"No resucitar", el tatuaje que abrió el debate de vida o muerte

"Los profesionales de la salud deben respetar la decisión del paciente de no ser reanimado", afirmó Marta Fracapani, directora de la Maestría en Bioética de la Facultad de Medicina de la UNCUYO. Un hombre de 70 años, el caso disparador.

"No resucitar", el tatuaje que abrió el debate de vida o muerte

Afirman que en Mendoza, un tatuaje en contra de una reanimación debería ser respetado. Foto: RT.

Sociedad

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Unidiversidad / Florencia Martínez del Rio

Publicado el 07 DE DICIEMBRE DE 2017

La frase "No resucitar" tatuada en el pecho de un hombre que llegó inconsciente a una sala de urgencias de un hospital de Estados Unidos abrió el debate ético sobre una situación poco común pero posible: el derecho a manifestar que uno no desea ser reanimado en caso de un problema de salud. Marta Fracapani, directora de la Maestría en Bioética de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO), afirmó que frente a un caso así, "debe respetarse la decisión de la persona" manifestada en su historia clínica o a través de un tatuaje.

 

El caso disparador

La revista The New England Journal of Medicine publicó un informe sobre un inusual caso: un hombre de 70 años llegó a una unidad de cuidados intensivos en un hospital del estado de Florida con elevada concentración de alcohol en la sangre y antecedentes de enfermedad pulmonar, diabetes y frecuencia cardíaca irregular. Cuando los médicos se disponían a aplicar los tratamientos de rutina para su reanimación, se encontraron con un gran tatuaje en su pecho donde se leía "No resucitar" (el "no" subrayado) y la firma del sujeto abajo. Esta historia fue replicada por distintos medios de comunicación del mundo debido al debate ético y legal que produjo.

Después de algunas horas, el departamento legal y ético del hospital decidió respetar el tatuaje con el argumento de que expresaba la voluntad del paciente de forma auténtica, clara y concisa. Antes del fallecimiento del hombre, Trabajo Social encontró el documento DNR, la solicitud No resucitar, por sus siglas en inglés, extrahospitalario avalado por el Departamento de Salud de Florida, el cual coincidía con la petición del tatuaje.

 

Cómo se actuaría en Mendoza frente a un caso similar

Existen muchos casos relacionados a la donación de órganos y sangre. De diversas maneras una persona puede manifestar ser o no donante. Sin embargo, poco se sabe de aquellos que desean que se les respete la decisión de no ser reanimado cardiopulmonarmente, por ejemplo. Mucho menos se conoce de casos puntuales de ciudadanos que tengan tomada esta determinación. De hecho, diferentes tatuadores con los que habló Unidiversidad, comentaron que nunca les tocó realizar un tatuaje como el del hombre estadounidense, pero sí otros relacionados a la donación de órganos, sangre y la concientización de distintos tipos de cáncer.

Marta Teresa Fracapani, directora de la Maestría en Bioética de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCUYO, explicó a Unidiversidad que en los difíciles y complejos problemas que se plantean en el final de la vida, además de la fragilidad de la situación en que se encuentra, debe considerarse el respeto y la promoción de la persona en su identidad, historia, autonomía y dignidad. Por ésto la profesional considera que "debe respetarse la decisión de la persona" porque ésta es la "prioridad". En el caso de que una persona llegue a un hospital con un tatuaje en contra de la reanimación, Fracapani indicó: "Si el equipo de salud está capacitado tendrá los fundamentos necesarios para respetar tal decisión".

"En Mendoza, como en el resto de nuestro país,  frente al caso de una persona que manifiesta que no desea ser reanimada en caso de un problema de salud, debe respetarse su decisión, luego de seguirse un prudente proceso de toma de decisión ético", afirmó Fracapani.

Para la exdocente de la Facultad de Medicina, el desafío principal de los profesionales, más que centrarse en querer respetar al paciente, es comprometerse con él con la firme convicción de que el paciente es el punto prioritario. "Es necesario respetar y promover las condiciones de humanización de la persona. No basta con reclamar su autonomía para respetarla, es necesario comprometerse a darles la posibilidad de poder responder, creando el clima institucional adecuado para que el paciente pueda ejercer su libertad", comentó la doctora.

En caso de que una persona llegase a un hospital con un tatuaje con la leyenda 'no deseo ser reanimado/resucitado', "si el equipo de salud está capacitado en competencias bioéticas tendrá los fundamentos necesarios para respetar la decisión autónoma del paciente", dijo Fracapani.

En Mendoza, el Consejo Provincial de Bioética, perteneciente al Ministerio de Salud Desarrollo Social y Deportes, es el encargado de tratar estos temas u otros relacionados. Según la especialista, "es un cuerpo colegiado formado por profesionales de distintas disciplinas (medicina, derecho, filosofía, teología, odontología y representante de la comunidad) que cuentan con formación sistematizada de posgrado en bioética".

Sin embargo, esta determinación de no querer ser reanimado parece ser un derecho poco abordado. Al respecto, Fracapani afirmó: "En la actualidad son muchos los acuerdos terminológicos, e incluso refrendados en normas jurídicas. Una decisión clínica adecuada, en este tema, requiere una ponderación cuidadosa de diferentes elementos: la indicación, el pronóstico, los deseos del paciente, la opinión de su representante, el contexto familiar, los condicionantes asistenciales o sociales, el momento y lugar donde se toma la decisión, entre otros".

Sobre cómo una persona puede expresar su decisión de no querer ser reanimada, Fracapani indicó: "Puede ser a través de un escribano público, pero no es necesario ya que sería suficiente que estuviese anotado en la historia clínica del paciente.

De alguna manera, esta es una forma poco común de elegir cómo morir pero no por eso menos válida. Para la profesional, es indudable que esto responde a un cambio de paradigma que no solo involucra a la medicina y específicamente a la relación médico-paciente o equipo de salud-paciente, sino también a las concepciones generales de la sociedad, de lo social y a la recepción de estos cambios desde las ciencias sociales y el derecho.

Fracapani citó la Ley 26742/12, que establece los derechos del paciente en su relación con los profesionales e instituciones de la salud y que modificó la n° 26.529 para sostener que esta norma, que habilita las directrices anticipadas en su artículo 11, "casi no se ha utilizado por los ciudadanos y tampoco es muy conocida por los médicos por lo que no pueden empoderar a la población en el ejercicio de sus derechos sanitarios".

La norma relata: "Toda persona capaz, mayor de edad puede disponer directivas anticipadas sobre su salud, pudiendo consentir o rechazar determinados tratamientos médicos, preventivos o paliativos, y decisiones relativas a su salud. Las directivas deberán ser aceptadas por el médico a cargo, salvo las que impliquen desarrollar prácticas eutanásicas, las que se tendrán como inexistentes".

Unidiversidad intentó dialogar con la Dirección de Asuntos Jurídicos del ministerio de Salud, Desarrollo Social y Deportes, al igual que con el Comité, pero no obtuvo respuesta.

Sobre la legalidad, Fracapani señaló: "Se hace necesario destacar que estos derechos, o directrice  anticipadas, tienen una apariencia de relativa simplicidad, pero ocultan una gran complejidad cuando se ejecutan, tanto por parte de los profesionales, como desde los ciudadanos. Esto lleva a plantear que los integrantes del equipo de salud deben ser adecuadamente capacitados en el logro de competencias que permitan a los médicos ejercer la función pedagógica sobre la ciudadanía".

 

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