Dolina, refutador sensible

El escritor, músico, conductor y actor argentino Alejandro Dolina visitará la Feria del Libro de Mendoza el 12 y el 13 de octubre. Grabará su histórico programa La venganza será terrible, en el escenario abierto del espacio cultural Le Parc, y presentará Cartas marcadas, su flamante novela. Una charla universal con este multifacético caminante del arte.

Dolina, refutador sensible

Foto: alejandrodolina.com.ar

Cultura

Unidiversidad

Emma Saccavino

Publicado el 04 DE OCTUBRE DE 2013

Alejandro Dolina es, a sus 69 años, espadachín de la palabra, inventor de mundos radiofónicos, creador de múltiples escenarios alternativos. Es el mismo actor y cantante que combina el lunfardo y la academia con una maestría implacable. Pero se manifiesta incómodo cuando se lo señalan y apela a su rol de compadrito de barrio porteño para disimular su talento.

Es que Dolina desarticula sistemáticamente toda muestra de admiración. "¡No me respetes tanto, por favor!", clama este hombre que exhibe destrezas musicales, narrativas, humorísticas, periodísticas, literarias. Pero claro, si observamos, entre incontables casos de la historia de la literatura, que aquella elegía del 1400 en la que Jorge Manrique meditaba serenamente sobre la muerte igualadora ("Los placeres y dulzores / de esta vida trabajada / que tenemos, / no son sino corredores, / y la muerte, la celada en que caemos") es su premisa axiomática, su humildad adquiere pleno sentido.

Con la Feria del Libro como marco, el sábado 12, este noctámbulo juglar letrado grabará en Mendoza el ciclo radiofónico que pulsa eróticamente a Dolina desde 1985, La venganza será terrible -programa que es presenciado por cerca de 100 mil espectadores al año-, y el domingo presentará su última criatura y primera novela, Cartas marcadas, en la que descubre a sus lectores una perspectiva más descarnada de la existencia, pero más cerca de lo que él es hoy. Una obra desmitificadora, más agria tal vez, más dolinesca. "Prefiero cierta aspereza, que es propia de vivir en un universo como este", confiesa reflexivo.

En Cartas marcadas, su primera incursión en el género novelístico, Dolina deconstruye a aquellos Hombres sensibles de Flores de sus obras como Manuel Mandeb, Jorge Allen y el ruso Salzman, a quienes, lejos de aquel dulzor que exudaban en las Crónicas del Ángel Gris, conoceremos en facetas más hostiles. En la novela -agotó una primera tirada de 30.000 ejemplares y va por la segunda, a la vez que ranquea entre las obras más leídas del país-, conviven con nuevos personajes en escenarios que evidencian la complejización o, mejor, la evolución que el propio escritor admite haber sufrido entre 1985, año de la primera edición de las Crónicas, hasta 2012.

El tempo del discurso de Alejandro, reflexivo, algo espontáneo, no podríamos decir calculado pero sí algo estudiado, inquieta. Pese a la alteridad impuesta por el altavoz, la entrevista -en modo "usted", que suele reivindicar tan exquisitamente- se torna distendida y por qué no, confesamente entusiasta.

De entre las sublimes impresiones de la entrevista se desprende una que nos acerca al artista más genuino: su catarsis ociosa está en la radio; su desafío mayor, en la escritura. Pues en ese ámbito, más que en ningún otro, es donde el hombre se enfrenta a su condición, a su esencia; ergo, a su existencia.

¿Es la literatura el modo de lidiar con la angustia de la muerte o más bien, con ese miedo a lo inexorable? "A lo mejor es al revés. El ejercicio de la literatura, del arte, es lo que nos enfrenta con ello. Yo no sé si a estos temas hay que evitarlos.   Heidegger decía que cuando uno no hablaba de la muerte, cuando uno no hablaba de la finitud, en realidad lo que estaba haciendo era eludir responsabilidades. Que cualquier otra conversación, era una conversación banal y una forma de evasión. Yo creo lo mismo, que finalmente, por mucho que uno trate de escribir sobre otros asuntos, la muerte aparece tiñendo cada uno de ellos. Uno escribe acerca de un jardín y la muerte está allí, amenazando el esplendor de las flores con el marchitarse, con el morir. Es también, si se quiere, el precio que se paga por los más altos placeres de la vida… Vaya a saber cómo es eso. De cualquier modo, me parece que para todo escritor es un tema imposible de evitar, aparece siempre, por más que uno trate de hablar de política económica", sostiene Dolina con calma, pero también con sutil preocupación.


Si nos encomendáramos a la tarea imaginaria de buscar en nuestra sociedad Refutadores de Leyendas y Hombres Sensibles, ¿con qué cree que nos encontraríamos?

No creo que aparecerían jamás así, como fueron creados. El Refutador de Leyendas químicamente puro no puede encontrarse, salvo en los manicomios, y mucho menos todavía los Hombres Sensibles. Sin embargo, creo que todos tenemos una composición adecuadamente equilibrada de ambas cosas. Hay un ensayo escrito por Aldous Huxley, que forma parte de una colección llamada Contrapunto, en el que el tipo no habla de Hombres Sensibles ni de Refutadores, pero también inventa unos biotipos, que son tres: el biotipo con muy poca carne, mucho hueso y mucho espíritu, que podría sintetizarse como el hombre espiritual; el biotipo medio, que es el musculoso, el fuerte, que vendría a ser el guerrero, y el otro sería el biotipo carnoso, gordo, mórbido. Él dice que en realidad, todos tenemos un poco de cada uno. Es decir que si ponemos como parámetro un 10, uno puede tener 4 del 1, 2 del 2, 4 del otro, qué sé yo, así. La cuestión es que los hombres enteramente espirituales, o los que pertenecen al grupo del medio pero no tienen elementos de los otros biotipos, no existen sino bajo la forma de locos perdidos. Y creo que con los Hombres Sensibles y los Refutadores de Leyendas pasa igual: para vivir es necesario un poco de refutación y un poco de sensibilidad.

En La Venganza.... suele tratar temas referidos a la vida política y social de antiguos pueblos de Oriente, y cuando hace foco en las capacidades que deben demostrar los líderes se menciona a la poesía...

Sí, los chinos especialmente querían eso…

¿Y qué cree que podría aportar la poesía a los dirigentes de hoy?

La poesía requiere en principio imaginación, pero también, todo poeta finalmente está emitiendo un juicio acerca de la condición humana. Es decir que conjuga búsqueda de la belleza y sensibilidad para ver señales donde otros no ven nada. Y justamente para todo esto, el político debería tener una gran capacidad… Debería, en la realidad parece no tenerla. Por todo esto, creo que no estaban mal los chinos cuando exigían a los que abrazaban la carrera de funcionario el ejercicio de la poesía, porque la poesía es todo eso que le acabo de decir: es comprender que a veces para decir una cosa, hay que decir otra; es comprender que a veces hay señales, y que verlas es un gesto del buen poeta pero también es un gesto del buen político. Finalmente, hay que preocuparse acerca de cuál es el destino del hombre.

En la opereta criolla Lo que me costó el amor de Laura, ¿se dio el gusto personal de reunir tantas personalidades o fue una necesidad emergente de la obra?

No, no, la obra no da para tener tantas exigencias; creo, simplemente tuve la suerte de que muchos amigos y otros que no lo eran, pero vaya a saber por qué clase de desatino accedieron, cantaron allí. Pero sucedió y para mí fue una gran emoción artística, probablemente de las mayores de mi vida, el haber estado acompañado por semejante cantidad de grandes figuras.





En El Aleph, Borges utiliza un estilo humorístico que también se percibe en su forma de narrar. En muchos de los cuentos puede identificarse un recurso que mezcla lo trágico con alguna salida un tanto ridícula, ¿percibe usted esa similitud? ¿Siente que en su trabajo hay algún legado de su obra?

No, es que no me atrevo a percibir ninguna similitud con el más grande escritor que ha existido; ojalá hubiera alguna, pero no creo. En la intención posiblemente, pues todos queremos parecernos a Borges. Ahora, si usted me dice si yo intento a veces eludir la excesiva tragedia con algún gesto paradójico, irónico o farsesco, definitivamente la respuesta es sí.

Muchas personas le reconocen que tanto en el programa radial como en las obras literarias logra acercar la cultura callejera y la académica, ¿es ese hecho es una consecuencia de su decir creativo? ¿Es una búsqueda deliberada?

Me parece que es más bien un recurso que consiste, muchas veces, en emplear el lenguaje callejero para abordar temas más o menos arduos y académicos, y al revés: por ahí elijo un lenguaje académico para tratar temas cotidianos y banales. Es, si se quiere, un recurso humorístico. De todos modos, no es verdad que yo sea una mezcla de personaje callejero, de chico de barrio y de academicismo, porque si en todos estos años no hubiera tenido tiempo para ejercitarme de modo de no tener el lenguaje de la calle, realmente habría malgastado mi vida. Realmente yo no soy ese, lo que pasa es que conozco ese lenguaje, lo conozco bien por haberme relacionado con muchas personas que lo hablaban realmente, pero sería engañar a la gente presentarme como "Mirá, este es un pibe de la calle que en sus ratos libres aborda temas académicos". Nadie es así. Alguien, por ahí, cuando chico, conoció a tipos de la calle y después tuvo la suerte de aprenderse dos o tres destrezas más o menos académicas, que eso es lo que pasa en mi caso, nada más que eso. Ahora bien, sí considero que es un buen recurso el jugar con el lenguaje inadecuado, el describir cuestiones banales con un idioma absolutamente académico, lleno de tropos, metáforas, metonimias y sinécdoques, e incluso científico, y por el contrario, explicar cuestiones más o menos arduas de la física con giros que se utilizan en la calle, digamos que puede tener su gracia.

La lógica marca que el ejercicio de escribir un libro promueve cambios en el autor. Si jugara por unos segundos a mirar a la distancia creaciones literarias como las Crónicas del ángel gris y Cartas marcadas, ¿cuál sería su percepción?

Diría que prácticamente fueron escritas por otra persona. No sé qué pensarán ustedes, si es que han tenido la paciencia de leer ambas cosas, pero yo veo que las Crónicas son una cosa llena de errores, por ahí más ingeniosa o más graciosa que esto que escribo ahora, pero menos meritorias… Menos meritorias es casi como postular que Cartas marcadas tiene algún mérito (risas), pero tengo que decir que en complejidad ha crecido mucho, de eso no hay duda.

¿De dónde nace el estímulo para seguir haciendo La venganza será terrible y, sobre todo, para conseguir que no se convierta en una fórmula marchita y se revitalice en cada programa?

No sé, no estoy seguro de que no sea ya una fórmula marchita. En principio debo confesar que para mí no lo es, ni siquiera tengo que hacer fuerza para que me guste hacerlo. El programa ha ido cambiado como he ido cambiando yo, casi puedo decir más o menos lo mismo que lo que dije sobre la literatura pero en menor grado. El programa ha crecido menos que mi forma de escribir, digo: es más complejo pero solo un cacho. Pero sí debo decir que mientras que cuando escribo sufro (se interrumpe, conciente de su discurso) Eso estuvo bastante mal dicho…, cuando hago el programa disfruto mucho. Es algo que estoy esperando día a día, y ahí puede estar la explicación de que para mí no se convierta en una fórmula marchita, porque a lo mejor no me doy cuenta; estoy tan contento de estar cada noche con mis amigos, de divertirme un rato jugando a que pensamos o a que nos reímos; recibiendo gente nueva y gente que se repite, encontrando amigos entre el público, encontrando gente que piensa parecido o diferente. Todo eso es una aventura de cada noche y no sé si tengo tantas cosas mejores que esa en mi vida.