Sobre lo que dejó el segundo partido de la serie, que igualó la final, Emilio Gorianz manifestó: “Para nosotros fue algo atípico. No tuvimos un goleo al que estamos acostumbrados. Somos un equipo que hace entre 70 y 80 puntos y solo hicimos 49 (fue derrota 59 a 49)”.

Hace menos de una semana ganaron de local el primer punto de la final y sobre si esto les jugó en contra al salir a la cancha en el estadio Bancario sentenció: “Creo que ninguno de mis compañeros, y me incluyo, entramos a la cancha sabiendo que somos campeones. Quien lo pensó se equivocó. Creo que lo que nos pasó fue por ansiedad, por querer ganar en los dos primeros cuartos, que nos hizo salir muy erráticos”.

El sábado, desde las 20 hs, en el estadio de Atenas (es neutral, por lo que se juega), se verán las caras por última vez y definirán al campeón  de la categoría A2. Milo, como lo conocen, hizo futurología y habló de cómo ve este partido: “Nosotros sabemos absolutamente todo de ellos, como nosotros de ellos. Vamos a ser un equipo más pensante. Hay que bajar dos cambios. Estamos muy acelerados. Es la primera vez que jugamos una final como equipo”.

Para llegar a la final, hay que hacer un torneo intachable, y la U lo logró. Festejó el ascenso al enfrentar a Maipú, a quienes superaron en la última jugada del segundo partido (habiendo ganado el primero, barrieron la serie 2 a 0), y justamente, con una bandeja que logró Gorianz. Nos contó  sobre cómo el equipo logró el primer objetivo: “Es un trabajo de tres años. En 2017 jugamos Nivel 1 y en el segundo semestre descendimos. Ahí llegó el profe con su proyecto y renovó a la Universidad como equipo de básquet”. Y continuó: “Siempre nos quedamos en la puerta. Éramos un equipo bastante inmaduro. El trabajo de tres años se ve recién ahora. No fue fácil”.

Para vencer a Maipú dejó las botitas y la musculosa y se puso la capa de héroe para hacer que la pelota que más quemaba fuera felicidad para los Universitarios: “Me quedó hacer la fácil. La difícil la hizo Cristian (Agüero), sacándose dos jugadores de encima. Yo solo tuve que ganar la espalda”. Manifestó también que “esa jugada tuvo una picardía porque  tuve dos similares en el partido y las había errado. Tuve que tener nervios de acero para asegurar el gol y asegurar el ascenso, tuve la suerte  de que me quedó a mí. Es un recuerdo que me va a quedar siempre”.

La UNCuyo es un club que se caracteriza por tener jugadores surgidos de la cantera, incluso la gran mayoría del plantel que consiguió todo lo antes mencionado es de allí. Milo no es el caso, pero tiene un cariño grande a la institución: “Di mis primeros pasos en Anzorena, pero por cosas de la vida y del básquet llegue en 2015 y es como mi segunda casa. Como dice el slogan del club ser de la UNCuyo es para siempre”, siguió la idea diciendo: “Si bien no soy jugador genuino del club, me siento como uno”.

Finalizó contando cómo es ser para él quien a veces debe dar apoyo a los jugadores  menores: “Siempre hay que apoyarlos, darles un consejo y que no dejen de jugar, que no se frustren porque están haciendo un gran trabajo. Son el futuro y el recambio cuando no juguemos más. A todos los que entrenan con nosotros les damos confianza para que sigan creciendo”.

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