Diversidad e inclusión como derechos humanos

La cooperativa trans “Vientos de cambio” comienza a trabajar con apoyo del gobierno provincial

Diversidad e inclusión como derechos humanos

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Sociedad

Unidiversidad

Elizabeth Auster

Publicado el 16 DE MAYO DE 2013

El mes de mayo se ha vuelto importante para la agenda de la diversidad. No solo se considera el 17 de este mes como “Día Internacional de Lucha contra la homofobia, lesbofobia y transfobia”, sino que el calendario argentino agrega el día 9 como aniversario de la aprobación de la Ley de Identidad de Género. Ya en el contexto provincial, puede decirse que en mayo se presentó oficialmente la primera cooperativa mendocina creada por personas trans, con el apoyo y la coordinación de la Dirección de Protección de los Derechos Humanos, a cargo de Rubén Cuello.

“La idea surge de la necesidad de la implementación de una política pública que desde la Dirección de Protección de los Derechos Humanos consideramos que teníamos que implementar respecto de la inclusión en la diversidad”, explica el funcionario. “Así que comenzamos un proceso muy interesante con un grupo de compañeras, de chicas trans que habían reconocido una serie de necesidades que primaba satisfacer y a las que necesitaban encontrar respuestas. En este marco comenzamos a reunirnos con el equipo de la Dirección y a procesar la idea de un nucleamiento organizativo, de acompañarlas en este proceso de identificación y de reivindicación de sus derechos, y nació la iniciativa de constituirse como organización social. Se constituyen, se dan a sí mismas una identidad, con un nombre: ‘Vientos de cambio’, y surge la idea de dar acceso a más derechos que son fundamentales porque son derechos humanos. 

"Empezamos por los derechos más básicos, que son el derecho al trabajo, a la educación, a la salud. Con respecto al capítulo laboral, surge la idea del trabajo asociativo fundado en la solidaridad, en el estrechamiento de los vínculos, en la apertura hacia la comunidad y también en la necesidad de militar en pos de un mensaje que permitiera comunicar y transmitir las necesidades del colectivo. Por eso la cooperativa ‘Vientos de cambio’ es la consecuencia de ese proceso que tuvimos la suerte de iniciar y acompañar junto con las chicas que integran este colectivo. La decisión de la cooperativa, tanto como la decisión de acompañamiento y de qué se iba a producir, fue algo que se dio en el marco de las asambleas y las reuniones que hicimos a lo largo de casi un año”.

Un año de trabajo intenso en el que estas chicas han tenido voz y voto 

Exactamente, un año en el que fuimos acompañando para dar las condiciones y que se produjera el ambiente necesario que permitiera recuperar la voz, la idea, la palabra y poder pensar juntos en las formas organizativas, las posibilidades de participación en el marco de una convivencia democrática. Me parece muy importante, y muy rico para todos, el proceso que se dio, porque nos juntamos a hablar de las cosas más cotidianas pero en otra clave, con un profundo sentido cívico, ciudadano, comprendiendo que avanzábamos hacia la verdadera construcción de ciudadanía. El poder empezar a hablar de derechos, de autoestima, sobre la reivindicación de ciertos derechos, salir de la postergación a ese mandato de marginalidad que muchas veces se siente en este colectivo, fue fundamental para poder avanzar hacia una mirada distinta y hacia lo propositivo, hacia una realidad superadora de lo que se vivía, hacia alternativas reales de verdadera convivencia en la sociedad.

Mencionaba la marginalidad como mandato. Hablamos de un colectivo que hasta hace un año no tenía el reconocimiento legal de su identidad y que por eso se veía obligado a la marginalidad, salvo unas pocas excepciones. ¿Esto ya se había internalizado de esta manera, como un mandato?

Tal cual, y esto es algo que surge claramente en las primeras entrevistas y es uno de los obliterantes, es uno de los primeros dispositivos culturales, que tiene un alto contenido simbólico, que impide que determinados grupos seleccionados por este tipo de mandatos, por estereotipos, puedan llevar adelante una cotidianeidad que esté fundada en la convivencia, en una igualdad real de oportunidades. Entonces comprendemos, y esta es nuestra convicción, que de eso se trata cuando hablamos de derechos humanos. Es necesario poder replantear y reflexionar porque esto involucra a toda la comunidad en el ejercicio de los derechos.



¿Qué implicaba la marginalidad para el grupo con el que están trabajando en particular? ¿Hacían trabajo sexual? ¿Lo consideraban trabajo o explotación?

En este grupo en particular, el trabajo sexual está claramente individualizado, no como un trabajo, sino como uno de los síntomas de sometimiento, de la postergación y de la humillación a la que son sometidas cotidianamente las personas que son diferentes en una sociedad muy conservadora, muy exigente y muy demandante del cumplimiento de ciertos estereotipos. Hay una base autoritaria sobre la que hay que poder reflexionar y cuestionar y que, por supuesto, no constituye la mayoría de nuestra sociedad, que felizmente ha asumido la necesidad de convivir en el marco de la consolidación de lo democrático, en el marco de la democratización de la vida. Sí es verdad que en el caso del colectivo trans, con un promedio de vida de 35 años, después de haber sido expulsadas de la familia, de la escuela y de las posibilidades de trabajo, y con la única posibilidad del ejercicio de la prostitución, difícilmente se pueda hablar de trabajo. De lo que se habla es de una situación de sometimiento, de postergación, y de la imposibilidad real de oportunidades en el marco del siglo XXI. Creo que nuestro Estado provincial avanza en este sentido y da un paso firme para impulsar y consolidar mejores condiciones de vida. Esto nos hace más democráticos a todos. Hay una profunda convicción por parte de nuestro ministro de Desarrollo Social, el Lic. Guillermo Elizalde, quien, al proponerle esta apuesta tan fuerte por parte de nuestra Dirección, nos dio todo el impulso, el apoyo y nos pidió que avanzáramos fuertemente en esta dirección; es también un gran impulsor de esta idea de la cooperativa.

¿A qué se dedica la cooperativa “Vientos de cambio”?

Es una cooperativa de producción textil. Ha sido formalizada hace poco. Comenzó como un trabajo asociativo, con un emprendimiento que se logró a partir de la vinculación y la articulación con la dirección de Economía Social, donde está el Lic. Eduardo Ruiz, director de esa área, con quien hemos trabajado conjuntamente en este proceso. A partir del primer subsidio para este emprendimiento, con el que se compraron máquinas de última tecnología para iniciar los procesos de capacitación, empezamos a profundizar la idea, a buscar formas de fortalecer este núcleo asociativo y a avanzar hacia la formalización de la cooperativa en términos reales, lo cual se produjo días atrás, en que hemos logrado también el apoyo de funcionarios nacionales, quienes vinieron a ver la experiencia que se estaba dando en Mendoza con la primera cooperativa trans. Además, la cooperativa reviste ciertas características que son distintivas y propias en su originalidad, como el hecho de haber sido construida concurrentemente con el Estado, como también el hecho de que sea una cooperativa abierta. No es que se acepte de forma excluyente a personas del colectivo trans, sino que fue decisión de la organización y de las chicas el abrir el espacio hacia otras personas que por alguna situación de vulnerabilidad no pudieran acceder al trabajo, como un testimonio de convivencia en la diversidad. Esto nos parece fundamental.

"Además, funcionarios nacionales a quienes hemos recibido cuando vinieron a ver la experiencia nos dieron el apoyo, aportando también fortalecimiento, recursos económicos y de otro tipo. Viajamos a Buenos Aires para tratar el tema de la marca colectiva, que es muy importante, para poder darle identidad y que este proyecto tenga no solo sustentabilidad respecto del tema laboral, sino también que pueda darse un proceso de producción con calidad competitiva. Esto implica la posibilidad de mayor sustentabilidad para poder competir en el mercado, en igualdad de condiciones con otras productoras textiles que tengan una alta calidad. Ya hay un proceso de calidad que se va a trabajar con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, que va a permitir darle la mejor impronta posible y fortalecer a este emprendimiento. Me gustaría resaltar que no es solo una cooperativa: es un testimonio de inclusión, y la cooperativa es un aspecto de ello. Estamos avanzando también hacia la creación de un centro cultural y las chicas van a participar en ese proceso. Estamos trabajando con la Secretaría de Salud para poder brindar la atención primaria, además de dar cumplimiento al mandato de la Ley de Identidad de Género y hacerlo de la manera más ordenada posible. Nos proponemos garantizar un proceso ordenado de hormonización, para que la salud de las personas del colectivo trans no se vea afectada por prácticas que resultan del desamparo y de la necesidad de materializar la identidad de género. También es importante que el Estado apoye en este sentido.




Estamos hablando de superar problemas como la hormonización sin control de los efectos secundarios o del uso de productos destinados a la industria, como ciertos aceites o siliconas, para formar las curvas del cuerpo, que a veces pueden tener consecuencias fatales.

Exacto, y que inciden fuertemente, junto a otros indicadores de vulnerabilidad, en el bajísimo nivel de vida y el alto grado de mortalidad. Es producto de la postergación y de la imposibilidad de acceder a una salud adecuada a la condición de género.

Una esperanza de vida de 35 años es menos de la mitad del promedio general de la población en nuestro país.

Sí, que la de cualquier persona heterosexual de clase media. En este marco es que creemos que estamos construyendo ciudadanía, reconociendo derechos, mejor dicho: se equiparan derechos para construir ciudadanía. Esto es una tarea del Estado democrático. Es trascendente como testimonio pero también como una política real que permite el acceso.

¿Han articulado con el Estado como comprador de los productos?

El Estado ha garantizado la mayor parte de la producción a través de la economía social, por eso es importante el trabajo que se hizo con esa dirección. Estamos trabajando en los niveles de competitividad que permitan ganar independencia, establecerse en un futuro mercado sin la necesidad de ningún tipo de asistencia, sino que se incorporen estándares de calidad para poder dar una verdadera competencia en términos comerciales,  que permita trabajar y vivir dignamente en el marco de esta cooperativa.

Todo esto debe implicar una capacitación permanente.

Así es. Esto forma parte del programa y se traduce en ocho meses de capacitación, de la que llevamos dos meses y medio, y ha implicado, por el entusiasmo e interés que las chicas han puesto, que hayan empezado a producir paralelamente a la capacitación. Ya tenemos pedidos que ellas mismas han logrado, de trabajos concretos que se van materializando a medida que avanza la capacitación. Es algo llamativo y satisfactorio.

Este enorme empoderamiento, ¿ha logrado que las chicas quieran volver a estudiar más allá de la capacitación?

Sí. Uno de los temas que surgen permanentemente es el tema de la prostitución y de la alternativa, de un trabajo que permita vivir dignamente para poder salir de la prostitución. Es una preocupación. Hay un estereotipo, una idea errónea sobre la identidad trans, en el que se imagina a personas que están permanentemente frivolizadas, pensando solo en cuestiones estéticas y que no tienen otras preocupaciones, y que además son personas perversas. Es exactamente este mito el que hay que destruir. Son personas normales, no hay perversidad en tener una identidad de género distinta, ya lo ha afirmado la Organización Mundial de la Salud. Se puede afirmar con rigor empírico que la identidad de género no es más que diversidad, no es perversión ni enfermedad. Por eso es necesario derrumbar estos mitos para poder salir de la patologización que se ha producido con este colectivo, de la criminalización constante, y poder avanzar hacia mejores formas de relación. Por eso creemos que esto es algo que involucra a toda la comunidad porque, en definitiva, incluir y tener una mirada inclusiva no es hacerle el favor a nadie, sino que es reivindicar los derechos de todas las personas, incluyendo a las que se autoperciben con una identidad de género distinta a la que acostumbramos percibir.

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