Para finalizar el cursado a lo grande, los estudiantes de teatro de la UNCUYO se hacen del Método Suzuki y otras técnicas para la puesta en escena de la adaptación de La ópera de los 3 mangos. Su director, el multifacético artista Kameron Steele, buscó en los jóvenes hacer descubrir y traer a la superficialidad física la sensibilidad perceptiva que hay en los actores.

Desde hace 20 años la Facultad de Artes y Diseño ofrece a sus alumnos avanzados de las carreras Licenciatura en Arte Dramático y Diseño Escenográfico un espacio de producción final coordinado por reconocidos directores de teatro de nivel internacional. En esta oportunidad, los estudiantes están bajo el mando del actor, traductor, director y productor de obras teatrales Kameron Steele, quien como reconocido instructor del método de entrenamiento Suzuki planteó en los jóvenes artistas del Seminario Final de Producción y Registro la oportunidad de reconectarse con su esencia, de que desarrollen su capacidad de expresión física y también que nutran tenazmente su concentración.

El teatro es el arte del actor y, como cualquier arte o cualquier oficio, la técnica es imprescindible. El cuerpo es la herramienta más importante y más utilizada en el dispositivo del artista y por eso requiere de técnica. Entonces, guiados principalmente por los ejercicios básicos del método Suzuki e influenciados por otros mecanismos de entrenamiento, los estudiantes tuvieron como propósito ponerse cara a cara con sus cuerpos en un desafío artístico a nivel corporal y mental. Junto a Steele generaron un trabajo muy codificado, que les proporcionó ilimitadas posibilidades de expresión y niveles de presencia.

El seminario de teatro tiene su colofón final: los estudiantes se juegan todo lo aprendido con la presentación de La ópera de los tres mangos, dramaturgia inspirada en Bertolt Brecht. Es una adaptación con mucho tinte político y social que, a través de los universitarios, interpelará al público.

Nuestra versión cuyana relata cómo un criminal amoral y antiheroico se casa con una mujer cuyo padre está en desacuerdo e intenta por todos los medios acabar con el matrimonio. Pero la historia da un vuelco inesperado y hace de la aparente tragedia una parodia que promete cautivar a sus espectadores.

Por: Cecilia Figueroa, becaria de Prensa de la Facultad de Artes y Diseño