Bajo el fuego, está Jesús

Quién es el hombre al que prendieron fuego el sábado por la noche en pleno centro mendocino. Una infancia prometedora, las malas juntas y un destino en la calle.

Bajo el fuego, está Jesús

Jesús Contreras en el Hospital Lagomaggiore. Foto: Alberto Piazza.

Sociedad

Unidiversidad

Unidiversidad / Constanza Sánchez

Publicado el 26 DE ABRIL DE 2017

Está sentado sobre una camilla. Contextura esbelta, cabello negro, ojos desorientados y una sonrisa en su cara. Es un hombre muy delgado, tiene el torso descubierto y vendado, y con muchos tatuajes. En una mano, el suero, y en la otra, un puñado de caramelos de chocolate. Junto a él, dos personas mayores lo miran, preocupados.  

"Cuido autos, me chupo un vino, me fumo un porro, me voy a la calle y cuenteo a la gente". Así pinta su rutina Milton Jesús Damián Contreras (38), el hombre en situación de calle que fue prendido fuego el sábado 22 por la noche, en pleno centro mendocino. Ahora está internado en el Hospital Luis Lagomaggiore, donde lo asisten por las quemaduras que le provocaron y otras dolencias que le encontraron en la revisión médica.

Hace más de diez años, Jesús decidió vivir en la calle. Sus amigos, los estupefacientes, el alcohol y fuertes peleas con su padre, Damián Contreras –que ahora lo mira, sentado al lado de su cama–, fueron los factores para que él fuera en una dirección sin rumbo.

Cuando era pequeño, Jesús sufrió la muerte de su madre y lo crió Rosa, la esposa de su papá, quien también está sentada al lado de su cama y a la cual presenta como su “vieja”. La familia de Jesús vive en el barrio La Favorita. Sus padres son jubilados, pero siguen trabajando en tareas de tapicería y como guardia de seguridad en una empresa privada. Jesús tiene tres hermanas de sangre y cuatro del corazón, todos varones. Todos ellos, a su vez, tienen sus propios hogares y sus propios hijos.

Sus padres lo describen con cariño. En su niñez supo ser un chico muy bueno y estudioso. Incluso fue abanderado en la escuela primaria. Debido a sus notas y a su desempeño escolar, Damián decidió llevar a Jesús a Buenos Aires para que siguiera la carrera militar. Como ya habían empezado el ciclo, le dijeron que debía regresar al año siguiente. Durante ese año, ya en su adolescencia, Jesús comenzó a juntarse con un grupo de amigos y empezó a pelearse con su familia y con otros grupos de adolescentes del barrio.

En el medio, Jesús trabajó, se enamoró y formó su propia familia, con una mujer con la que tuvo tres hijos. Pero, según cuentan los padres, la familia de su esposa comenzó a quitarle dinero y a emborracharlo, hasta que, nuevamente, terminó en problemas.

Luego de peleas y hasta tiroteos, Jesús decidió otra vida o, por lo menos, lo que se convirtió en su única opción: la calle. Ni Jesús ni su familia supieron más de sus tres hijos, ya que su mujer se fue de donde vivían y no tuvieron más rastros de ellos.
 

Un "trapito" conocido

En la calle todos conocen a Jesús. Restaurantes como Caro Pepe y  El Rey de la Milanesa le ofrecen comida a diario. Parece que se siente a gusto en la calle porque, si bien hay albergues disponibles para acogerlo, él elige no estar "encerrado". No le gusta. Entiende que así su vida está bien.

“Saco para el cigarro, salgo a macanear un rato con los muchachos, me quedo por ahí a comer en el centro, o me voy al rancho donde estoy hasta las dos de la tarde. Veo si hay algo para comer y si no... bueno... paciencia hasta la noche”, revela.

Admite que le gusta estar solo, porque siempre alguno de sus amigos tiene un “ramito” (problemas).

Sus padres y sus hermanos acostumbran visitarlo donde sea que esté. Muchas veces lo encuentran y otras no saben dónde está. Cuando lo ubican, le llevan ropa. Jesús es muy solidario. Su padre cuenta que muchas veces le ponen una caja en el piso y ahí nomás su hijo empieza a repartir entre sus amigos, que necesitan lo mismo que él. Muchas veces le piden que regrese a su casa, por las lluvias y el frío, pero él no quiere y está convencido de eso. Es porfiado.
 

Su estado de salud

Luego del ataque, Jesús fue atendido en el hospital Lagomaggiore, donde estuvo tres horas en observación y se fue, a pesar de la insistencia de los profesionales para que se quedara. El lunes por la mañana, desde el área de Emergencia Social del Ministerio de Salud, lo convencieron para que regresara al hospital a hacerse las curaciones y los controles correspondientes. 

Los profesionales detectaron quemaduras tipo B en su espalda, es decir, más profundas que algo meramente superficial, por lo que será operado mañana, jueves 27. También le realizaron diferentes estudios para descubrir otras posibles patologías; entre ellos, una tomografía, ya que sufre de convulsiones que están siendo tratadas.

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