Distintos caminos

Diálogo, formación y acompañamiento.

Distintos caminos

Abrazo simbólico contra la violencia de género realizado en la Escuela Carmen Vera Arenas en el año 2016. Del mismo participaron alumnos y docentes de la escuela junto con estudiantes, profesores y personal de apoyo académico de la Facultad de Educación.

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Silvia Fernández, especialista en Salud Sexual y Educación

Publicado el 31 DE OCTUBRE DE 2017

Por Silvia Fernández, especialista en Salud Sexual y Educación.

 

Desde la promulgación de la Ley de Educación Sexual Integral en 2006, tanto los gobiernos nacionales como provinciales han elaborado diversos escenarios con medidas de mayor o menor acercamiento a la temática con diferentes estrategias para su cumplimiento, según la direccionalidad política de las autoridades. Sin embargo, a 11 años de su sanción, podemos ver que falta mucho camino por recorrer.

 

De la sexosofía a la sexología

El concepto de sexualidad al que alude la Ley 26150 excede ampliamente la noción más corriente que la asimila a genitali­dad o a relaciones sexuales. Entender que la sexualidad abarca aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos implica considerarla como una de las dimensiones constitutivas de la perso­na, presente de diferentes maneras, y relevante para su desplie­gue y bienestar durante toda la vida

Hablar de sexualidad en la escuela, entonces, es mucho más que hablar sobre biología y genitalidad. Es abrir el diálogo intergene­racional acerca de las diversas maneras de ser personas no sólo biológicas, sino también culturales e históricas. También es decir con claridad que hay distintos modos de relacionarse desde el cuidado de uno mismo y del otro y que no hay espacios para el silencio cuando se trata de educar con respeto y responsabilidad.

Para emprender la tarea de trabajar en educación sexual en la escuela es necesario preguntarse sobre las ideas previas que tenemos los adultos (docentes y familias) acerca de la sexualidad, para revisar prejuicios y conceptos.

Implementar la educación sexual en las escuelas exige no sólo un marco normativo sino una fuerte capacitación en la temática y un acompañamiento que permita trabajar en conjunto los mitos, los temores y los obstáculos que un proyecto de esta naturaleza lleva implícito. Derribar los preconceptos con que fuimos educados, la sexosofía (el conjunto de principios y conocimientos que cada uno tiene sobre la sexualidad), y poder organizar nuestros esquemas de pensamientos a la luz de los aportes que hoy nos brinda la sexología (ciencia que estudia la sexualidad), es un paso gigantesco que requiere diferentes acciones sostenidas en el tiempo y que no se logra en un par de encuentros de cuatro o cinco horas. Es un proceso que requiere acompañamiento porque siempre que trabajamos temáticas vinculadas con la sexualidad, afloran nuestros miedos, temores y prejuicios.  

 

Obligatoriedad

La implementación de la Ley 26150 en la provincia de Mendoza ha tenido diferentes matices, desde intentos de una formación gradual y muy completa para los docentes, hasta capacitaciones reducidas con la finalidad de formar agentes multiplicadores. Desde manuales supervisados por un grupo ecuménico que exigía la eliminación de términos como homosexualidad, género, mitos, hasta la propuesta de materiales con un enfoque de derecho y con perspectiva de género, han poblado el abanico de estrategias.

Con todo, no deja de asombrar cómo algunos docentes e instituciones han podido incorporar la educación sexual integral (ESI) en sus planificaciones con resultados muy interesantes, frente a otras escuelas que no han logrado el mismo recorrido. Lo que pone en evidencia que la iniciativa y creatividad por parte de ciertos docentes y el respaldo de un equipo directivo capaz de multiplicar acciones y decodificar las diferentes situaciones que se presentan en la vida cotidiana de la comunidad educativa, son los pilares donde se sostienen los cambios.

Otro punto importante es que en la práctica no se realizan supervisiones o acompañamientos para garantizar la incorporación de la temática y esto es fundamental para el logro de los objetivos que se establecieron en la legislación.

En cuanto a la formación docente, la Ley establece la obligatoriedad desde el nivel inicial hasta los institutos de formación docente. En nuestra provincia no todos los institutos han sumado esta temática como espacio curricular obligatorio. Cuando se indaga en los obstáculos para la implementación de la ESI, uno de los primeros es la falta de formación en la temática.

 

Un caso de aplicación

El Departamento de Aplicación de la Facultad de Educación (FED), la Escuela Carmen Vera Arenas, ha tenido una muy interesante trayectoria en la temática. Con mucha anterioridad a la sanción de la ley, ya contaba con ciertas iniciativas como las charlas que los doctores Manuel Gómez y Eugenia Gall brindaban a los alumnos del último año bajo ciertos enfoques que hoy pueden resultar obsoletos, como separar a varones de mujeres, pero que analizados en su contexto -década del 70- eran vanguardistas.

A partir de la sanción de la ley y por medio de un abordaje interdisciplinario del Servicio de Orientación de la Escuela, se realizaron diferentes acciones en conjunto con María Eugenia Basco, miembro del equipo de investigación y psicóloga del Servicio. Entre ellas se destacan un diagnóstico de situación de la temática, capacitación a docentes y equipos directivos, encuentros de trabajo e intercambio de materiales con los asesores de cada área, talleres con padres, análisis de planificaciones, acompañamiento a docentes en la implementación de los lineamientos ESI y entrega de materiales de trabajo, entre otras.

En la actualidad, se destaca un importante trabajo en el nivel inicial y en el ciclo superior, quedando oculta, en algunas oportunidades, la permanencia de la temática en el ciclo intermedio. Un desafío importante es la transversalidad, especialmente en la perspectiva de género.

 

 

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