Pink tax: discriminación económica basada en el género

El impuesto se aplica a productos de consumo masivo destinados a las mujeres. El fenómeno global es verificado en Argentina.

Pink tax: discriminación económica basada en el género

El pink tax es más evidente en los productos de higiene personal. Foto: The libertarian republic.

Identidad y Género

Unidiversidad

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Publicado el 01 DE FEBRERO DE 2016

El sobreprecio que encarece algunos productos de consumo masivo cuando están destinados a mujeres ahora tiene un nombre: se trata del pink tax (impuesto rosa), denominación con la que organizaciones gubernamentales y no gubernamentales han designado este fenómeno global de “discriminación económica basada en el género”, que también se verificaría en Argentina.

El impuesto rosa discrimina al género femenino doblemente. Según la ONU, las mujeres ganan 24 % menos que los hombres por igual tarea, por lo que la brecha salarial entre hombres y mujeres existe. Además, si tenemos en cuenta que el poder adquisitivo relativo entre géneros es dispar, estamos hablando de una discriminación permisiva por parte de la sociedad y del Estado.

La sospecha de muchos consumidores parece confirmarse a partir de estudios como el informe elaborado por el Departamento de Asuntos de Consumidores de Nueva York, que en diciembre demostró que las mujeres pagan 7 % más por los mismos productos, tras relevar unas 800 mercaderías de 35 rubros distintos.

Si bien en Argentina no hay estudios similares, Sergio Rocamora, exdirector de Defensa del Consumidor, indicó que hay una normativa de la Secretaría de Comercio de la Nación que obliga a las empresas a homologar las etiquetas y empaques, para que al consumidor le sea más sencillo comparar.
 

Mirada en Mendoza

Desde la ONG Protectora aseguraron que el fenómeno se da, sobre todo, en los productos de higiene personal, donde es más fácil comparar artículos de marcas similares destinados a géneros distintos. Si el comprador está atento en el supermercado, puede notar la diferencia entre el pasillo de hombres y mujeres.

Los desodorantes Nivea Roll On, por ejemplo, cuestan $ 30,45 en el área masculina y $ 34,79 en la femenina, mientras que un perfume Kevingston de 100 ml tiene un valor de $ 274 para hombres y $ 290 para su equivalente femenino. Las máquinas de afeitar desechables poseen mucha variedad dentro de las mismas marcas, tanto en precio como en modelos. Pero los packs por cuatro de Bic cuestan $ 31,20 para ellos y $ 39,90 para ellas, con una presentación más colorida.

El asesor legal de la ONG Protectora, Mario Vadillo, señaló que, con frecuencia, estos cambios entran en la categoría de publicidad engañosa. Además, Vadillo indicó también que no se reciben reclamos por el tema, a pesar de que “claramente es una discriminación por género”, al tratarse del mismo producto y calidad, pero con mayor precio, argumentando un contenido especializado.
 

Inequidad

Si la existencia del pink tax concita atención es porque su emergencia es indisociable de la histórica inequidad económica que afecta a las mujeres en el campo laboral y que se traduce tanto en la persistencia del denominado “techo de cristal” (imposibilidad de ascenso a partir de determinado nivel) como en salarios 24 % inferiores por igual tarea, según el último Informe de Desarrollo Humano 2015 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

“Diversos estudios muestran que efectivamente existe (el pink tax) y esto no es un fenómeno nuevo, pero hoy tiene más resonancia por la jerarquización de las temáticas de género en las agendas globales”, afirmó la doctora en economía de la UBA Mercedes D’Alessandro. La especialista –una de las autoras del blog Economía Feminista– advirtió que la brecha salarial “se profundiza más en términos de poder adquisitivo si tenemos que pagar precios más altos”.

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