Historias de vida: diversas familias mendocinas desafían los prejuicios sociales

Homoparental, monoparental o ensamblada. Más allá de cuáles sean, las familias no tradicionales sufren señalamientos de la sociedad. Cuatro relatos muestran que un ambiente de amor y comprensión puede superar la estigmatización de la diversidad familiar.

Historias de vida: diversas familias mendocinas desafían los prejuicios sociales

Foto: Cuando llevaban 10 años de novias, Soledad y Ángela pensaron en tener hijos, como muchas otras parejas instaladas en la treintena. A partir de allí, comenzó la búsqueda de Luz, que hoy tiene 6 años. Foto: gentileza de la familia

Sociedad

Unidiversidad

Santiago Serrano

Publicado el 30 DE MAYO DE 2023

El apoyo familiar es fundamental para que toda persona pueda llevar una vida equilibrada en términos emocionales. Por eso, según la ONU, en la actualidad, la familia constituye la unidad básica de cualquier sociedad. Sin embargo, el concepto se ha ido transformando a lo largo de las últimas décadas, de acuerdo a las tendencias mundiales y a los cambios demográficos. Atrás quedó el viejo concepto de “familia tipo”, esa que estaba compuesta por un padre, una madre, un hijo y una hija.

En la actualidad, lo que se entiende por familia ha mutado por donde se lo mire y hoy existen las siguientes denominaciones familiares: sin hijos, biparental o heteroparental, homoparental, compuesta o ensamblada, monoparental, de acogida, ampliada o extensa, sin núcleo de origen, sociedades de convivencia, multigeneracional, elegida, poliparental. Para conocer con ejemplos cómo son las familias hoy en día, Unidiversidad presenta en esta nota la historia de cuatro de ellas: cómo están formadas, cuáles son las dificultades que atraviesan, qué prejuicios enfrentan por parte de la sociedad y qué les gustaría cambiar. En esta oportunidad, se trata de dos familias homoparentales, otra monoparental y una compuesta o ensamblada.

El primer testimonio corresponde a una de las familias homoparentales, compuesta por dos mamás, Soledad y Ángela, junto a su hija Luz, de 6 años. En primer lugar, ambas mamás manifestaron estar orgullosas de la familia que han conformado, “pese a los prejuicios sociales que siguen existiendo en la actualidad”. En ese sentido, aunque Luz les manifiesta no importarle lo que digan las demás personas, las adultas expresaron que sienten cierto dolor por las preguntas y señalamientos que sufre su hija, tanto en la escuela como en los lugares extracurriculares a los que acude.

"Las familias que acceden a la adopción requieren trabajo, paciencia y aceptación, porque uno adopta y es adoptado. Y, mucho más aún, si se trata de una pareja homosexual, no por las formas de crianza, sino por los frenos que impone la sociedad, que aunque muchas veces se considere evolucionada, guarda muchos prejuicios y odio", señaló Agustina Jofré.

El segundo testimonio que recogió este medio fue el de otra familia homoparental, pero compuesta por dos padres, Leandro y Federico, que comparten su vida con Lautaro, de 11 años, que es hijo biológico de uno de ellos. El caso de esta familia es muy particular porque la mamá de Lautaro falleció cuando dio a luz. El hecho marcó, según palabras del propio papá, “el momento de incertidumbre y dolor” más grande que le tocó vivir, aunque explicó que esa experiencia de vida lo llevó a ser la persona que es hoy, de la cual se siente orgulloso.

“Cuando Verónica partió de este mundo, viví los dos peores años de mi vida, con un dolor que es difícil de poner en palabras. Sin embargo, no me dejé caer porque ella me dejó el tesoro más importante que tengo, que es mi hijo. Luego de ese proceso tan doloroso, apareció Leandro para volverme a hacer creer en el amor. Yo no sabía que podía enamorarme de un hombre y tampoco fue que lo busqué o lo que pensé, simplemente se dio así y lo acepté. Hoy, Lautaro sabe que tiene una mamá en el cielo y dos papás en su casa para cuidarlo”, relató Federico, con la voz entrecortada de emoción.

Por su parte, Leandro agregó que su vida cambió para siempre “cuando aparecieron estos dos seres maravillosos” que cambiaron su vida para siempre y le hicieron “ser la persona más feliz del mundo” y por los cuales “daría su vida” para que ellos sean siempre felices. “Cuando conocí a Federico, me encontré con un hombre lleno de dolor, pero con un corazón enorme que estaba ahí, se podía ver desde lejos. Nos fuimos conociendo poco a poco hasta que se dio la relación. El momento más difícil para mí fue cuando conocí a Lauti porque no sabía si me iba a aceptar y querer. Sin embargo, para mi sorpresa, me encontré con un niño fabuloso, que tiene el mismo corazón que su papá”, explicó Leandro, que además destacó que Lautaro siempre supo la verdad sobre su madre y sobre la relación de su padre con él, por lo que en la actualidad “viven muy tranquilos y felices”, pese a que “siempre aparece algún que otro señalamiento por parte de la sociedad”.

El tercer testimonio que recogió este medio fue el de Valeria Araya, mamá de Ángeles, de 7 años, y único sostén de su hogar. El caso de esta familia monoparental estuvo marcado por el abandono de su padre y la lucha de esta madre, que hizo todo lo posible para darle lo mejor de su vida a su hija.

“Yo me quedé sola apenas me enteré de que estaba embarazada. Conocida la noticia, el padre de Ángeles (pidió no dar el nombre) me avisó que no se haría cargo de la niña y me dejó sola durante todo el embarazo. Fue un proceso muy duro para mí porque, además, mi padre también se enojó conmigo cuando quedé embarazada. El motivo fue que yo no había estado de novia con el papá de Ángeles, sino que me quedé embarazada casualmente”, explicó Valeria.

Y continuó: “Yo estuve en pareja 8 años con otra persona y, cuando me peleé, apareció el padre de mi hija, con el cual compartimos solamente un par de meses, hasta que nos enteramos de la noticia. A partir de ese momento, estuve sola hasta que mi hija nació, y a partir de allí, recobré la ayuda de mis padres”. En ese aspecto, Valeria Araya comentó que su vida dio “un vuelco absoluto”, debido a que, producto del embarazo la echaron de su trabajo y tuvo que salir a buscar uno nuevo para darle un sostén económico a su hija. “Fue una etapa muy complicada y dolorosa. De repente, no tenía más trabajo y tuve que salir a limpiar casas y a hacer changas para poder darle de comer a mi hija. Paralelamente, tuve que dejar a Ángeles de muy chica al cuidado de sus abuelos y transformar ese dolor en esfuerzo para darle lo mejor a ella”, manifestó Valeria.

Finalmente, la madre de 35 años aseguró que no cambiaría nada de lo que le ocurrió porque esa situación la hizo más fuerte, le permitió ver quiénes estaban a su lado en la vida y también cuáles eran las personas que realmente querían a su hija.

Valeria Araya junto a su hija Ángeles, cuando tenía un año. Foto: gentileza de Valeria

Por último, Zulema y Agustín contaron a Unidiversidad cómo funciona una familia ensamblada: “No es fácil llevar adelante una familia compuesta con integrantes que a su vez tienen otra familia de origen ya que hay que coordinar muchas cosas y, a veces, las malas intenciones complican el día a día”.

Tanto el hombre como la mujer tienen un hijo y una hija de relaciones anteriores y, a su vez, tienen en común a Nicanor, de 2 años. “Es la personita que nos une a todos”, sostienen.

“Nosotros vivimos todos los días con Nicanor en casa. Después, nuestros otros hijos, de ambas partes, los tenemos día por medio. Esa parte es la más difícil para nosotros porque, además de extrañar a nuestros hijos, la organización familiar es bastante ardua y compleja. Por suerte, los hijos de ambos nos han aceptado y compartimos momentos maravillosos juntos”, detalló Zulema. En tanto, Agustín recalcó que lo más difícil de este tipo de familias son los inconvenientes que aparecen con las otras partes, es decir, con sus exparejas, ya que no todo es color de rosa. "Muchas veces se actúa pensando con odio o egoísmo, dejando de lado lo más importante: el bienestar de los chicos”, dijo.

Zulema y Agustín junto a todos sus hijos e hijas durante un viaje familiar a Córdoba. Foto: gentileza de Zulema

Tipos de familia 

  • Sin hijos: este tipo de familia está formada por una pareja sin hijas e hijos. El término "child-free" significa libre de hijos y existe desde principios del siglo XX. En 1970, las feministas comenzaron a usarlo más ampliamente, como una forma de denotar a las mujeres que no tenían hijos voluntariamente como un grupo distinto. El sufijo "libre" se eligió para captar la sensación de libertad y falta de obligación que sentían muchos de los que habían decidido no tener hijos;
  • Biparental o heteroparental: es la más popular, también conocida como nuclear o tradicional. Está formada por padre, madre e hijo o hijos biológicos;
  • Homoparental: es aquella cuyas figuras parentales son personas del mismo género que, como pareja, acceden a la maternidad o paternidad, como también la familia constituida por un pareja gay o lesbiana que educa y vive con los hijos de alguno de sus miembros, producto de una relación heterosexual previa;
  • Compuesta o ensamblada: es la que está formada por la fusión de varias familias biparentales: tras un divorcio, los hijos viven con su madre o padre y con su respectiva nueva pareja, que puede tener también sus propios hijos a cargo. Además, el otro progenitor también puede tener una pareja con hijos, por lo que estos hijos formarán parte de una gran familia compuesta;
  • Monoparental: está formada por una persona adulta con uno o más hijos. La monoparentalidad también es una de las estructuras familiares que creció en las tres últimas décadas, debido a las mismas razones. La no convivencia en pareja también es una de las condiciones fundamentales para que una familia pueda ser considerada de este modo. Son más frecuentes en este tipo de familias las llamadas familias "monomarentales", en las que el adulto es solo la madre;
  • Adoptiva: constan de una pareja o un adulto soltero con uno o más hijos adoptados;
  • De acogida: conformada por una pareja o un único adulto con certificación de la autoridad para cuidar y proteger a niñas, niños y adolescentes privados de cuidados parentales por tiempo limitado. Son familias temporales que se encargan de ofrecer a menores en situación de necesidad el mejor entorno posible hasta que sean adoptados definitivamente o hasta que su familia biológica pueda ocuparse de ellos;
  • Ampliada o extensa: está formada por varios miembros de la misma familia que conviven bajo el mismo techo. De este modo, pueden convivir padres, hijos y abuelos, o padres, hijos y tíos;
  • Sin núcleo: no existe una relación de pareja o progenitores e hijos, pero existen otras relaciones de parentesco; por ejemplo, dos hermanos, abuelo y sus nietos, tíos y sobrinos;
  • De origen: progenitores, tutores o persona que cuenta con la guarda y custodia de niñas, niños y adolescentes con parentesco ascendente hasta segundo grado; por ejemplo, abuelos;
  • Sociedades de convivencia: dos personas de igual o distinto género que establecen un hogar común con voluntad de permanencia y ayuda mutua, con o sin hijos. Por ejemplo, en concubinato o unión libre;
  • Multigeneracional: es la compuesta por tres o más generaciones distintas que conviven bajo el mismo techo, es decir que grupos de diferentes edades se encuentran en la misma casa. Estas familias tienden a ser más frecuentes para las personas de 80 años o más, cuando, por lo general, los adultos mayores necesitan cuidado o ayuda para cumplir sus tareas diarias;
  • Elegida: se refiere a los vínculos emocionales y redes de apoyo que se forman con quienes no necesariamente se comparten lazos sanguíneos, pero sí afecto e intereses, por lo que se procuran cuidados mutuos o recíprocos. Para muchos, la familia elegida conformada por una red social de amigos y amigas cumple las mismas funciones que una familia unida por vínculos consanguíneos;
  • Poliparental: surge de las relaciones no monógamas, como las relaciones poliamorosas. Es decir, se da cuando se tiene descendencia en una relación que incluye a más de dos personas. De esta manera, las niñas y niños de familias poliparentales pueden contar con varias madres y padres a efectos de crianza y educación, a pesar de que no lo sean legalmente.

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