Triunfo popular en Colombia y lucha social en Ecuador

Por Roberto Follari, epistemólogo, docente y doctor en Psicología.

Triunfo popular en Colombia y lucha social en Ecuador

Foto: Télam

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Roberto Follari

Publicado el 21 DE JUNIO DE 2022

La bandera de lo que fuera Gran Colombia en un momento del siglo XIX, es lo que llevó a los parecidos que habitan las insignias actuales de Colombia, Venezuela y Ecuador. Zona Norte de Sudamérica que ha venido agitada en la última semana, con fuerte protagonismo popular en los dos de esos países que tienen costa sobre el Pacífico.

La CONAIE no organiza a todas las etnias indígenas ecuatorianas, pero sí a la mayoría. Es el movimiento indio más fuerte del subcontinente, el que echó a Mahuad en su momento, el que ha marchado varias veces sobre Quito. Su desencuentro con Correa y su oposición al gobierno de este, han sido muy problemáticos para el campo popular en aquel país. Se produjo así una división muy fuerte en la representación de los sectores sociales subalternos, que posibilitó la imposición del derechismo de Lenin Moreno primero, e incluso el triunfo de Lasso en la segunda vuelta de las últimas elecciones presidenciales.

Pero la parcial armonía con el gobierno de Lasso se ha ido desgastando, y la CONAIE lanzó un paro nacional exigiendo 10 puntos muy difíciles de resolver para la administración actual, la cual responde a una mentalidad neoliberal y ajustadora. La primer demanda, es echar atrás un nuevo aumento de la gasolina en un país que tiene importante explotación petrolera. La marcha, por ahora limitada, de grupos indígenas sobre la capital ecuatoriana ha derivado en fuertes enfrentamientos callejeros, que se han mantenido durante la semana entera, con cortes de algunas calles y carreteras.

El gobierno declaró el estado de emergencia en varias provincias del territorio nacional, y en las escaramuzas se incluyó la inicial prisión de Iza –jefe de la organización indígena-, su posterior liberación, e incluso un atentado contra su vida unos días después.

Habrá que ver cómo continúa el conflicto esta semana, pero no cabe dudas que ha de producir enorme desgaste en el gobierno de derechas del banquero Lasso, que encuentra pocas posibilidades de legitimación en la actual difícil coyuntura económica internacional.

Mientras, un resonante triunfo de la izquierda se ha dado en Colombia, el primero para la presidencia en más de un siglo de ese país. Luego del asesinato de Gaitán a mediados del siglo XX, una estabilidad liberal/conservadora se dio en los gobiernos nacionales, a los cuales se respondió con la aparición de diversas organizaciones guerrilleras.

La implantación del narcotráfico organizado más el auge territorial de las guerrillas plantearon diversos escenarios, hasta los acuerdos de paz que ha traído el siglo XXI. Las inéditas movilizaciones contra el gobierno de Duque en el año 2020 mostraron que el régimen heredado de Uribe como “hombre fuerte”, comenzaba a desarmarse.

Un país donde en los últimos años se asesinaba alrededor de 200 líderes comunitarios por año, y que sostuvo el escándalo represivo de los “falsos positivos”, comienza ahora a desandar su historia. Empieza a buscar un camino antes no transitado, que tome alguna distancia de la geopolítica estadounidense y de la total libertad para las multinacionales.  

Petro ha dado discursos donde llama a una necesaria paz nacional, y a la unidad del país: pero hay no pocas cicatrices que habrá que ir cerrando, y justicia pendiente para los perseguidos por tantos años. Nada será fácil. Pero ha sido una victoria electoral obtenida ante una derecha de larga vigencia, contra aparatos consolidados y de amplia experiencia. La vicepresidenta electa, Francia Márquez, es por sí misma un gran pilar de este triunfo: proveniente de sectores populares, ambientalista, afrodescendiente, augura un lugar necesario para las etnias desplazadas del país caribeño.

Los de abajo también juegan en la historia, aunque a menudo se los quiera ningunear. El triunfo electoral en Colombia y el paro popular en el Ecuador, marcan que los tantas veces vencidos no dejan de reaccionar y de exigir su lugar y sus derechos, lo cual está redefiniendo el mapa geopolítico latinoamericano.

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