“Mejorar un poquito, hacer un poquito, dar un poquito, amar un montón”

Nidia Soto fue una militante social, una luchadora por los derechos de los niños y las niñas. Se recibió de Asistente Social y nunca dejó la actividad hasta hace muy pocos años cuando enfermó y perdió la visión. 

"Mejorar un poquito, hacer un poquito, dar un poquito, amar un montón"

Cultura

Unidiversidad

Analía Martín

Publicado el 19 DE JULIO DE 2014

Llevó adelante el comedor "Brazos Abiertos" donde diariamente comían 600 personas. En homenaje a Nidia, en el día de su fallecimiento tras un paro cardíaco, Edición UNCUYO reproduce sus palabras, en la nota del día de la mujer trabajadora.

La octogenaria mujer lleva adelante Brazos Abiertos, un hogar-comedor que diariamente da de comer a 600 niños. Es Asistente Social jubilada pero en constante actividad y movimiento. Nidia, desde hace tres años está ciega, pero sus ayudantes y voluntarios son “un poquito sus ojos”. Una mujer que lucha, una mujer que tiene ideas y que ha propagado esa fuerza en muchas otras mujeres y, algunos varones que diariamente se embarcan en la tarea de hacer mejor la vida de los niños.

“Yo empecé con esto hace 18 años. Veía que había muchos chicos en la calle, muchas horas, jugando, estando, permaneciendo; cosa que no es normal. Esto evidencia una anormalidad en el hogar de esos niños. Esto al principio era un pequeño comedor de 30 niños, con una persona que me donó 30 raciones de comida. Inmediatamente después comencé con el apoyo escolar; y como yo soy Asistente Social, hice una ficha personal de cada uno de los niños”, dice Nidia con voz calma y suavemente del otro lado del teléfono.  “Se hacían evidentes sus falencias sociales, legales, de todo tipo. Ahí comenzó mi trabajo en forma directa con la familia, el niño, la escuela dándoles apoyo escolar de mañana y de tarde. Comencé en la lucha contra la deserción escolar y concientizar a la madre de que sí o sí tenían que andar el niño a la escuela”.

La Nidia.  “Yo he recibido montones menciones de honor, de alabanza, que yo las considero exageradas; recibo y agradezco los halagos pero yo no creo ser nada tan especial. Yo pienso que soy una mujer que estudié para hacer este trabajo, siempre he trabajado en esto porque me gusta, porque lo siento, porque me significa el logro de un ideal mío: mejorar un poquito, hacer un poquito, dar un poquito, amar un montón. Significa una verdad en mi vida”.

Mujeres y… varones.  Sin duda alguna, las fuerzas y las ideas de Nidia se propagaron y prendieron en muchas mujeres que empezaron llevando a sus hijos y se quedaron. “Las mujeres en el comedor ayudan. Acá hay que barrer la vereda, el patio, la cocina, el salón, los dormitorios, hacer el desayuno, ponerle dulce a las tortas, atender a los chicos, de todo. Después entran las maestras de apoyo, a la vez las cocineras están preparando 600 platos de comida, y es así todos los días. Se trabaja mucho. Los varones, cuando no van a la escuela, a veces ayudan, no siempre, no son grandes colaboradores; por eso yo insisto mucho en que estudien.

¿Por qué crees que los varones no ayudan tanto como las chicas?

“La verdad que no sé, lo analizo y no sé bien por qué será. Quizás sea el machismo de los varones, yo siempre les digo ‘ustedes se creen duques y son niñitos fatales’, les digo que ‘analicen la vida de ustedes’; ellos tienen este techo, esta casa, en donde por suerte comemos todos los días, esas cosas hay que valorarlas de otro modo. La vida es una eterna enseñanza, a los chicos hay que vivir repitiéndole las cosas”.

Si parece difícil con los varones cuando son chicos, mucho más difícil es cuando son grandes. Los padres, los varones, llevan sus hijos a comer y nada más. “Ellos toman su cerveza, hacen su vida, hay una falta de conciencia, de compromiso. Este año inicié con una escuela de padres, una humilde escuela de padres, pero los tengo que enganchar con una mentira: que vamos a hablar de un campeonato de fútbol. Yo preparo tortas fritas, tortitas al horno, preparo unas teteras lindas que tengo y unas tacitas lindas, preparo unos ricos té o yerbeados. Y en realidad hablamos, a lo mejor, algo de fútbol pero también hablamos de lo que yo quiero. Pretendo concientizarlos que hace falta amar, que hace falta dar, que hace falta que abracemos ese hijo, que abracemos a cualquier niño necesitado. Cuando yo empiezo a hablar de las cosas que yo quiero, no tienen más remedio que escucharme”.

Un mensaje.  “A la mujer le digo que es un ser magnífico que Dios creó, estamos llenas de capacidad, de vida interior, de esencia femenina para brindar, para esparcir en nuestro entorno, para que se impregnen los demás seres de nuestra esencia. La mujer es múltiple en su capacidad, en sus posibilidades, entonces qué bueno sería que la mujer aprendiera, concientizara esa capacidad para poder prodigarse. ¿Te imaginás cómo estaría el mundo impregnado de amor si cada mujer supiera dirimir sus posibilidades? Sería fantástico.

Y a los hombres, en el día de la mujer, también Nidia quiso hacer una reflexión. 

A los varones les digo que abran bien sus ojos, el hombre está hecho igual que la mujer con grandes posibilidades y potencialidades, entonces qué bueno poder mejorarlo para poder hacer una vida frondosa”.

nidia soto, brazos abiertos, niños, comedor, hogar, derechos,