendas luego de que los vecinos se constituyeran en cooperativa. En el Gran Mendoza, hay 81.000 familias con déficit habitacional, esto es que están sin hogar, o cuyas casas tienen graves problemas. Mendoza tiene la particularidad de que en buena parte de su territorio se deben construir casas antisísmicas, lo que eleva el costo de cada unidad.

Propagación de enfermedades, daños psíquicos, consecuencias graves para toda la sociedad tales como violencia, entre otras, es el efecto colateral de vivir en condiciones de hacinamiento. Ante este panorama, pensar en ocupar una tierra para pedir una casa o bien apropiarse de una construcción no parece algo tan descabellado. Y, en este punto cabe preguntarse si una persona vive en estas condiciones cada uno de sus días, ¿cuántas posibilidades tiene de poder estudiar? ¿Cuántas posibilidades tiene de poder conseguir un trabajo digno? Y en caso de conseguirlo, visto y considerando este nivel de necesidades básica insatisfechas ¿cuánto dinero de su sueldo puede destinar una persona en función de la compra de un pedazo de tierra?...

En las notas que acompañan este informe nos adentramos en la posibilidad de pensar que otra manera de construir la vida en sociedad es posible, y conocemos la experiencia de la OTRAL (Organización de Trabajadores Rurales de Lavalle) quienes han decidido tomar el asunto en sus manos y buscar, en comunidad, una alternativa para poder disponer de un pedazo de este planeta tierra en el que hemos nacido.