“Lo político es un concepto absolutamente dinámico”

¿Qué son las politicidades emergentes? ¿Qué es lo nuevo en la política?  El sociólogo Nazareno Bravo aporta su visión sobre las diferentes formas de participación que se impulsan en determinadas circunstancias en las sociedades.  

"Lo político es un concepto absolutamente dinámico"

Bravo realizó una tesis sobre la biblioteca Pablo González del Bº La Gloria. Foto Axel Llorent

Especiales

Natalia Bulacio

Publicado el 31 DE MAYO DE 2012

Nazareno Bravo es sociólogo, investigador del Conicet y docente universitario. En el marco de la beca doctoral del Conicet realizó una investigación en la biblioteca popular Pablo González del barrio La Gloria de Godoy Cruz. Su trabajo de campo se desarrolló entre 2005 y 2007.

En ese lugar tomó contacto a nivel temático- investigativo con la cuestión de la política y las formas de participación. “Allí se podía ver claramente - después de un tiempo- cómo la participación, muchas veces, va por carriles que la política institucional no reconoce”, dijo el investigador.

Las  formas de participación no siempre tienen un tinte o carácter político inmediato, aunque “cuando uno se involucra y ve lo que están discutiendo, y hacia donde se está yendo el proyecto específico de un grupo determinado, se da cuenta que eso es una experiencia política. Y ahí entra en juego lo de las politicidades emergentes”, amplió el entrevistado.

¿Qué son concretamente las “politicidades emergentes”?

Las politicidades emergentes es un concepto que ha utilizado sobretodo Denis Merklen (sociólogo, autor del libro Pobres ciudadanos) que es uruguayo y que tuvo buena recepción en Argentina para pensar este tipo de experiencias.  El  2001 fue una época caracterizada por la emergencia de formas nuevas y crisis de lo establecido. Entonces, las politicidades vendrían a ser una dimensión política intrínseca que tenemos las personas y que se activan en determinadas circunstancias. Esto no tiene que ver directamente con la participación en un partido, en un sindicato, o instancias estatales. Si no con una vocación política que existe en la sociedad.

Entonces, tenés gente que participa barrialmente, pero barrialmente están pensando cómo es el lugar, cómo los ven desde afuera, qué le exigen al Estado, qué quieren para los jóvenes, etc. No es un partido, no es una política pública, pero implica niveles de  definiciones políticas (lo que somos, lo que queremos ser, cómo nos posicionamos frente a otros en la variedad). Aparece como un concepto interesante para poder hacer una lectura en clave política, de experiencias que no necesariamente son políticas a primera vista.

Lo "político" es un concepto absolutamente dinámico, aunque por momentos se instale la idea de esto y no lo otro, es lo político.  Tratar de instalar de un momento y para siempre que es lo que se considera política te impide visualizar otras formas de participación y reactivación, con muchísimo menos impacto mediático e institucional pero con una raíz política interesante.

¿Cuáles serían los contextos en el que surgen las politicidades?

El marco para ubicar los temas un poco -por lo menos en los que yo trabajo- tiene que ver con un fuerte cambio de paradigma de retorno democrático, a partir del ´83 en adelante.  Cómo la necesidad de sostener y reforzar la democracia va orientando la discusión sobre política, en el sentido de la buena política y la mala política. La buena política que refuerza la democracia y la mala política como todo aquello que trata de boicotearla de alguna manera. 

El tema es que en eso de la buena política también entra esa variedad o posiciones políticas que no siempre son liberadoras, contrahegemónicas, ni populares. Eso fue lo que generó que se reforzara la idea de que para pensar lo político vos tenías que estar pensando desde los partidos tradicionales, en el Estado, en las políticas públicas, en los sindicatos, es decir, las formas más institucionalizadas, más legitimadas por el propio sistema político. Se construye de alguna manera la idea de la política como profesión, en otras palabras que existan políticos.  Y en esta línea consideran la práctica política como  una especie de trabajo en el que se va cambiando de puestos.

Incluso se habló de la “nueva” y de la “vieja” política…

Claro. Entra en crisis la política institucional en las jornadas del 19 y 20 de diciembre (de 2001), con el icono del “que se vayan todos”, con la idea de que ya gobernaron todos los colores de los partidos- por lo menos los que tienen mayoría- y seguimos en lo mismo,  con que hay una continuidad entre políticas neoliberales. Toda esa especie de brote contra la política institucionalizada fue dando lugar a la idea de que había una vieja política que se quería abandonar. Y el surgimiento de la nueva política.

¿Entonces qué es lo nuevo en la política?

Bueno, aquí empieza otra discusión. Porque nada es tan nuevo ni tan viejo, y hay una constante redefinición y posicionamiento que va complejizando el análisis. Pero en este contexto se pudo percibir procesos que ya venían en marcha por lo menos desde mediados de los ´90.

En la crisis del 19 y 20 de diciembre donde se pone en el tapete una serie de experiencias de participación, de formas de pensar lo colectivo, lo comunitario, inclusive lo político. Esto no aparecía dentro de los discursos mediáticos, del sentido común para pensar la política. Y tiene que ver con experiencias que surgen muy de base, muy desde los barrios, como grupo de personas que se juntan por alguna problemática puntual y terminan colectivizando necesidades; relacionándose con otras organizaciones, politizándose de alguna manera por carriles diferentes.

Se puede distinguir toda una serie de fenómenos que ocurren en el interior de barrios marginales, de los sectores populares (que son los más castigados con toda esta novedad del neoliberalismo) y  el impacto que significó la pérdida de trabajo como ámbito de socialización y de vida cotidiana.

Al perder esta línea (el trabajo) que ordenaba la vida de los sectores populares, y después de un tiempo de especial zozobra, empiezan a surgir espacios de resistencia, de participación. Se intenta ver cómo se solucionan problemáticas cotidianas desde la propia comunidad, muchas veces sin apoyo de los partidos políticos y enfrentadas con las formas del Estado. Entonces se puede ver cómo comedores, centros culturales, o roperos comunitarios van confluyendo en organizaciones.

Podemos destacar cuando  un grupo de gente nucleada en una murga, o en una biblioteca, empieza a tomar posición ante situaciones conflictivas que implican vivir en sociedad (ejemplo: cómo nos paramos frente al Estado, a los punteros políticos, ante la misma iglesia del barrio, etc.). Todo eso hace a una manera de pensar y pensarse que uno puede analíticamente decir que tiene ribetes políticos. Hay un anclaje en lo barrial de los que participan, tiene que ver con procesos sociales de su propio territorio, como característica propia de estas emergencias.

Muchos de estos lugares (como La Gloria) tienen Registro Civil, centro de salud, escuelas, iglesia, etc. no hace falta salir “fuera del barrio” para llevar adelante la vida cotidiana. A esto se suma la polarización social que hace que para una gran parte de la población ser “pobre y joven” sea peligroso. Todo esto va configurando un perfil determinado y no se alienta a que la gente salga de esa comunidad. A lo anterior se le agrega que durante mucho tiempo estas personas han sido relegadas por el Estado.

También puede ubicarse dentro de las politicidades emergentes, a una serie de organizaciones y de movimientos que no tenían una presencia tan destacada hasta ese momento. Pero como de alguna manera la política institucional está deslegitimada, desprestigiada; emergen voces públicas que llaman la atención.  Ahí encontramos a los colectivos/las colectivas feministas, por ejemplo.

Desde una renovación que se produce en el movimiento de derechos humanos con la aparición de HIJOS, desde el ambientalismo, las asambleas, desde distintas formas, con diferente suerte e intereses se van ensayando formas de participación que buscan por lo menos crear mecanismos novedosos de interacción y participación, de objetivos, de convocatoria.

Todo esto no quiere decir que no hay cruces ni tiranteces entre la nueva y la vieja política, etc. Aunque no siempre están en tensión. Estas nuevas formas de participación no necesariamente tienen que ser entendidas con oposición o antisistema. Hay algunas que sí y otras que no. 

Depende del perfil del grupo y de los objetivos que persiguen. Hay organizaciones, por ejemplo, que su reclamo está atado a que el Estado reconozca su derecho. No es una cuestión anti-estatal, anarquista, sino que se le señala al Estado lo que no cumple. Otras veces estos grupos funcionan en colaboración o alcanzan niveles de institucionalización.

Pensaba en un ejemplo: cuando se planteó la posibilidad de que la provincia iba o no ser “pro-vida”, el vicegobernador se reunió con parte del equipo del Instituto de Género de la UNCuyo. Pero aparentemente no se trascendió más que la consulta a un grupo de especialistas.

Bueno, aquí entran las estrategias políticas estatales hacia las organizaciones, si es de consulta o de involucramiento y lo que las mismas hagan con eso que se les propone. En general, puede que exista un colectivo que esté opuesto al Gobierno y si este considera que el acercamiento no funciona, vuelve a una situación de crítica, de enfrentamiento.

Se va complejizándose el análisis y cada vez se puede ir metiendo más variables: si hay encuentros para tranquilizar a las organizaciones, o malas intenciones, o qué. Hay una variable que tiene que ver con la voluntad de los gobiernos y las intenciones, a veces de tranquilizar los reclamos o intervenir en los procesos.

Siempre hay que tener en cuenta en el análisis de las participaciones  las características de  las diferentes organizaciones, los partidos, etc. Y los momentos que estos atraviesen.

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