Debate: “La puta y la virgen representan a dos industrias en el mercado”

La prostitución es uno de los temas que genera más debate dentro del movimiento feminista, dividido en dos posiciones opuestas: la reglamentarista o pro trabajo sexual, y la abolicionista. Kajsa Ekis Ekman defiende la segunda posición y lo argumenta a partir de la teoría feminista y marxista.

Debate: "La puta y la virgen representan a dos industrias en el mercado"

Identidad y Género

Unidiversidad

Glòria Casas Vila - Feminicidio.net - 29/01/2015

Publicado el 09 DE FEBRERO DE 2015

Kajsa Ekis Ekman, periodista, escritora y activista sueca, ha escrito dos libros: El ser y la mercancía. Prostitución, vientres de alquiler y disociación, sobre prostitución y “vientres de alquiler” (la maternidad subrogada), escrito en sueco  y traducido al inglés y al francés, y Stolen Spring, que trata de la eurocrisis económica vista desde la perspectiva de Grecia. Kajsa ha participado en la creación de diferentes colectivos feministas, como Feminist Against Subrogacy.

En junio de 2014 visitó Barcelona y dio varias conferencias invitada por la Plataforma Catalana por el Derecho a No Ser Prostituidas (@dretanoser) (ambas conferencias fueron grabadas y se encuentran en el blog de la Plataforma). Kajsa es una habitual de la capital catalana pues tiene un hijo “medio sueco, medio catalán” y habla un perfecto castellano.
 

¿Por qué has escrito el libro sobre la prostitución y los vientres de alquiler?

Yo vengo de dos lados, uno teórico y otro práctico. De hecho, todo empezó en Barcelona, donde viví en el año 2005-2006 conviviendo con una mujer rusa que se prostituía en la carretera. Su vida estaba muy lejos de la idea que se nos da hoy de la prostitución como el acto de una mujer fuerte, que sabe lo que quiere, que gana mucho dinero y que lo hace para salir de la pobreza. Ella se hundía más y más en la pobreza y también en el alcoholismo. Traía a los proxenetas a casa, que también intentaban convencerme a mí de que fuera con ellos. 

Regresé a Suecia y cuando volví de visita a Barcelona, un tiempo después, ella había muerto a causa del alcoholismo y apenas tenía 30 años. Era el momento en que surgía todo este discurso de “la prostitución es libertad”, “la prostitución es feminismo”. Como sabía que, por lo menos en su caso, y en el caso de tantas otras que llegué a conocer, no era así, me puse a leer todo lo que se había escrito sobre la prostitución y decidí escribir el libro, que es más teórico.

¿Y cómo definirías la prostitución?

En realidad, es muy simple. Es sexo entre dos personas: entre una que quiere sexo y la otra que no quiere. Y como el deseo está ausente, el pago lo sustituye. Esta desigualdad de deseo es la base de toda forma de prostitución, tanto de los servicios de escort de lujo como de la esclavitud moderna que se produce con la trata de personas. 

El dinero permite obtener un consentimiento al comprador y eso muestra todavía más que la otra parte tiene una relación sexual aunque no la quiera. No importa todo lo que se dice o se hace para esconder este hecho porque, si hubiera deseo mutuo, no habría pago. Por eso, la prostitución es el enemigo de la liberación sexual, del deseo recíproco, del placer compartido.

¿Qué te ha llevado a tratar también la maternidad subrogada, los (mal) denominados “vientres de alquiler”?

Para defender los vientres de alquiler se utilizan los mismos argumentos que con la prostitución: una mujer puede hacer lo que quiera con su cuerpo, es su decisión, gana dinero, puede salir de la pobreza... Se entiende que todo el mundo tiene derecho a tener sexo o tener hijos aunque no haya ninguna convención de la ONU ni ningún otro texto legal que lo diga. 

Yo pienso que aquí tenemos dos industrias y que las dos venden el cuerpo de las mujeres como si fuera un producto: en el caso de la prostitución, es el sexo, sexo sin hij@s; en el otro, es el contrario, hij@s sin sexo. Tenemos la vieja dicotomía entre la puta y la virgen, dos industrias que ahora están en el mercado, y yo digo que eso es totalmente incompatible con la igualdad de género y con la liberación de las mujeres.

En tu libro hablas de una campaña que se hizo en Barcelona bajo el lema "Yo también soy puta". ¿Cómo explicas que una parte del movimiento feminista reivindique la palabra?

La mayoría de las personas que la reivindican no son prostitutas y, por lo tanto, reivindican una palabra que no tiene nada que ver con ellas. Tú, como blanca o heterosexual, no puedes reivindicar las palabras "negro" o "maricón". No te pertenecen. Pienso que reivindicar la palabra "puta" es una especie de fetichismo, se ve como un tipo de empatía y, en realidad, es una muestra más de la distancia con la realidad de la prostitución.

La palabra "puta" no es una creación femenina, sino una invención masculina. El patriarcado define a las mujeres en función de su sexualidad. Si llamas a una mujer puta, no ves que es un ser humano. Es como decir: “Ah! Tú eres puta, yo te respeto porque eres puta”. Pero esta mujer no es una puta, antes de ser puta era una niña que quizás tenía sueños, que quizás quería hacer otra cosa. Si tú preguntas: “¿Quieres que tu hija sea puta”?, ninguna prostituta te responderá que sí.

¿Por qué crees que hay sectores muy amplios de las izquierdas y el feminismo que defienden la prostitución?

El discurso a favor del trabajo sexual ha convencido a las feministas con el argumento de que la prostitución es resultado del hecho de que las mujeres dispongan libremente de su cuerpo. A la gente de izquierdas se le dice que la prostituta es una trabajadora y una sindicalista; a los liberales se les dice que es una cuestión de libertad personal y que la prostituta es una empresaria del sexo; a la gente de los movimientos LGBT y queer, se le dice que las prostitutas son un grupo estigmatizado como los homosexuales.

El discurso pro trabajo sexual intenta apropiarse del tema central de todas las ideologías para infiltrarse en todas las esferas de la sociedad. Tiene la propiedad increíble de combinar la idea de revuelta (los oprimidos y las oprimidas contra el poder) con el capitalismo (la libertad de vender). La prostitución está rodeada de mitos que nos impiden ver la tragedia que supone que un ser humano compre a otro. Un ser humano reduce a otro ser humano al estado de objeto, de mercancía: “Te compro. Existes para satisfacerme”.

Sabemos bien poca cosa de la ley integral sueca (de nombre Kvinnofrid, 'de la paz de las mujeres'), que penaliza a los clientes de la prostitución por primera vez en la historia. ¿De dónde viene y por qué se promulgó?

La ley se basa en las investigaciones que se empezaron a hacer en el año 1977. Se realizaron muchas entrevistas con mujeres que se dedicaban a la prostitución y no solamente con ellas, sino también con los clientes y todas las personas relacionadas con esta actividad. Las investigadoras dejaron los despachos y estuvieron haciendo trabajo de campo durante tres años para comprender cómo era esta realidad en Suecia. 

El resultado fue un informe de 800 páginas, 140 de las cuales tratan sobre los testimonios de las prostitutas. La investigación fue una bomba y cambió la orientación de todas las investigaciones escandinavas –y más tarde, mundiales. Desde entonces, la prostitución –de la misma manera que la violación– es una cuestión de política de género. Y a partir de esa encuesta empezó el trabajo que 20 años más tarde resultó en la ley, según la cual (por la primera vez en la historia) la prostitución no se define por quien vende, sino por quien compra.

¿Cuáles son los resultados quince años después de su aprobación?

Lo primero que hay que saber es que la ley sueca no está hecha para combatir la prostitución, igual que la ley contra los homicidios no está hecha para medir si hay más o menos asesinados. La cuestión es cambiar las normas en la sociedad: ¿comprar sexo es un derecho o no? A lo largo de la historia, la prostitución siempre se ha prohibido de una manera u otra, pero siempre se ha penalizado a la persona que vende sexo. Incluso en Alemania, donde la prostitución es legal, te multarán si lo haces al lado de una escuela o de una iglesia. 

En Suecia, en cambio, la venta de sexo está completamente despenalizada, no te multarán ni te pondrán en la prisión, no importa dónde te prostituyas, no te pasará nada; lo que hacen es multar al cliente. La ley dice que quien comete el acto de prostitución no es la mujer, la prostituta, sino el cliente. Él es responsable, él tiene la opción.

¿Y qué sabemos de los resultados de la ley?

El año 2010 se hizo un estudio y se vio que hay menos hombres que compran sexo: antes lo hacía un hombre de cada ocho; ahora, un hombre de cada trece –en el Estado español es un hombre de cada cuatro. Claro está que hay suecos que van a Tailandia a comprar sexo, pero no van cada día. Con respecto a la opinión de la población sobre la ley, entre el 70 y el 80 por ciento de la gente está a favor, dependiendo del estudio. 

También muestra que tenemos muy poca prostitución, por ejemplo, si lo comparamos con la de Dinamarca –donde la prostitución es legal. Dinamarca es un país mucho más pequeño y cuenta con 10 000 prostitutas, con respecto a las 1000 o 2000 de Suecia. Los jóvenes suecos de hoy piensan que el que paga por sexo es un ser patético que no puede conseguir una mujer.

No puedes aprobar una ley así y creer que lo resuelve todo. Hay que contar la cantidad de prostitutas que hay y saber de dónde vienen, si están en manos de mafias y redes internacionales, etcétera. La trata de personas se desplaza muy rápido. Por ejemplo, en Suecia teníamos las mafias de Nigeria, pero se acabaron desplazando a Noruega; cuando Noruega aprobó una ley como la sueca, se marcharon a Dinamarca. Se desplazan, claro está, sin embargo, ¿si esta ley se extiende por toda Europa, donde irán?

Aparte de las medidas penales, ¿qué otro tipo de medidas aporta la ley?

En Suecia tenemos casas de acogida donde te ayudan con terapias psicológicas y recursos para buscar trabajo. Hay un trabajo social importante por hacer: si hay más prostitución, hay más trabajo social. Incluso si optas por la legalización, hay que hacer mucho trabajo social porque la prostitución se acompaña de miseria, drogadicción y alcoholismo.

¿Y cómo ves el trabajo social que se hace para ayudar a las mujeres a prostituirse de manera más 'profesional', dándoles preservativos, etc.?

Dicen que hacen reducción del daño (“harm reduction”). Según mi opinión, no es así. Si tú estás con el "cliente" y este te pega, ¿de qué te sirve tener un preservativo? Si después sufres estrés post-traumático, si sufres porque no puedes sentir una parte de tu cuerpo, si sufres porque te han violado tantas veces... ¿de qué te sirve un preservativo? Para mí, la reducción del daño es la reducción de la prostitución.

Pero hay ONG que también dan folletos con consejos para responder delante de un "cliente" violento, por ejemplo.

Imagínate que trabajas en una oficina de correos y te dicen: “Si el cliente te pega, haz eso; si el cliente te viola, haz aquello”. ¿Este tipo de trabajo sería legal? ¿Si es tan común? ¡No lo creo! Un trabajo donde sufres una tasa de mortalidad 40 veces más elevada que en cualquier otro trabajo no sería legal, todos los sindicatos estarían en contra. Pero, en el caso de la prostitución, los supuestos sindicatos dicen: “Adelante, muy bien. ¡Fantástico!”. 

Es como en El mundo al revés, de Eduardo Galeano. La prostitución es el mundo al revés. Cualquier sindicato dice: “Nuestro trabajo es muy duro, nos tratan mal”... e intentan demostrar que es una tarea peligrosa, que se tendrían que reducir las horas, además de luchar contra los patrones de la industria. Los supuestos sindicatos de la prostitución dicen: “Nuestro trabajo es fantástico, no sufrimos”. Dicen que la zona roja de Ámsterdam tiene que estar abierta las 24 horas del día. Yo les pregunté si alguna vez habían tenido un conflicto laboral y me respondieron: “¡Noooo!”.

¿Qué hay detrás de los “sindicatos de trabajadoras sexuales”?

El movimiento global del trabajo sexual tiene la misma estructura por todas partes. Son grupos de tres o cuatro personas en cada país, con muy pocas personas que realmente están en la prostitución. Siempre los solicitan para que hablen con los medios de comunicación. Después hay algunos académicos, trabajadores sociales, “sex liberals”, gente queer que les da apoyo. En Inglaterra son los proxenetas, patrones de las agencias de escorts, o en Holanda, el Estado mismo, quienes financian este movimiento.

En el libro explicas la paradoja que supone el hecho de que la prostitución sea reivindicada como un trabajo, pero, en la práctica, se tenga que esconder que es un trabajo...

Yo digo que la prostitución es una mentira. El hombre que compra sexo, ¿qué quiere? ¿Quiere a una mujer que actúe como una trabajadora? ¡No! Porque una trabajadora mira el reloj, está pendiente del final de la jornada. El hombre que compra sexo quiere a una mujer que esté siempre pendiente de él; alguien que, una vez recibe el dinero, actúe como si estuviera en una cita normal. 

Es obvio que, para ella, es muy difícil y aquí es donde empieza la disociación, la reificación. Porque ella tiene que actuar como si estuviera en una cita normal, pero, a la vez, intenta apagarse, no pensar y no sentir porque, si no actúa así, no aguantará la prostitución. Es una estrategia de autodefensa.

En el libro hablas de la disociación en la prostitución, ¿por qué?

Porque todos, todos los estudios internacionales sobre la experiencia de la prostitución muestran esto, la disociación. Si lees testimonios de la prostitución, no importa si la mujer está a favor o en contra, siempre dice lo mismo: que no piensa en sexo cuando ejerce, que piensa en otra cosa porque, si no fuera así, no aguantaría tener diez clientes o más al día. Y claro está, acaba no teniendo sexo. Por eso la mujer prostituida es la mujer más asexual que existe.

Fuente: Feminicidio.net

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