Hay que pagar pero ¿cuánto?

Entrevista a Gabriel Rodríguez García.

Hay que pagar pero ¿cuánto?

Facultad de Ciencias Económicas

Especial deuda

Suplementos

Cecilia Martín, becaria de Prensa de la Facultad de Ciencias Económicas

Publicado el 20 DE ABRIL DE 2016

La experiencia de México

En la Crisis del Tequila o el Error de Diciembre (1994) se conjugaron todo tipo de problemas; políticos, sociales y económicos. Elevados niveles de endeudamiento, descuidos en las finanzas públicas, alta inflación y tipo de cambio fijo generaron que la devaluación del peso mexicano, más la suba de las tasas de interés, provocaron que muchas empresas y personas no pudieran pagar la deuda que tenían con la banca comercial. En 1995 el PIB cayó el 6,2 %.

La lógica de financiamiento erróneo tuvo que ser recompuesta. Se establecieron restricciones al financiamiento directo que el Banco Central podía otorgar al gobierno, aumentó la regulación a los bancos y, como el financiamiento bancario resultó insuficiente para cubrir el déficit público, se empezaron a emitir títulos de deuda pública a corto plazo en el mercado local.

Se hizo una reforma financiera. Esto debía provocar un incremento en el monto de los recursos locales suficiente para generar un círculo virtuoso entre el sistema financiero local y el sistema productivo. Es decir, que los fondos disponibles que captaba la banca pudieran ser prestados en el mercado interno y con esto financiar de manera correcta la actividad productiva y la competitividad. Evidentemente se aprendió mucho pero el costo fue alto, fueron crisis recurrentes. Una década perdida.
 

La Argentina en el mundo luego del pago a los fondos buitre

Primero, hablando en términos de la región latinoamericana, es sabido que Argentina ha experimentado un proceso de negociación recurrente de deuda desde 2001 con reiterados canjes. Esto evidentemente despertó la atención de inversionistas con voraz apetito especulativo para comprar bonos de un gobierno que experimentaba una de las crisis de deuda más importantes de las que se tenga memoria. Eso llevó a poner en tela de juicio lo siguiente: los fondos buitre (FB) compraron bonos, bonos a descuento, con excelentes tasas de rendimiento en el tiempo. Se negaron a negociar las nuevas condiciones pactadas de reestructuración. Ellos se basaron en una lógica de por qué negociar ahora si puedo negociar en el marco de lo que la regulación financiera actual me permite en las cortes internacionales, para ganar más de lo que hoy podría recibir. El juicio está en que ellos no se manejan fuera de la ilegalidad pero sí atentan contra el sistema financiero.

Observando desde México y desde la óptica del mundo financiero, es una noticia buena que le permitirá a Argentina acceder a créditos internacionales. También es buena en el sentido de que se diluye riesgo moral que ha ido acarreando desde 2001 e, igualmente, siempre es bueno tener credibilidad en un ámbito financiero para pagarle a la contraparte, agregando certidumbre a la región.

Otra pregunta es: ¿cuánto pagar? Vemos cifras de lo que Argentina aceptó. Es un tanto escalofriante que el 93 % de los bonistas que aceptaron negociar la deuda obtuvieron su inversión inicial más un rango estimado del 40 % de intereses, mientras que los FB recibirán un rendimiento total de entre 1100 y 1500 %: una cifra que parecía exorbitante pero que se está acordando efectuar finalmente. Pagar sí está bien visto, pero cuánto pagar es un tema que merece particular atención, y pagar tanto en términos de rendimiento es lo que se está criticando de este acuerdo. Están pintando un escenario futuro de negociaciones más rígidas, con inversionistas especulativos que tendrán condiciones más severas de negociación, haciendo deudas más difíciles y caras de pagar.

¿Cómo ven a los fondos buitre?

Los fondos buitre no son un peligro para las economías sanas, estables, que mantienen tasas bajas, que aun en las peores crisis financieras permanecen estables. Son un peligro latente para economías que enfrentan crisis recurrentes de deuda, que tienen que renegociar deuda. Para este tipo de economías son un peligro, como es el caso de Argentina hoy y como fue el caso mexicano en sus crisis recurrentes del 82, 88 y 94. Estos FB, que ya conocen una dinámica de actuación en el mercado, están funcionando así porque el sistema financiero se lo permite. Serán un peligro latente para las economías que tienen un elevado nivel de deuda. El ejemplo de Argentina es un anuncio terrible para ellas pero es una excelente noticia para este pequeño grupo de inversionistas que se mueven con el mero fin especulativo de comprar barato a grandes tasas de rendimiento y tener la capacidad para soportar una negociación de pagos en la que ellos pactarán en función de lo que les parece justo ganar.

¿Somos interesantes para los inversores?

Creo que los inversionistas, más allá de buscar un país por su mera Nación, buscan en particular dos elementos clave: nivel de rendimiento (riesgo/rendimiento) y nivel de confianza para materializar ese rendimiento. Por esto mismo me parece un aliciente que Argentina mejorara su credibilidad, ya que pagar lo que uno debe siempre da certeza. Tardará un tiempo hasta que los inversionistas veamos cómo van aconteciendo los pagos que hoy Argentina debe. Más allá de los pagos, el futuro de la economía argentina me parece un tanto incierto por varias razones; entre ellas, aceleración inflacionaria, empeoramiento de los términos de intercambio y descontento social.

¿Es posible repudiar la deuda sin que los mercados reaccionen?

Es una pregunta complicada, ya que es difícil definir por qué una deuda es ilegítima. Es más un tema político que financiero en sí. Siempre declarar que un país no va a pagar porque está en incapacidad de hacerlo está mal visto; ahora, declarar que una deuda es ilegítima es aún más sensible y complicado. A más deuda y mayor incapacidad de pago, se suma luego definirla como ilegítima. El mercado te penalizará.

 

* El entrevistado es licenciado en Economía y máster en Optimización Financiera (UNAM). Es profesor de la UNAM y del Instituto Tecnológico de Monterrey. Trabaja para la Bolsa Mexicana de Valores.