El ataque contra Gaza y el silencio europeo

Roberto Follari, epistemólogo, docente y doctor en Psicología.

El ataque contra Gaza y el silencio europeo

Palestinos rescatan a una niña de los escombros de un edificio destruido luego de un ataque aéreo, 10 de octubre de 2023. Foto: Fatima Shbair para AP

Sociedad

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Publicado el 14 DE DICIEMBRE DE 2023

La ofensiva israelí lleva ya casi 20.000 muertos palestinos, de los cuales alrededor de 7000 han sido niños. Esa es la “respuesta” a los 1300 muertos que produjo el ataque de Hamas: se está por multiplicar por 20 el número de personas arrasadas, en su gran mayoría civiles. El silencio europeo clama al cielo. ¿Dónde está el cuidado de los derechos humanos? ¿Dónde la exigencia de límites y proporciones? ¿Está vigente el derecho de guerra? Aún para muchos pobladores israelíes, la paz sería la solución si se incluyera en ella el retorno de los prisioneros tomados por Hamas, intercambiables por presos palestinos. Pero Estados Unidos sigue con su política de pedir moderación a Israel, sin exigirla ni presionar: por el contrario, vetó en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas una medida de alto el fuego. Y Europa, desgraciadamente, ha perdido toda posibilidad de ser otra cosa que un repetidor de las decisiones de Washington. Desde los inicios de la guerra en Ucrania, su rol ha sido el de simple eco de las decisiones del Departamento de Estado y de una OTAN totalmente manejada por la primera potencia mundial.

El comportamiento europeo llama la atención por su chatura y carencia de autonomía, al punto del autoperjuicio. Un caso patente es el de Alemania, con una recesión en ciernes gracias a haber reemplazado el gas ruso por el licuado traído desde Estados Unidos, que es mucho más caro. Para ello, Alemania hasta debió simular creer que los atentados a los gasoductos Nord Stream fueron realizados por Rusia, cuando es obvio que provinieron de sus propios socios occidentales. Pero hasta eso fue silenciado.

Cuando Macron dijo que había que hablar también con Putin, no solo con Zelenski, lo trataron de traidor: Occidente se inmolaba por Ucrania. Pero el que puede sufrir coletazos directos de la guerra es Europa, nunca Estados Unidos, con un océano de por medio. El que ha visto desmejorada su economía y problematizado su abastecimiento de energía ha sido Europa, no Estados Unidos. El que recibe refugiados ucranianos y tiene que comprar granos ucranianos, no siempre necesarios, es Europa. Los que tienen campesinado que juega a pérdida ante los envíos agrícolas de Ucrania son los es europeos. Quienes han tomado sanciones a menudo ridículas contra Rusia son los europeos, que han terminado comprando a oligarcas griegos o a la India el mismo petróleo o gas de Rusia, pero mucho más caro. Y la economía rusa, con los 11 paquetes de aparatosas sanciones, sigue viento en popa ante el sutil disimulo de una ineficaz Von der Leyen.  

Es Europa la que pone el cuerpo y la carga económica. Estados Unidos hace negocios, piensa en las empresas que van a reconstruir Ucrania, controla a distancia el conflicto y piensa ya en su final. Europa hizo los gastos y perdió prestigio al ser apenas un ladero de decisiones ajenas.

Porque Zelenski ya perdió la guerra: el rechazo del Congreso de Estados Unidos a seguir financiándolo lo deja claro. Por más que ahora esa decisión se revierta, el antecedente ya está, y es evidente que en el Norte se cansaron de gastar dinero inútilmente: el ejército ucraniano tiene muchísimas bajas, ya no hay casi a quién reclutar para continuar la guerra. La contraofensiva fue un fracaso evidente, y el paso de Zelenski por Brasil pretendiendo una reunión con Lula, que este no le concedió, muestra que el mismo presidente ucraniano está buscando mediadores para negociaciones de paz. Mientras tanto, Orban se niega absolutamente a que Ucrania sea aceptado en la Unión Europea, y los campesinos polacos están en guerra contra los camiones que transportan grano ucraniano por su territorio nacional. La buena voluntad para con Ucrania se acabó, el período de gracia está agotado. 

Excepto, claro, que la irresponsabilidad total se apodere de Biden, que, para amenazar a los republicanos y obligarlos a apoyar el nuevo mangueo de Zelenski, lanzó que “podría llegarse a que soldados estadounidenses tengan que luchar en territorio ucraniano”. Eso es too much, ciertamente. Y expresa una posibilidad: si esta acción bélica contra Rusia fue un fracaso de Estados Unidos y sus seguidores europeos, podría escalarse a guerra directa con intervención de la OTAN. Ante el papelón de la derrota, la salida podría ser esta opción catastrófica, que pondría al mundo en el borde del desastre nuclear.

La ayuda estadounidense a Ucrania fue votada negativamente junto con la ayuda a Israel. Tampoco están todos en EE. UU. de acuerdo con el ataque a Gaza, por las razones que fuera: los trumpistas encuentran allí un buen modo de hostigar a los demócratas y su atlantismo expansionista.

Los misiles desde Yemen, así como las acciones de Hezbolla desde El Líbano, muestran que el conflicto en Gaza puede aumentar y sumar a más actores. Israel ataca cómodamente a una población indefensa, en vez de centrarse en la organización Hamas. Esto aísla diplomáticamente al régimen de Netanyahu, que está promoviendo el huevo de la serpiente del odio y la venganza a largo plazo por parte de los grupos musulmanes radicalizados. Solo cortar la ofensiva y promover la paz con garantías para ambas partes puede ser una salida: lo demás es sembrar dinamita hacia el futuro.