Historia de una silla

En el marco de la Feria Casa de Brasil y el festival Celebrar–Diseño MERCOSUR, doce muebles que cuentan con el sello del Buen Diseño representarán a la Argentina. Entre ellos, la Nueva Silla W, de Editora Janello, que resultó ser la seleccionada para estar presente en la Semana del Diseño de Milán. Pasaron más de 70 años de su creación aunque recién ahora se la reconoce como un ícono de lo clásico y moderno.    

Historia de una silla

Foto: Wustavo Quiroga

Especiales

Edición Cuyo

Publicado el 08 DE FEBRERO DE 2013

En los años cuarenta, Argentina se proveía casi en su totalidad de productos extranjeros. Con la creciente industria de posguerra, surgieron los diseños de arquitectos y artistas vinculados a la producción de mobiliarios y objetos, materializados semiartesanal o artesanalmente.

La silla de estructura de hierro y soportes de madera que el arquitecto César Jannello proyectó se convertiría en una pieza en proceso influida por los principales referentes del movimiento moderno, concluyendo en un ícono del diseño local e internacional.

En 1944, en Mar del Plata, junto a Colette Boccara, su mujer y compañera de proyectos, visitan la construcción de la Casa del Puente, obra del arquitecto Amancio Williams. Allí realiza, con materiales de la obra, su primera silla con estructura de hierro inspirada en el diseño BKF, y respaldo y asiento de madera con formas geométricas .

Posteriormente, conoce en Mendoza al carpintero francés Talvá y proyecta la silla de tres patas y respaldo móvil, que será luego sustituida por cuatro apoyos para lograr una mejor estabilidad.

La silla de cuatro patas obtiene lineamientos más escultóricos y funcionales: aprovecha al máximo las propiedades de la elasticidad del hierro para sujetar el asiento y el respaldo, dar movimiento a este último, y permitir fácilmente desmontar sus partes sin utilizar tornillos.

La primera producción fue para uso personal o amigos intelectuales que apreciaban su claridad y simpleza constructiva. 


En 1947 publica el diseño en la revista L’architecture d’aujourd’hui y, por sugerencia de su editor André Bloc, toma contacto en París con el decorador Raoul Guys, quien comienza a realizarlas para su catálogo style AA. Williams durante un viaje a Francia supervisa la producción para conservar el diseño original. En ese momento se plantea la posibilidad de remplazar la madera por materiales plásticos, aunque es inviable por su alto costo de matricería.

En 1948 su amigo Tomás Maldonado lo invita a formar parte del Salón “Nuevas Realidades: arte abstracto, concreto, no figurativo”, que realiza en Galería Van Riel, donde expone su silla.

“Quise poner arte en objetos utilitarios de la vida cotidiana, confundir arte y objeto artesanal, debía hacer coincidir lo bueno, lo bello y lo útil, sin que haya ninguna concesión entre estos aspectos, influenciado por las bases del funcionalismo. Entendía el arte como un quehacer, como un servicio instrumental para algo”.

Desde 1949, cuando Maldonado crea en Argentina el Instituto Progresista para la Cultura, se encarga de comercializar las sillas entre conocidos, proponiéndole un modo sistemático de industrialización y producción.

En 1950 obtiene una pequeña adaptación estructural. Tomás comenta: “Mi querido César, mis felicitaciones por la nueva versión de tu silla. Creo has llegado a la definitiva. La parte metálica es ahora perfecta. La supresión de las gomas es una excelente idea. Igualmente el redondeamiento de la parte inferior del respaldo, que la mejora muchísimo plásticamente. Soy de la opinión sin embargo de que no debes dejar de estudiar la posibilidad de realizar el respaldo y el asiento en madera curvada. Contrariamente a lo que piensas no estoy muy convencido de que la unión del elemento metálico con la madera curvada sea imposible, aun en el caso bastante complicado del respaldo. Como ves he empezado diciéndote que esta es ya una versión definitiva y ahora te propongo una nueva ‘invitatio au voyage’. No me tengas en cuenta: tu silla es perfecta y debes rechazar las tentaciones del diablo (yo, en este caso)”.

Al año siguiente, por su comodidad en uso prolongado ideal para oficinas, Tomás la utiliza en un stand que realiza en Galerías Pacífico de Buenos Aires para promocionar una máquina de escribir. Ese mismo año se ofrece a pedido, en madera, tapizada o en color, con estructura de acero mate o terminación negra.

Amancio, quien comercializa durante un tiempo sillas entre sus clientes y colegas, fue un maestro entusiasta para César: “Tú deberías arreglar bien tu taller y encerrarte varias horas por día y trabajar con método asistiendo periódicamente a talleres, fábricas, etc.; ¡te acuerdas cómo proyectaste tu silla y lo que te ayudaron unos pocos fierros y herramientas de la obra de Mar del Plata! En Mendoza como en cualquier parte tendrás dificultades e inconvenientes pero lo principal es no olvidarse que tanto tú, como yo, como cualquier hombre, necesitamos tener materiales (técnicos, etc.) en las manos y realizar; si no se tienen estos materiales hay que procurárselos. Tu silla y tus esculturas las hiciste en esta forma”.

En 1951 su amigo el arquitecto Gerardo Clusellas, le aconseja realizar ajustes ergonómicos: una doble curvatura en asiento, para lo que propone utilizar madera laminada y bajar la altura de respaldo, modificación que César acompaña con una pequeña reducción de tamaño en la dimensión vertical.

Clusellas será responsable de la comercialización de este producto en Buenos Aires, desde 1949 personalmente, desde 1951 por medio de AXIS junto a su socio Juan Borthagaray, y desde 1952 con OAM junto a su socia Carmen Córdova, incorporando como punto de venta a Rosario.

También AIM comercializará en Capital Federal y, en San Juan, Félix Pineda se encargará de venderla a los profesionales y estudiantes de arquitectura de la Universidad Nacional de Cuyo.

En 1951 Williams gestiona la compra de sillas para la casa del doctor Pedro Curutchet, proyectada en La Plata por el referente de la arquitectura moderna Le Corbusier. En el mismo año, para promocionarla es publicada en la revista Nueva Visión #1 con el nombre “silla Jannello”, aunque desde 1953 será denominada por su estructura “W”.

César germinó diferentes prototipos durante el estudio formal: pruebas con el soporte de hierro que termina debajo del asiento, permitiendo que el respaldo se vincule por calce, modelo que se produjo en París con adaptaciones; ejemplares con estructuras virtuosas; con los apoyos en tela tensada, la “doble W” ; y la versión con respaldo embutido donde logra optimizar al máximo su producción, silla que regresa con JANNELLO EDITORA.


Fuente: Wustavo Quiroga curador

 

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