Contar lo importante

El acceso a la información y el periodismo.

Contar lo importante

Romina Colman, periodista de La Nación Data. Foto: Axel Lloret

Sociedad

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Romina Colman - Periodista de La Nación Data

Publicado el 01 DE JUNIO DE 2017

El rol del periodismo ha sido siempre el de monitorear a los grandes poderes, garantizar que rindan cuentas a la sociedad y explicar a las personas cómo funcionan los procesos que los afectan. Pero ¿cómo los periodistas podemos seguir contando historias que importen en un contexto en el que, por ejemplo, los gobiernos y los procesos son cada vez más complejos? Pensemos en que, mientras ustedes leen estas líneas, miles de funcionarios públicos y organizaciones en todo el mundo están produciendo millones de documentos que se suben a sitios web, que se archivan y se clasifican, pero luego sólo una pequeña porción de ellos sale a la luz.

Los periodistas no podemos ser etnógrafos del Poder. Por eso, poner al Poder bajo la lupa requiere hoy de nuevas habilidades y estrategias que permitan trabajar estas complejidades: el periodismo de investigación tradicional necesita combinarse con otras herramientas para cumplir su función. Es ahí donde el periodismo de datos cumple un rol central, como una manera de contar historias relevantes, que logren cambios y que disminuyan las injusticias de las sociedades en las que vivimos y que, en definitiva, echen luz sobre la oscuridad.

En La Nación Data, desde el equipo de periodismo de datos utilizamos una plataforma que nos permitió procesar dos años de gastos del Senado argentino en poco menos de tres meses. Es un trabajo que pudimos realizar gracias a lo que llamamos “maratones cívicas”: encuentros virtuales o presenciales en los que participaron estudiantes de universidades, organizaciones de la sociedad civil y personas que convocamos a través de redes sociales.

Hoy es imperioso que las redacciones salgan al encuentro de las personas, trabajen en colaboración con otros periodistas, como en los Papeles de Panamá, y utilicen las tecnologías para procesar enormes volúmenes de información. Las historias están detrás de los datos, pero ni los datos ni las tecnologías son sagradas. Precisamente, esa distancia entre una base de datos y la historia es lo que llamamos periodismo.

En cuatro años presentamos más de 200 pedidos de acceso a la información pública: estudiamos cómo funciona lo que queremos investigar, redactamos la solicitud, la llevamos a la dependencia pública que tiene los documentos y contamos los días que prevé la normativa para que el gobierno nos entregue los datos. Este camino no está ausente de algún que otro llamado o correo electrónico de reclamo. Más allá de esto, aún es imposible explicar lo que sentimos cuando abrimos el sobre, miramos la respuesta y decimos: “Tenemos una gran historia que contar”.

Igual de importante es contar con periodistas que sientan pasión por lo que hacen y a quienes, sin importar la edad que tengan, todavía les duela la panza cuando ven a alguien durmiendo en la calle o cuando entran a un hospital público que no cuenta con los elementos suficientes para garantizar la salud de sus ciudadanos. Por suerte, somos muchos los que nos indignamos, elegimos no seguir de largo y decidimos hacer algo para que las cosas cambien. Al fin de cuentas, como dice Wael Ghonim, no olvidemos que el poder de las personas es siempre más fuerte que la gente en el Poder.

edición u 19, datos públicos, romina colman,