Pensar Libia. Parte I

Cristian Buchrucker, investigador del CONICET, y su equipo se encuentran trabajando en el proyecto de la SeCTyP (Secretaria de Ciencia Técnica y Posgrado)  “Ideología y violencia organizada en el mundo contemporáneo”. Propusimos al investigador analizar el conflicto libio desde las categorías, hallazgos y marco teórico de su proyecto. Una interesante perspectiva para abordar los acontecimientos más recientes. Publicamos la primera parte de la amplia reflexión del investigador.

Pensar Libia. Parte I

Especiales

Publicado el 30 DE MAYO DE 2011

El doctor Buchrucker reflexiona acerca de la relación existente entre ideología y conflicto armado,  proporcionando herramientas para entender la actual situación en el mundo árabe. Una mirada esclarecedora sobre las elaciones entre derechos humanos y violencia organizada. 

-¿En qué consiste el estudio que llevan a cabo?

-El principal objetivo es analizar el peso relativo- que de hecho ha sido alto-  del factor ideológico en las explicaciones que se han dado de la violencia organizada, entendiendo por esta  la guerra entre Estados, la guerra intra-estatal, o sea, la guerra civil y los asesinatos masivos estatales o para-estatales.  Nosotros comenzamos nuestra investigación con una periodización que no es casual, uno podría decir que es la historia contemporánea relativamente reciente. La historia contemporánea en sentido amplio empieza con la Revolución Francesa, pero no hemos partido de este suceso porque la conformación del mundo en su primera globalización realmente efectiva se da a fines del siglo XIX, en la época del imperialismo colonial, momento en el que el mundo se encontraba ya ampliamente globalizado (hablamos del período 1880-1914). En ese  entonces tiene una importante presencia  la ideología nacionalista, una ideología que, cuando se la analiza con lupa, revela una característica que no ha perdido en muchos lugares hasta el día de hoy, esto es: que se trata, en realidad, de un falso nacionalismo que esconde un imperialismo. Es decir que con argumentos de supuesta defensa de intereses nacionales se plantean  las políticas imperiales de fines del siglo XIX. La diferencia con la actualidades que en aquella época tenían un imperialismo mucho más abierto o sincero que el que vino después. Porque después vino la hipocresía. Después de la Segunda Guerra hubo un gran cambio. Frente  a las características todavía presentes del gran período colonial, luego del 45’, se difunde una especie de oleada de hipocresía tratando de ocultar las políticas imperiales que continúan de facto, pero que han perdido legitimidad teórica, ese es el gran problema contemporáneo.

-Con hipocresía se refiere al discurso de los DDHH, ¿no?

-Sí. En realidad vemos queexiste una doble fuerza que combate con el imperialismo en la época de la segunda guerra mundial. Por un lado hay que considerar el importante desarrollo de los principios de DDHH entre las dos guerras mundiales. Por el otro lado, tenemosel nacionalismo racista, sectario, autoritario y persecutorio de las potencias del eje, potencias que no sólo habían desarrollado políticas del tipo señalado sino que las habían justificado teóricamente. Con La derrota de los fascismos, y otros regímenes similares como el militarismo japonés, en el 45’ la ideología nacionalista pierde muchísimo crédito y el discurso que queda disponible y defendible a nivel mundial es el de DDHH, discurso que excluyó de plano el razonamiento fascista. Ahora bien, estamos hablando de discurso ideológico…



-Hablamos entonces de DDHH como una ideología…

-Aquí uso ideología en el sentido neutro que le dan las ciencias sociales, neutro quiere decir: todo edificio conceptual o cuerpo doctrinario más o menos importante y  explícito que haga referencia a problemas conflictivos de la sociedad y que ensaye caminos y soluciones para superarlos es ideología. No es ciencia por la sencilla razón que la ciencia lo único que busca es explicar qué es lo que pasa; no puede encarar decisiones de valor.  No hay ciencia que pueda guiarnos en las decisiones prácticas y políticas, que nos diga “¿qué hacer?” Dicho esto, lo destacable es que, después de la segunda Guerra Mundial, la ideología de los DDHHdeslegitimó a los defensores de viejos y nuevos imperios. Y tenemos la prueba en el hecho que, a partir de ese momento, se cambian los títulos y ya nadie habla de imperios sino de uniones, comunidades de naciones,etc;Francia es un ejemplo de cómo las viejas potencias coloniales cambiaron sus nomenclaturas:   en el nuevo clima, su imperio colonial, que duraría hasta los años 60’, se denominó Unión Francesa.Lo que muestra esto, claramente, es que el cambio ideológico se encuentra desfasado de las transformaciones concretas. La regularidad que uno ve estos últimos 120 es que el debate ideológico anticipa cosas que en la práctica tardan mucho más en convertirse en realidad. En el año 45, las potencias vencedoras hablan  un discurso democrático, de DDHH y de autodeterminación de naciones. Si bien la combinación de todos esos discursos deja en un pozo negro a los imperios coloniales,  la realidad de la descolonización dura 30 años más. O sea que se constata un desfasaje: tenemos un discurso 30 años antes de que se cumplan los objetivos. Los imperios formales coloniales que se conocían terminan, con la caída del imperio portugués a mediados el 70’,  pero en esos años se arrastran miles y miles de muertos en el camino. Esto es parte de la violencia organizada, no debemos ser tan ingenuos como para creer que la aparición, incluso la victoria en los medios masivos de comunicación de una ideología hegemónica implica la realización efectiva de lo que ahí se predica. Y esto lo vemos hasta el día de hoy: el retraso de la realización práctica de un principio proclamado.

-¿Pero no le parece que eso es inherente a lo que llamaríamos, en este caso, régimen ideológico o discursivo de esta ideología?

- Es inherente a lo discursivo, aunque no de todo tipo de discursos, sí de este  discurso, que llamaríamos discurso anticipatorio: el discurso de estos derechos, incluyendo los derechos sociales y los derechos de autodeterminación de los pueblos, y la condena de toda política imperial, aparecieron mucho antes de que tuviéramos numerosas realizaciones efectivas.

-Pese a la utilización hipócrita que recién Ud. señalaba…

-Utilizaciones hipócritas del discurso de DDHH han tenido y tienen lugar en la actualidad. Ocurre que el discurso tiene una presencia virtual: para saber que está pasando con él es necesario ver quién lo utiliza y cómo. Se trata de lo manipulable propio del mundo simbólico, el mundo simbólico se presta siempre a diversos usos, a manipulaciones y resistencias de distintos grupos humanos.

-En la actualidad es difícil que esa resistencia se realice por fuera del discurso de DDHH.

-La resistencia se hace por dos caminos. Por una lectura distinta de un mismo texto, de una misma ideología, que es algo que se ha hecho un montón de veces. Se dice “mire, Ud. dice que este texto avala lo que Ud. está haciendo, yo le voy a decir que si usted lee este texto con la clave que le voy a dar yo, no avala lo que Ud. está haciendo”.Es la discusión en torno a Marx;discusión que deriva en gran medida de lecturas totalmente distintas de los textos de Marx. Por otro lado, está la posibilidad de hacer la resistencia confrontando una ideología con supuestos que parten de otra base ideológica. En la actualidad, con la desaparición del discurso nacionalista basado en las razas, las luchas y resistencias se dan por la vía de la primera opción que señalamos, es decir,  alrededor de un mismo discurso, que es el de DDHH. Por más que haya reacciones racistas o nacionalistas, estas subsisten en forma marginal respecto a la omnipresencia de la ideología de DDHH. Y lo que caracteriza el debate hoy es la lectura diferencial de la ideología de los DDHH, que es la ideología dominante del presente… ¡ Y gracias a dios que es dominante, sino no sé a dónde regresaríamos!Ahora bien, las lecturas diferentes aparecen, claro, en la praxis, a la hora de vehiculizar políticas concretas que plasmen el supuesto consenso que se tiene. Todos están de acuerdo con los DDHH, la paz, los principios de autodeterminación de los pueblos, etc., pero cuando se desatan conflictos concretos y se reclaman acciones concretas (en un país x se produce una guerra y se reclama intervención externa, de un lado, y abstención del otro) surgen los desencuentros, ¿cuál política concreta-económica, de ayuda humanitaria, militar-, es la que vamos a instrumentar? Ahí está la discusión, y volvemos a lo mismo: siempre hay una enorme mediación entre la ideología y las realizaciones prácticas, y siempre hay una importante diferencia, aunque no absoluta, entre la ideología y los intereses concretos de los involucrados.En este marco deben entenderse, incluida Libia, todas las intervenciones “humanitarias” de la posguerra fría, del nuevo “desorden” mundial proclamado por Bush padre, intervenciones que se hacen proclamando los principios de los DDHH.



-¿Cómo analizaríamos entonces en caso de Libia, más concretamente?

- Lo primero que deberíamos tener en cuenta en el análisis, es el papel de los organismos internacionales en el conflicto, en especial y sobre todo, lo que viene haciendo la ONU. Desdelos últimos 20 años de la posguerra fría, la idea de la cooperación internacional, multilateral, siguiendo principios democráticos, idea que es fundante y central en la ONU, fundante y central para darle su razón de ser, ha quedado terriblemente debilitada. La ONU ha perdido claramente prestigio; tenía más prestigio en el 91’ de lo que tiene hoy. ¿Por qué lo ha perdido? Porque a pesar de veinte años de suponer que la ONU simboliza o corporiza o encarna el consenso del que hablamos, han proliferado montones de violaciones de soberanías, de DDHH, etc. Y la ONU ha permanecido como un espectador impotente entre alianzas ad hoc, bombardeos dispuestos por un grupo de potencias del consejo de seguridad de la ONU, que tampoco tienen el aval del consejo, consejo que es una institución no democrática, puesto que es una institución donde cinco de doscientas naciones deciden- cinco que tienen el veto de paralizar resoluciones que consideran inconvenientes. O sea quetenemos la institución más antidemocrática del mundo, el consejo de seguridad, sobre la más democrática, la asamblea, que hemos logrado hasta ahoraen la historia de la humanidad, a nivel internacional, claro.Aquí es donde es preciso tener en cuenta la relatividad del peso ideológico, pues en efecto parecemos de acuerdo en muchas declaraciones pero no lo estamos a la hora de ejecutar políticas concretas, de las que dependen la vida y la muerte de cantidad de personas. Lo real muestra que en el plano de los intereses no hay acuerdos, ni compatibilidadesentre las potencias. Pasamos así al segundo aspecto a tener en cuenta que es el interés de las potencias más poderosas. Los países europeos se encuentran perjudicados por dos factores: por un lado, el conflicto significa para ellos la expulsión de refugiados a sus países, lo cual recalienta los conflictos migratorios y los miedos racistas ya presentes desde hace tiempo. Por otro lado, Europa necesita que no disminuya el flujo de petróleo desde los países árabes. Su interés es entonces acelerar la resolución del conflicto para normalizar y asegurar así el suministro de petróleo- o, al menos, saber con qué política petrolera deberá negociar cuando acabe la guerra- y disminuir el flujo migratorio de refugiados pobres que se vuelcan sobre las costas de Italia. Esto es lo que está detrás de las declaraciones de intervención humanitaria en un conflicto en el que no se tiene todavía suficiente claridad.

-¿A qué se refiere con “claridad”?

-Me refiero a las características internas del conflicto, que serían el tercer elemento a tener en cuenta en el análisis sobre Libia. Una de las opciones políticas que está luchando en el bando anti-Gadafi es claramente anti democrática ¿cómo es entonces la estructura de poder de la coalición que lucha contra el régimen? Nadie hoy puede asegurar sus títulos democráticos, pues como no  hay experiencia previa de que ese grupo haya ganado antes una elección democrática, tenga un método democrático interno, etc. Cómo sabemos que no son cuatro señores poderosos con sus seguidores que se han juntado y dicho “somos el gobierno provisional”. Ah, por supuesto que ellos prometen hacer elecciones democráticas, pluralistas y con todas las libertades el día de mañana: hoy no puede levantarse en armas casi nadie en el mundo que no prometa eso. Pero, teniendo en cuenta la experiencia histórica del mundo  árabe, tenemos que ser un poco cautos en esto.

-Jomeini…

-Jomeini prometió que iba a liberar al pueblo de la tiranía de Sha en Irán y cumplió. Que el Sha era una tiranía, lo era. Pero lo que vino a imponer Jomeini no resiste los análisis de que eso haya sido la liberación del pueblo iraní. Es otra tiranía que conserva muchas características de la antigua.Respecto a Libia se sostiene que Gadafi es él y una pequeña camarilla. Eso es dudoso. Que es él y una pequeña camarilla, seguro. Pero vemos que hace ya más de dos meses que están combatiendo y los gadafistas pelean con tanto entusiasmo como sus adversarios. Yo no he visto rendiciones masivas del ejército de Gadafi y la revolución lucha pueblo por pueblo. Por lo tanto, estamos ya, claramente, desde hace meses, frente a una guerra civil.

-¿Qué posición según su punto de vista debería tomarse desde la comunidad internacional?

-¿Por qué no reconocer que parte del derecho de autodeterminación de un pueblo es tener su propia guerra civil sin injerencia externa? Si me pregunta a mí, yo creo que ese es un derecho nacional. Tener una guerra civil es una gran desgracia, pero que vengan de afuera a meterse no ayuda. Y le voy a decir por qué: porque el día de mañana, cuando caiga el régimen de Gadafi y triunfe la revolución, como es muy probable, la revolución, entre sus títulos de legitimidad, va a carecer de uno fundamental: que la revolución la ganó el pueblo libio. Va a tener que decir, “una parte del pueblo libio se alzó y ganó la guerra gracias a la intervención de las superpotencias”. Yo no quisiera tener ese título de legitimidad para nuestra Revolución de mayo.  ¿Usted querría  estudiar historia argentina y que le dijeran que Argentina tuvo su primer gobierno independiente y todos los que le siguieron gracias a que España fue vencida por la intervención de Francia,  Inglaterra, que destruyeron a España? Algo así pone un enorme paréntesis y duda sobre la legitimidad histórica del futuro gobierno, en el caso que nos importa, de Libia. 

-¿Cómo ve las repercusiones y posiciones tomadas en América Latina respecto a este conflicto?

-En lo que respecta al posicionamiento de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos, el pronunciamiento de los países del ALBA incluido, me parece correcto. No ha habido reclamos importantes de intervención o bombardeos en favor de movimientos cuyos pliegos están a futuro y eso es muy positivo. Este continente tiene su propia experiencia histórica, tiene algo que decir sobre las intervenciones e injerencias internacionales armadas y debe tomar posición y armar sus opiniones desde estas experiencias históricas y políticas, no desde la supuesta autoridad de los discursos de las superpotencias. Se debe escuchar a todos, pero ni el Sr. Sarkozy, ni el Sr. Bush u Obama tienen legitimidad para ordenar lo que  deben hacer los países de Latinoamérica en política internacional. Las superpotencias actúan en base a sus intereses y experiencias, y nosotros debemos hacer lo mismo, hacer nuestro juicio en base a nuestros valores e intereses concretos. Desde comenzó el conflicto esto se ha venido haciendo. Nosotros y nuestros socios más seguros hemos convenido en que no es un conflicto bueno para la paz regional y mundial, no es un conflicto que tal como se está llevando contribuya a fortificar el sistema internacional concentrado en la ONU, puesto que el rol que se le ha dejado es nulo a la hora de las decisiones  prácticas. Cuestión que a nosotros no nos conviene para nada, porque una “mutual” como es la ONU le conviene más a la gente no tan poderosa, como nosotros, que a la poderosa. Y hay que decir esto cuando se ve que se siguen las opiniones de superpotencias como Estados Unidos.  Estado Unidos tiene la capacidad de ir por fuera de la ONU y de cuanta organismo internacional se presente, simplemente por el poderío que posee. Para nosotros, fortificar los organismos internacionales es parte que interesa nacional y regionalmente, porque somos de mediano para abajo en esta parte del mundo. Debemos ser claros en esto, no es sólo utopía o capricho, es interés y necesidad de primer orden.En este sentido, la manera en que se ha desactivado el intensísimo conflicto entre Ecuador, Colombia y Venezuela es ejemplar. Los cambios introducidos por el nuevo presidente de Colombia, Santos, y la intervención mediadora de la Unasur han reducido el conflicto a niveles que parecían impensables hace algunos años; al punto de que los presidentes de Colombia y Venezuela se reúnen hoy y se tratan de amigos. La metodología ha sido atender los paquetes de intereses regionales, que son diferentes pero en gran medida negociables, y hacerlo por fuera o independientemente de los discursos y opiniones de las superpotencias.

Por: Emiliano Jacky

NOTAS

* Cristian Buchrucker es Doctor en Historia y Ciencias Políticas por la Universidad Libre de Berlín, e Investigador del CONICET. Es titular de la cátedra Historia Contemporánea en la Facultad de Filosofía y Letras UNCUYO. Autor de importantes libros como Nacionalismo y peronismo. La Argen- tina en la crisis ideológica mundial (1927-1955) y Argentina y la Europa del Nazismo (con Ignacio Klich). Forman parte de su equipo de trabajo: las docentes-investigadoras Susana Dawbarn de Acosta, Carolina Ferraris y Sandra Ledda; el docente-investigador Dalmiro Alonso y las ayudantes-alumnas Mariana Diaz y Luciana Sabina.