"Regrésenlos" (discurso de Elena Poniatowska en el Zócalo)

Se cumple un mes de la desaparición de 43 estudiantes del estado de Ayotzinapa, México.

"Regrésenlos" (discurso de Elena Poniatowska en el Zócalo)

Internacionales

Unidiversidad

Publicado el 29 DE OCTUBRE DE 2014

Este domingo 26 de octubre, a un mes de la ausencia de los 43 muchachos desaparecidos de la Normal Rural de Ayotzinapa por la Policía Municipal de Iguala, Guerrero, reclamamos aquí en el centro del país, en la capital de México, la presencia de los muchachos y pedimos a cielo abierto y en voz alta: “Regrésenlos”.

La Normal Rural de Ayotzinapa, Guerrero, es muy pobre pero es el único lugar donde los que nada tienen pueden recibir una educación superior gratuita. Es la única opción de los campesinos que han escogido ser maestros rurales. Las habitaciones de los estudiantes de la Normal evidencian la miseria, el abandono de los muchachos. Su comida también. Cuando a uno de ellos le sirvieron leche exclamó que era la primera vez que la veía y sonrió al decir que le gustaba. Así como la leche, son muchos los alimentos que los chavos desconocen. Sus camisetas, sus mochilas, sus suetercitos recargados en los muros de su cuarto vacío, sus utensilios de plástico, todos son prendas de pobre.

Ya es hora de que en México hablen los pobres, ya es hora de que los ciudadanos se manifiesten por encima de los partidos. Ya es hora de que seamos consultados. Ser consultado es un derecho político que demandamos desde hace mucho tiempo los habitantes de los 32 estados de la república. Somos miles los mexicanos que no nos sentimos representados, miles los mexicanos que queremos una democracia participativa, miles de mexicanos que levantamos la voz y pedimos ser tomados en cuenta en los asuntos públicos, sobre todo en los de trascendencia nacional como es nuestro futuro energético. Los grandes temas nos conciernen pero conciernen sobre todo a los jóvenes porque además de ser el futuro tienen que mantenerse vivos. Sin ellos simplemente no hay país. Así como se dice “Sin maíz no hay país”, sin los jóvenes no hay nada.

El pasado miércoles 23 de octubre en una marcha que NO convocó un solo partido, los ciudadanos se organizaron solos e inauguraron una protesta ejemplar, absolutamente fuera de serie. La marcha resultó cinco veces mayor que la consignada por los medios: 350 mil personas, un río de gente seguía entrando y abarrotaba las calles aledañas al Zócalo, de por sí lleno a reventar. La multitud protestaba contra el crimen de Ayotzinapa, un crimen de lesa humanidad. Los estudiantes fueron cazados, sometidos a la tortura hasta la muerte, a la desaparición forzada, a ejecuciones arbitrarias, y ahora los culpables quieren librarse de su responsabilidad acusando a los jóvenes, y buscan criminalizarlos al querer ligarlos al cartel de “Los Rojos” o a “Guerreros Unidos”. No se vale desviar la investigación de los hechos y deslizar en conferencias de prensa que se trata de un enfrentamiento entre cárteles. Tampoco se vale implicar a los muchachos en grupos guerrilleros. El “caso Iguala” es una mancha atroz en la vida oficial y política de nuestro país, ya de por sí hundida en el lodo.

El periodista París Martínez se preocupó por levantar, con amigos y familiares, perfiles de los estudiantes. Es justo, a pesar de que solo podamos hacerlo con unas cuantas líneas, que recordemos a cada uno; por eso les pido que después del nombre y la descripción de cada muchacho, digamos todos al unísono: “Regrésenlo”, así como en la Guardería ABC en Hermosillo cuando, a la muerte de 49 niños y 76 heridos, el 5 de junio de 2009 dijimos “Presente” al nombre de cada niño.

Ayotzinapa está destrozado. México está destrozado. Los alumnos de la Normal de Ayotzinapa conservan los tenis rotos de sus compañeros, su ropa, hasta los cartones que les sirven de cama. Esperan su regreso a pesar de que al extraordinario sacerdote Alejandro Solalinde, protector de los migrantes que ahora mismo celebra misa en Ayotzinapa, varios testigos le dijeron que los estudiantes habían sido asesinados, desmembrados y tirados a una fosa a la que le prendieron fuego. No hay respuesta suficiente ante crimen tan grande. La foto del estudiante del estado de México Julio César Mondragón al que le sacaron los ojos circula en Internet, su rostro desollado. Estamos ante una catástrofe nacional. En cinco estados hay protestas en apoyo a los 43 desaparecidos. México se desangra. La comunidad internacional está escandalizada y considera que México es ahora el país sin guerra más peligroso para los jóvenes. Jóvenes mutilados, jóvenes sin cuerpo, jóvenes asesinados. En el mundo entero resuena la indignación. La madre del estudiante de Guadalajara Ricardo Esparza, que asistió al Cervantino de Guanajuato, dijo que agradecía recibir el cuerpo muerto de su hijo para llevarle flores. ¿No resulta monstruosa su conformidad? O, como se pregunta Gloria Muñoz Ramírez: “¿Hasta dónde ha llegado el terror implantado por el gobierno en el seno de la sociedad?”. Frente al terror solo queda la unión de un pueblo, que se levanta y grita como lo ha hecho durante días: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.

Ahí sigue la pintada en la base de una de las fuentes de Paseo de la Reforma: “Pienso, luego me desaparecen”. Fue escrita con una perfecta letra plateada el 8 de octubre de 2014 y, dos semanas después, sigue ahí. Este miércoles 22 asistimos a la marcha de las indignaciones –“Protesta Global Todos Somos Ayotzinapa”–, a la que rasca el aire para asir un futuro de agitaciones nacionales e internacionales cuyo desenlace es esperanzado: “Que se vayan todos”. Un sitio ideal sin políticos, sin mediadores corruptos; sólo la gente representada por sí misma. Y aquí, vaya que hay mucha gente, marchando en silencio, indignada, llorosa, iracunda. Llenan el Zócalo de la capital de México, como no se había visto en anteriores movilizaciones: Guardería ABC, Reforma Energética, Cadena Humana contra la Ley de Telecomunicaciones, los maestros contra la Educativa. Algo ha cambiado. Pero ¿qué es? Es el ánimo.

Entrevista a Federico Zariñana

  • Audio.

Fuente: proceso.com.mx, jornada.unam.mx