El Cuadro 33, la tumba de la dictadura

Alberto Moral describió el escenario de fusilamiento de su hermana en Godoy Cruz. Por su parte, Rodolfo Humberto Orozco  aportó sobre el encubrimiento del accionar represivo y el funcionamiento del Cuerpo Médico Forense.

El Cuadro 33, la tumba de la dictadura

Alberto Moral presentando testimonio. Foto: Guadalupe Pregal

Derechos Humanos

Unidiversidad

Guadalupe Pregal

Publicado el 02 DE MARZO DE 2015

Ana María Moral fue una de las víctimas del Operativo de Abril de 1977. Alberto Moral describió a su hermana como la hija de una tradicional familia mendocina, conformada por Dora Paula González, quien era ama de casa, y Manuel Moral, quien era empelado metalúrgico. También recordó que Ana María se destacaba en el colegio por sus buenas notas, que fue parte de grupo folclórico con Adriana Bonoldi y que junto a Gisela Tenenbaum competían en natación en el Club YPF.

Cuando Ana María ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras comenzó a militar en la Juventud Universitaria Peronista. Alberto Moral afirmó que el domicilio familiar sufrió varios allanamientos, cuando la situación comenzó a ponerse más complicada, Ana María se mudó junto a un grupo de estudiantes a una casa en Guaymallén. “En esa casa vivía Daniel Olivencia, hoy desaparecido. (…) Cuando esa casa es (sic) allanada, ellos se van y de ahí no tenemos más (noticias). Sé que en esa casa también vivía un muchacho de La Plata que era excompañero de pensión del expresidente Kirchner, el famoso “Lobito” Pacheco. Sabemos también que en esa casa a veces iba a reuniones Juan José Galamba, también desaparecido”.

Con el devenir del terrorismo de Estado, por la persecución que comenzaba a sentirse, Ana María junto con su compañero, Luis Roque Moyano –también asesinado y desaparecido a finales de 1976 en San Juan–, comenzaron a esconderse y se trasladaron a San Juan.

Alberto describió que su hermana “iba y venía de San Juan” y que, a pesar de que estaba en la clandestinidad, mantenía un fuerte vínculo con su madre y su padre. “Inclusive a veces mis padres la llevaban, esos 15 o 16 viajes, en un viejo renoltcito. La llevaban con una guitarra y una damajuana de vino porque ya tenían miedo de que le pasara algo. Siempre en el control policial se quedaban con la damajuana de vino, así que de ida y de vuelta venían con damajuana de vino y eso era el pasaporte para que no tuvieran problemas”.


Huyendo de San Juan

Alberto investigó lo sucedido con su hermana en San Juan, a través del trabajo realizado por Eloy Camus, un sobreviviente del terrorismo estatal y de su propia búsqueda por la verdad. Así supo que Ana María fue detenida en la provincia hermana junto con su amiga, Gisela Tenenbaum. Cuando Moral y Tenenbaum volvieron a Mendoza huyendo de la persecución, Ana María le contó que fue testigo de la tortura, violación y asesinato de Marie Anne Erize, ciudadana francesa que militaba en la organización Montoneros. Por el relato de Ana María, Olivera y De Marchi, actualmente prófugos, eran quienes torturaron a Marie Anne.

Gisela y Ana María lograron volver a Mendoza caminado durante siete días por las vías del tren. "Venían en un estado calamitoso, eran huesitos”, recordó Alberto. Cuando llegaron a la ciudad se conectaron con el padre de Gisela Tenenbaum, quien les consiguió un lugar para que pudieran refugiarse.

Moral relató que en los primeros días de abril de 1977 “viene un familiar y le cuenta a mi padre, no a mi madre que se enteró después: 'Mirá, parece que la han fusilado a Ana, parece que la han delatado el cura Pérez de la iglesia de Fátima'. (…) Por supuesto que nos enteramos, que en el operativo había más de seis policías armados, o gente armada; que en el operativo había mucho más gente dando vueltas. Inclusive, otro vecino se arrima a mi padre y le confirma la situación (…), y ahí le va contando a mi padre de la forma en que las cruzan a fuego cruzado entre varias personas, que se llevan heridos a otros de los muchachos del grupo y que inclusive cortaron, hicieron una especie de operativo que cortaron la cuadra cuando ya se aseguraron de que los tenían encerrados. Esa es la versión que le transmitieron a mi padre. El detalle principal es que cuando vienen ellos a hacer las denuncias, don Guillermo (Tenenbaum) y mi padre, nadie sabe nada, les dicen que no vengan, preferentemente en la 8va Brigada de Montaña y no me acuerdo con qué juez federal era que ellos hablaron, que no recibieron respuesta”.

Moral explicó que su madre fue quien encontró los restos de Ana María en el Cuadro 33 del Cementerio de la Ciudad de Mendoza, gracias a la ayuda de unos sepultureros que la guiaron. “Mi madre me pide hacer una cruz, entonces esa cruz la hicimos con unas maderas que trajo mi abuelo de España, una pequeña crucecita que decía 'Ana María'. La primera vez que llega al cementerio de la Capital había un sepulturero que conocía a la familia. El sepulturero le dice: 'Están enterrados, los chicos, en el Cuadro 33, en tal lugar', y ahí fue donde siempre ella iba todos los meses. Después, cuando estuvo más viejita, iba cada dos o tres meses, pero siempre estaba la cruz, esa cruz que prácticamente hace apenas un año y medio la sacaron”.


Los cuatro cuerpos

Rodolfo Humberto Orozco es un exempleado del Cuerpo Médico Forense. En su presentación testimonial confirmó que, cuando él entro a trabajar a esa institución, llegaron los cuerpos de cuatro personas, dos varones y dos mujeres: “Se decía en esa época que eran de guerrilleros”.

Rodolfo Humberto Orozco, exempleado del Cuerpo Médico Forense.

Orozco describió, que a pesar de que su tarea como Encargado de Inhumaciones era la de publicar en los diarios provinciales el ingreso de cuerpos NN a la morgue para que los deudos puedan recuperarlos, en el caso de esas cuatro personas el Director del Cuerpo Médico le ordenó: “De estas personas no se hacen publicaciones”. También recibió la orden de “no hacer preguntas”, relató Orozco. “Sobre estos cuatro cadáveres hubo el más absoluto hermetismo”, recordó el testigo, y explicó que permanecieron mucho más tiempo en la cámara de lo que usualmente se retenía a los cuerpos. Cuando finalmente llegó el momento de remitirlos al Cementerio de la Capital, el testigo explicó: “A mí me dijeron: 'Van al Cuadro tanto'”, a lo que el doctor Vega le preguntó: “¿A qué cuadro”, y Orozco respondió: “Creo que al Cuadro 33, creo que era el 33”.

Según lo aportado en su testimonio, de los cuatro cadáveres, tres tenían documentos y uno era NN. Por aquel entonces, cuatro militantes montoneros fueron fusilados en diferentes operativos. Ana María Moral iba junto a un compañero que no ha podido identificarse cuando fueron ejecutados en Godoy Cruz, como relató Alberto Moral. Por otra parte, María del Carmen Laudani y Jorge Alberto José, ambos oriundos de Mar del Plata, fueron emboscados por fuerzas conjuntas en un impresionante operativo en Dorrego, Guaymallén. Los restos de las tres personas identificadas fueron restituidas a sus familiares.

Fuente: Edición UNCUYO

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