En el borde de las letras

La Feria del Libro que se realiza en el Le Parc juntó a tres autores en la charla "Literatura en el borde". Algo que fue más bien una charla de amigos que no eran amigos y un público que ayudó a armar un retrato de lo que es ser border.

En el borde de las letras

"Roly" López, Fabián Casas y Gabriel Dalla Torre. Foto: Guadalupe Pregal

Cultura

Unidiversidad

Guadalupe Pregal

Publicado el 07 DE OCTUBRE DE 2014


En el escenario había tres personas sentadas detrás de una mesa. Una mujer les presentaba con un resumen de sus logros principales. De izquierda a derecha, desde el punto de vista de quienes estábamos del lado del público, se encontraba el editor de la Sección Policiales del Diario Los Andes, “Roly” López; en el centro, un escritor de poesía y libros de ficción venido desde Buenos Aires, Fabián Casas; a la derecha del cuadro, el que parecía ser el más joven de los tres y fue presentado como escritor de libros, de columnas de diarios, blogs y Facebook, Gabriel Dalla Torre.

Los tres tenían la tarea de hablar sobre “la escritura en el borde”. El hielo lo rompió el “invitado de honor”, Fabián Casas, que más temprano había presentado su último trabajo La Supremacía Tolstoi. Empezó por aclarar que, a pesar de haber estado hablando tras el escenario con los otros compañeros de mesa, traían más preguntas que certezas con respecto a la escritura en el borde.

¿Qué es una escritura en el borde? ¿Existe una escritura central y una escritura de bordes? ¿Es real que existe un borde y un centro? ¿Qué es mejor, estar en el centro o estar en el borde? ¿Qué es más productivo para la literatura? ¿Un escritor se puede proponer estar en el borde o estar en el centro?

Así fue que el estado de incertidumbre se volvió una constante en la charla, que estuvo marcada por una importante participación del público.

Gabriel Dalla Torre intentó una primera respuesta a algunas de las tantas preguntas planteadas.  “Yo pensaba como en algo más personal, como en qué momento me empecé a sentir medio escritor yo, y fue a partir del premio que recibió mi novela Soy lo que quieras llamarme, que es un premio que dan en Buenos Aires. Yo antes había ganado otro premio acá con Las habilidades inútiles, pero como que para mí la identidad de escritor apareció cuando supe que podía publicar en Buenos Aires”.

Entonces, de alguna manera se vislumbró que uno de los bordes de la literatura puede estar anclado en el aspecto geográfico, en el hecho de ser del “interior del país”, de ese otro lugar que no es Buenos Aires, que no es la Capital, que no es el centro. Pero lo geográfico despierta otras preguntas: ¿es posible estar en Buenos Aires, estar en el centro, y escribir desde el borde? ¿Hay bordes en el centro del mapa editorial? Quienes están en el centro geográfico, ¿tienen que mudarse para estar en el borde? ¿Se puede estar en el centro mientras se vive en las provincias que no son Buenos Aires?

Roly López prefirió referirse a sí mismo como un “periodista que escribe policiales” y se enfocó en que él se especializaba en meterse en la vida de “personajes borders”, de estafadores, de gente que “hace las cosas mal, como matar gente, violar y todas esas cosas”. Tal vez es la fascinación por ciertos personajes que están al borde, que no son los personajes esperados, que no es el “hombre, blanco, heterosexual” como diría Dalla Torre. El último libro de López, el cual será presentado el sábado 11 en el marco de la Feria del Libro, es sobre un perro que permaneció 12 años en un hospital esperando a su humano, quien había fallecido en ese nosocomio. Después de esa intervención se mantuvo al borde de la charla.

“Empecé a escribir poesía y escribí poesía por 20 años, y creo que están al borde todos los que escriben poesía, porque durante 20 años no me dio bola absolutamente nadie y eso para mí fue, paradójicamente, como muy productivo. Mi vida no es solamente la literatura”, fueron las palabras que Fabián Casas usó para describirse, de alguna manera.

La fuente de inspiración también fue un tema que buscaron dilucidar los tres autores. Roly López y Fabián Casas plantearon que ellos parten de los hechos que viven, de lo que experimentan en su cotidianeidad, que han vivido o que otras personas les han contado. Ambos autores atribuyeron a una “falta de imaginación creativa” la utilización de dicha estrategia para abordar su labor literaria. En cambio, para Gabriel Dalla Torre la realidad no brinda las herramientas que necesita para escribir, sino que la realidad está más bien dentro de su propia cabeza y eso es lo que vuelca.

Lo geográfico volvió a rondar la charla cuando hablaron de que Mendoza empezaba a parecerse a una gran ciudad, donde se podía mantener cierto nivel de anonimato. Fabián Casas aportó a esta idea planteando lo que él vive: “Es paradógico, porque en Buenos Aires, o en las grandes ciudades, hay una gran posibilidad de lograr algo que se disfruta del ser anónimo, pero hay una gran lucha de las personas por no ser anónimas, sino por ser conocidas y por no tener vida privada. Todo el tiempo, lo que está haciendo la gente es precisamente mostrar, escenificar todo el tiempo su vida privada, como que ya no existe más la vida privada y la cosa de poder ser identificado”.

La falta de control del autor con respecto a lo que las grandes editoriales hacen con las obras que publican, de las que el autor sólo cobra el 10 por ciento, también pone a todo escritor o escritora en el borde. A diferencia de la música, que paga por cada vez que la canción ha sido “pasada”, ningún escritor puede cobrar si alguien leyó una parte de sus textos en una radio, es imposible controlar ese uso de las obras. Entonces surge la idea de que internet, como plataforma de publicación, es la posible herramienta para escapar de las garras del negocio editorial y también como un espacio propicio para construir realidades.

Por otro lado, también surgió la idea de que quienes escriben desde la periferia literaria lo hacen por algo intrínseco a su ser. Una chica del público trajo el tema al plantear varias preguntas: “¿El “border” necesita legitimarse como tal? Porque si no, hay un discurso armado bastante significativo: 'Yo soy re border, yo soy alternativo, yo vengo de esta, yo no curto la hegemónica'. ¿El border necesita tener un discurso armado sobre lo que hace?”. Casas enfocó su respuesta en que quien dice ser tal o cual cosa en realidad no lo es, porque quien es esencialmente algo no necesita decir que lo es, porque evidentemente lo es. Por su parte, Dalla Torre ensayó una descripción del border desde los “border seekers” y los “border fans”, que conformarían una triología que construye al border, que le da la existencia y lo ubica porque hay otros que le reconocen como tal, “porque hay como otra figura, que es el border que llega al centro y pierde su borderismo. Como que venía bordeándola bien y la mayoría de las veces tienen que hacer algo mainstream y no, el Borde es lo suyo. También hay una relación con 'el borde' que tiene que ver con los obstáculos a la hora de crear y la utilización de los obstáculos como algo positivo. A un border no lo eligen border, le sale, es donde está y es su circunstancia también. Mientras más obstáculos tenga, menos recursos tenga, más va a tener que agudizar su creación. (…) Eso tiene que ver con su juventud, con su entusiasmo incompleto, me parece a mí que el artista es como un entusiasta que está incompleto”.

Los temas, los tipos de libros, los personajes, los protagonistas, el contexto, el estilo. Estar al borde es un poco de eso y un poco de una etiqueta que busca diferenciar una literatura que no busca ser mainstream, que no quiere ser centro. De escritores que prefieren la libertad de elegir lo que les gusta, lo que les interesa, sin tener la presión de ciertas expectativas. Y fue justamente esto lo que de alguna manera incomodó a una mujer que se presentó como “pobre docente, cada vez más pobre y menos docente”, que reclamaba por el cumplimiento de ciertas expectativas que se había armado antes de salir de su casa, de tomarse un colectivo y de sentarse en aquella silla.

“Si hablamos de categorías de periferia y centro, dentro del canon de la literatura hay instituciones que legitiman quién es escritor y quién no es escritor. La cuestión económica está siempre de fondo, como en cualquier tipo de arte, porque es la profesionalización del escritor”, aportó una chica que estaba en el público y cuyas expectativas tal vez estaban más cubiertas que las de la señora pobre y docente, que prefirió ir a otra charla.

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