¿Donde están los 43?: un argentino en Ayotzinapa, 1ª historia

El cronista Enrique Pfaab ya está en México para ver y experimentar de cerca lo ocurrido con los 43 estudiantes desaparecidos.

¿Donde están los 43?: un argentino en Ayotzinapa, 1ª historia

Especiales

Enrique Pfaab

Publicado el 29 DE DICIEMBRE DE 2014

En el Zócalo, la Plaza de la Revolución, que hace un par de semanas reventó de gente que reclamaba la aparición con vida de los 42 normalistas de Ayotzinapa, hay un movimiento febril a pesar de que es sábado y es de mañana. El gobierno ha copado toda la plaza (una manzana, que a simple vista parece ser un poco más pequeña que la Plaza de Mayo) con juegos y atracciones de toda especie para celebrar la Navidad. Al menos esa es la excusa.

Ya casi no quedan rastros de esa multitud. A los últimos los están sacando ahora. Bastan un poco de removedor de pintura y un grupo de obreros sin uniforme. Justo ahora uno de ellos se empeña en borrar de un muro el número 43. En este caso el justificativo es que fue escrito en una zona de gran valor histórico que debe permanecer inmutable.

Un poco más allá, una chica trata de llamar la atención de los que caminan para entregarles un periódico de impresión tosca que cuenta de los 43. Pide una colaboración a cambio. De los 500 transeúntes que han pasado a su lado, apenas se detuvieron tres, tomaron el periódico y le dieron una moneda. “No soy de ningún grupo, solo trato de difundir el tema”, dice la mujer y vuelve a su labor, empecinada. 

La mayoría de los que pasean por aquí son mexicanos, pero también hay turistas extranjeros. 
Por la época del año, es casi imposible encontrar alojamiento en los modestos, pero limpios y relativamente económicos, hoteles cercanos. “Hasta las 13 tenemos todo lleno. Venga después”, es la frase que escuchamos todos.

Por recomendación de Sergio Bordón, un mendocino radicado en México desde hace varios años, apunté a uno que se llama La República y que está sobre la calle República de Cuba, a unas cuatro cuadras del Zócalo. El recepcionista dice que no hay habitaciones, pero sugiere que me conviene esperar… y cumple.

El edificio es antiguo y de tres plantas, como casi todos. Se ve viejo, pero limpio y cuidado. Todavía se pueden ver las vigas originales de madera de la estructura, los mosaicos de estilo español y las barandas de hierro de la escalera, muy trabajadas. Es un “hotel de paso”, a $155 el día. Solo hay habitaciones con camas de dos plazas. Es un hotel "de amantes y de putas", y algunas piezas están cumpliendo ese fin, a pesar de la invasión de foráneos. Los quejidos traspasan las paredes.

Un cartelito en la pieza de 3x3 anuncia: “El horario de agua caliente es de 6 a 10 y de 20 a 22”. Pero vale la pena. 

Roberto Gómez Bolaños no inventó nada cuando creó su vecindad. Así es este lugar, en el aspecto y en el movimiento, salvo que los que juegan aquí ya no son niños.

Afuera la gente sigue buscando un lugar para dormir. Aparece un tipo de unos 30 años. Trae una frazada en la mano y pregunta por una habitación. Le dicen que no hay. “¿Sabes dónde puedo conseguir?”, me pregunta. “Después de las 13 tendrás que recorrer los hoteles que están por aquí”, es la respuesta.

“Eres argentino, ¿no? Yo soy español. Trabajé en una obra esta semana y me acaban de pagar. Hace cuatro días que duermo en la calle”, cuenta. Se lo ve nervioso. “¿Sabes dónde puedo encontrar un baño?”, pregunta otra vez. "Sí. Hay algunos locales privados que con carteles en las puertas ofrecen 'baños limpios' por $5". “Allá voy. ¡Me estoy cagando!”, dice y parte raudamente.  
Viajar a Guerrero en domingo no es recomendable, según dicen. Además, México acostumbra a plegarse a lo que llaman “la maratón de Guadalupe a Reyes”. Empieza el día de celebración de la virgen más venerada de estas tierras y termina el 6 de enero. Esos días “pocos trabajan y los que tienen que hacerlo no le ponen muchas ganas”.

Parece que viajar a la región donde fueron atacados los estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Bustos es más recomendable en día hábil. Así será entonces.

Nota original: Algo huele fuerte en México

Fuente: Un argentino en Ayotzinapa

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