La República como pretexto

Por Roberto Follari, doctor en Psicología, epistemólogo y docente.

La República como pretexto

La marcha a favor del Gobierno nacional y en contra del populismo, en la mira del pensamiento de Follari. Foto: Agencias

Sociedad

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Roberto Follari para Unidiversidad

Publicado el 04 DE SEPTIEMBRE DE 2019

Logro retórico de personajes que insultan y vituperan como Carrió y Fernando Iglesias. Parece ahora que ser de derechas es sinónimo –en la Argentina– de ser “republicano”. Es decir, los que se autoarrogan esa denominación sin que nadie se las haya otorgado pretenden que la res pública no es de todos, sino solo de los que piensan como ellos, de modo excluyente y elitista.

Así, los “republicanos” ocuparon buena parte de Plaza de Mayo hace dos semanas y agredieron allí a los periodistas de la cadena de noticias C5N que, al no ser partidarios del gobierno, recibieron el escarnio que merecen aquellos que no son tomados por “republicanos”. Republicana exclusión propiamente absurda, pues la pluralidad de posiciones es propia del debate republicano desde tiempos de Platón.

No importa: una señora repitió el sambenito inventado por el delincuente Fariña (“Se robaron un PBI”), y cuando se le pidió que dijera cuánto es un PBI, no supo contestar. Pero dijo que no importa, que igual “se robaron un PBI”. Parecidas inconsistencias de otra asistente a la que se le preguntó por el decreto de Macri para que familiares blanquearan fondos no declarados en el extranjero, y declaró oronda que “no cree” en ese decreto. Como si se pudiera no creer que Trump sea presidente de Estados Unidos, o no creer que Andrada sea el arquero de Boca. 

Virtudes del neorrepublicanismo argentino. Este ha incluido la curiosa decisión de encarcelar sin condena –y a veces sin juicio– a alrededor de dos decenas de opositores políticos. Esto es obviamente contrario a derecho, además de los ataques a la honra de estas personas perpetrados por los medios de comunicación, en curiosa y alegre consonancia con personajes del espionaje oficial y paraoficial, y de algunos fiscales y jueces cómplices, con escuchas ilegales incluidas y mediáticamente propaladas.

Son “persecuciones republicanas”, seguramente. Hoy, ocupadas en presumir que personeros del gobierno anterior (¡¡y quizá también del próximo!!) podrían inaugurar un fantasioso “ministerio de la venganza”. ¿Quiénes agitan esa insólita posibilidad? Los que saben que con el macrismo ha habido manejo irregular de lo mediático y lo judicial (“cola de paja”, que le dicen) y olvidan que el gobierno anterior no persiguió opositores.

Si alguien piensa lo contrario, que indique quiénes fueron entonces los opositores presos: simplemente, no los hubo. Porque debe además advertirse que Mauricio Macri llegó a la presidencia procesado por escuchas ilegales con fines de negocio familiar, y que antes había sido condenado hasta el nivel de Cámaras, y salvado por la Corte trucha de Menem de prisión por contrabando sistemático de automóviles. Es decir: un gobierno perseguidor ningún problema hubiera encontrado para encarcelar a alguien con tan frondosos antecedentes. Sin embargo, eso jamás estuvo en la agenda del kirchnerismo.

En fin. ¿Será republicano dejar en el hambre a amplios sectores de la población, que de tal modo no pueden constituirse en ciudadanos efectivos? ¿Será ciudadano poner en la Oficina Anticorrupción a una amiga del poder, que ni siquiera tiene título para estar en ese sitio? ¿Será republicano hacer negocios de los dos lados del mostrador, como se hizo siempre en este gobierno, desde aquellos iniciales dólares a futuro autovendidos, al actual decreto por el cual importaremos basura sin vigilar qué trae? ¿Será republicano tener operadores en el poder judicial, tal el caso de un personaje vulgar y oscuro como Angelici? ¿Será republicano hacer que las causas caigan siempre en Bonadio, perseguidor incansable que actúa sin apego a límites? ¿Será republicano declarar que el procesado Chocobar es un héroe, o que Santiago Maldonado simplemente “se ahogó”, como si hubiera estado en un picnic?

Podría seguirse por muchas páginas más. Si queremos compartir una República, seamos elementalmente serios a la hora de convocar hacia ella.

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