Los López Muntaner víctimas del terrorismo de Estado. 2° parte

Con uno de sus integrantes desaparecido en “La Noche de los Lápices”, la familia López Muntaner se enfrentó al secuestro de Luis César y a un nuevo camino de búsqueda de memoria, justicia y verdad. La segunda parte de los testimonios de Miguel y Emilio López Muntaner.

Los López Muntaner víctimas del terrorismo de Estado. 2° parte

Miguel López Muntaner saliendo del Tribunal luego de testimoniar. Foto: Guadalupe Pregal

Derechos Humanos

Unidiversidad

Guadalupe Pregal

Publicado el 23 DE DICIEMBRE DE 2014

La noticia de que Luis no había regresado de la cita que tenía con otros compañeros y compañeras de la organización Montoneros había llevado a su esposa, Marta Lastrucci, a mudarse al sur de la provincia, donde tuvo a su hijo. Nora Otín, que la había recibido en General Alvear, de donde era oriunda, se había trasladado a San Rafael para el parto de su hijo. Su esposo, Julio Pacheco, también había sido secuestrado en aquellos días de abril de 1977.


Vega: ¿Qué sabe usted del período previo al secuestro de su hermano? ¿Dónde vivió? ¿Con quién vivió?

Miguel: No, en ese momento no lo sabíamos. Por cuestiones de seguridad él no iba tampoco a plantear el lugar exacto de su residencia. La forma que mi madre tenía de comunicarse con él era a través de un Poste Restante, no sé si eso sigue existiendo pero era una suerte de correo público a donde se podía mandar una carta y él debía ir a retirarla. Nosotros tuvimos alguna información después de que mi madre lograra recuperar a mi cuñada, o sea que lo que les voy a comentar es lo que mi cuñada le contó  a mi madre cuando ella vino a buscarla acá en Mendoza. Nosotros sabemos que Nora (Otín) fue detenida, la esposa de Julio Pacheco, embarazada. Igual que mi cuñada, estaban las dos embarazadas prácticamente de la misma fecha porque nacieron los dos, el hijo de mi hermano y el de Julio Pacheco, al otro día de los secuestros. Creo que la fecha exacta es al otro día o a los dos días; los dos partos se produjeron prácticamente el mismo día.

Nora fue detenida y después liberada, recuperó la libertad en poco tiempo, esto es lo que sabemos por mi cuñada. Después, lo que quedó en el conocimiento nuestro ya son los dichos de mi cuñada: mi hermano no regresó de una cita, tenía un horario de seguridad fijado con su mujer. Cuando no cumplió ese horario Marta, mi cuñada, se fue, creo que a la localidad de Las Heras*, que es la ciudad, creo, de donde es oriunda Nora, y se internó en un hospital para tener a su bebé. Dentro del hospital, después de nacido el bebé, logró establecer contacto con una enfermera del mismo hospital a la cual le contó la circunstancia personal por la cual estaba atravesando, que ella en realidad no tenía donde ir porque estaba fugándose y le pidió por favor que se pusiera en contacto con mi mamá, con un teléfono de un vecino. O sea que no llamaba a mi casa sino a un teléfono de un vecino, que creo que deberían ser los mecanismos que había encontrado mi hermano para tener una comunicación directa con mi madre. Cuando mi mamá, por esta enfermera, fue anoticiada de las circunstancias de lo que estaba ocurriendo, que su hijo estaba detenido, presuntamente desaparecido, y que su nuera estaba internada en un hospital y que había dado a luz a mi sobrino, mi mamá viajó a Mendoza a buscarla. Fue al lugar donde habían estado ellos viviendo. Mi madre describió un escenario de destrozo general del lugar, que la casa había sido violentada, y se llevó a mi cuñada para La Plata. La llevó a la ciudad de La Plata, estuvo una noche nada más en la casa de mis padres y después fue trasladada a un campo en General Madariaga donde permaneció un año y medio. Posteriormente, a través de organismos de Derechos Humanos, se logró el traslado de mi cuñada a Italia, que es a donde viajó con su bebé y donde hoy reside, en la ciudad de Prato, sigue viviendo en Italia.

*A pedido del Fiscal Dante Vega, Miguel López Muntaner aclara sobre el lugar de nacimiento de su sobrino: “Puede ser que yo esté confundido de Las Heras con General Alvear. Para poder precisar, porque tal vez me equivoco, tengo entendido por Nora que mi cuñada viajó a la ciudad de la cual ella era originaria. Si Nora Otín es originaria de General Alvear, mi cuñada viajó a General Alvear. Yo me puedo confundir con Las Heras, pido disculpas, porque no tengo mucha precisión sobre las localidades”.

Vega: ¿Ha hablado con su cuñada de lo ocurrido con su hermano?

Emilio: En el 85 yo ya tenía 16 o 17 años. Cada vez que hablábamos, mi cuñada siempre intentaba tratar de ver cómo había sido desde el momento que ella lo había dejado hasta el momento en la que ya escuchó en la radio. Ella permanentemente planteaba esta ecuación o esta idea de que, concretamente, por el momento en que salió la comunicación de este enfrentamiento y de la cantidad de militantes que habían caído, ella estaba casi segura de que en ese enfrentamiento había desaparecido, había muerto. Lo que nunca se supo, porque el cadáver nunca había aparecido, tengo entendido que ningún otro había aparecido, salvo treinta y pico de años después. Hace dos años con mi hermano verificamos estas fotos que aparecieron en la morgue, donde reconocimos a mi hermano que estaba muerto en una camilla, con las piernas quebradas, con golpes en la cabeza y con uno o dos orificios de bala en el pecho.

Vega: ¿Alguna vez su cuñada le confirmó lo de su hermano, que si no volvía a cierto horario ella tenía que irse?

Emilio: Si, ella lo confirmó y por eso ella tomó la decisión de irse, de no esperar más. Creo que también era un método de seguridad que mantenían en torno a horarios y a reuniones muy rigurosas en las cuales un minuto, dos minutos, cinco minutos significaban la pérdida de la vida. No quiero ni pensar en una mujer con una panza de nueve meses teniendo que tomar en ese momento la determinación de no esperar a su compañero, tener que irse y no sabe a dónde. No sabía dónde se tenía que internar porque tenía que buscar un lugar que estuviera lo más alejado posible como para que no corriera riesgo de vida tanto ella en este caso, como después conociendo la historia de secuestros de los bebés, como también del secuestro de su hijo.

Vega: ¿Le comentó si la casa fue visitada?

Emilio: Ella no, sí lo dijo mi mamá. Cuando mi mamá la fue a buscar, tengo entendido, no sé si fue en el primer momento que va al lugar donde se encontraba en el hospital o si primero fue al departamento. Yo creo que tiene que haber ido primero a buscarla al hospital, ahí mi cuñada le tiene que haber dado la dirección y ella, arriesgando también su situación, debe haber ido al departamento, porque sí la he escuchado a mi madre decir de que el departamento estaba todo registrado, todo revuelto.

Vega: ¿Usted pudo reconstruir algo en relación con Julio Pacheco?

Emilio: No, lo que tengo entendido es que era compañero de mi hermano, que creo que era de Juárez o de algún lugar de la Provincia de Buenos Aires. Era novio de Nora, militaban juntos con mi hermano, eran muy compañeros y viajaron juntos para Mendoza. Yo creo que estaban todos allá y deben haber tomado la decisión de trasladarse para Mendoza.

Vega: ¿Usted sabe si su hermano hospedó a alguien en su departamento?

Emilio: Hace dos años estuvimos charlando con una persona que era de nacionalidad chilena y que nos comentó que había sido parte de ese grupo, que estaba constituido por siete u ocho personas militantes y que estaba trabajando en tratar de hacer una campaña panfletaria en contra de lo que en ese momento era la dictadura acá, en la ciudad de Mendoza. Esas reuniones que se estaban generando eran reuniones de logística. En ese momento es cuando, tengo entendido pero no te lo puedo confirmar, él llegó tarde a la reunión y cuando verifica el operativo que se estaba constituyendo.

Vega: Relate, si es tan amable, el episodio con las fotos.

Emilio: Veníamos a una fiscalía, ahí yo me encontré con Nora. Habíamos venido con mi hermano. Nos encontramos con Nora y con un par de personas más. Yo no recuerdo en este caso este señor chileno militante que también había estado, que había un par de personas de organismos de derechos humanos y que estaban tratando de reconstruir todo el proceso en torno a que se estaban abriendo nuevamente los juicios que se habían generado a partir de la abolición de lo que eran las leyes de Obediencia de Vida y Punto Final, y que es todo lo que había pasado en diferentes lugares del país en donde se empezaban a abrir nuevamente los juicios y se empezaba a recabar información sobre este tema. A nosotros nos llamó Nora y nos dijo que era muy importante que, si podíamos, ir nosotros a atestiguar, fundamentalmente para dar conocimiento de la existencia de mi hermano y por qué había estado en Mendoza. Nos dice que sería muy importante que fuéramos porque habían aparecido unas fotos en la morgue y ella estaba convencida de que era mi hermano. Nosotros, cuando llegamos, vinimos al tercer piso de acá a reconocer las fotos.

Miguel López Muntaner reconoce a su hermano en las fotos encontradas en la Morgue, que forman parte de la causa.

Miguel: Sí, absolutamente, esas fotos no dejan ninguna duda, esas fotos son las de mi hermano.

Vega: ¿Recuerda si le dieron alguna explicación, si su hermano podía estar enterrado en algún lado?

Miguel: Cuando nosotros reconocimos las fotos, a la salida de la audiencia que tuvimos acá en los tribunales, fuimos al Cementerio de Mendoza y nos encontramos con el Equipo de Antropología Forense. Ellos nos relataron que a partir de ese reconocimiento de fotos, esto de alguna manera colaboraba, ayudaba a la localización por la cual ellos estaban trabajando, para determinar que en tumbas NN de ese cementerio existía la posibilidad de que en determinado lugar estuviesen cuerpos de personas que habían sido víctimas en la década de los 70, en abril del 77. Nos comentaron que habían encontrado ocho cuerpos; tengo entendido que uno de los cuerpos fue identificado, es de una ciudadana de acá, de Mendoza. El resto de los cuerpos iban a ser trasladados a la Ciudad de Córdoba para continuar con los análisis de ADN. Lo otro que sabemos en esa dirección es que se iba a demorar el trabajo.

Vega: ¿Usted tiene algún juicio de valor sobre lo que sucedió con su hermano, algo que explique la desaparición forzada, toda esta persecución que sufrió la familia?

Emilio: Sí, yo con respecto a este tema tengo un posicionamiento tomado acerca de lo que ha pasado en esa noche oscura que vivió la República Argentina, del 24 de marzo del 76 hasta el 83, Sin duda que hubo una decisión concreta por parte de una dictadura militar de desarticular con la intencionalidad, y de eso hoy ya no tengo ningún tipo de duda, de estar respondiendo a un modelo político-económico, fundamentalmente respondiendo a una ideología de una clase dominante; en este caso, de grupos económicos que creo que han sido los ideólogos de la dictadura militar y que en algún momento, calculo que de la misma forma que hoy por hoy están empezando a ser juzgados hombres como Blaquier, sin duda que va a empezar a aparecer esta complicidad que no era solamente una dictadura militar, sino que era una dictadura cívico-militar. Sin duda utilizaron al Estado, a través del terrorismo de Estado, para desarticular y para generar un Estado de represión con métodos que tal vez nunca se habían utilizado en la Argentina. Ninguna dictadura militar había utilizado el método de la desaparición de personas y el secuestro de niños, delitos de lesa humanidad.

Así que creo que, producto de ese mecanismo, de ese proceso, tanto mi hermano como mi otro hermano, como más de 30 mil personas en la Argentina, han sido secuestradas, torturadas y desaparecidas. Me parece que está en ese marco, donde yo hago una lectura de lo que ha pasado no solamente con las personas que se quedaron acá, sino con más de un millón de exiliados que tuvieron que irse de este país porque si no, les hubiese pasado muy posiblemente lo mismo.

Miguel: En realidad, explicar lo que ha ocurrido en la Argentina durante los años de la dictadura militar ya no sirve; tampoco personalizarlo únicamente en mi hermano, o sea, está a la vista. Hay más de treinta mil personas que están tratando de ser identificadas, miles y miles de familias que han perdido a sus familiares, a sus hijos, esposas, hermanos, y contamos además con los testimonios de los que han logrado sobrevivir, que de alguna manera sirven para poder comprender y entender lo que pasó. Nosotros creemos realmente que hubo un exceso arbitrario, premeditado, por parte del Ejército Argentino y las fuerzas de seguridad de este país en pos de desarticular lo que ellos interpretaban que era un grupo de subversivos que trataban de trasponer los órdenes constitucionales de la Nación. En eso ha ocurrido lo que es historia, lo que se está ventilando en este juicio y en cientos de juicios.

Las características de todas estas operaciones son públicas y muy conocidas. Parece mentira que después de casi 37 o 38 años se puedan estar realizando estos juicios y se pueda ventilar realmente qué fue lo que pasó en éste país. Las situaciones a las que fueron sometidas las personas que no están, que no solamente están muertas o están desaparecidas o directamente que no se sabe si están muertas o están desaparecidas porque todavía no hemos logrado encontrarlas, más las torturas declaradas por miles y miles de sobrevivientes, más cosas como éstas: encontrar después de tantos años. Creo que acá ha habido una tarea a valorar, después de 36 años encontrar en una morgue fotografías de un grupo que fue asesinado en esta ciudad. Me parece que las características de toda esta situación ya son demasiado públicas, señor juez, y ojalá que este juicio sirva para que todo esto se ventile claramente y para que el Tribunal sea iluminado realmente para proveer de justicia a quienes hoy están siendo condenados por estos crímenes aberrantes.

Emilio: La reflexión final es que mi familia y quien le habla están completamente convencidos de que Luis Cesar fue producto de ese terrorismo de Estado. Esa etapa oscura que, lo que uno desearía concretamente para el bien de las nuevas generaciones, es que en algún momento se cierre definitivamente con la memoria, con la verdad y con la justicia; fundamentalmente con la justicia. Que sea la justicia la que determine quiénes verdaderamente fueron los culpables de semejante delito, como es el secuestro la tortura y la desaparición de personas.

Miguel: Yo no puedo mirarlo de manera personal. Realmente nosotros no tenemos sensaciones vengativas, sensaciones de odio. Lo que sí creemos es que para construir una sociedad diferente, distinta, es imprescindible que encontremos la justicia y la verdad de lo que ocurrió en Mendoza, como en todas las provincias de esta Nación.

Fuente: Edicion UNCUYO

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