Una crónica del debate presidencial, en primera persona

Juan Villalba, director de Radio U, fue el enviado especial de Unidiversidad al segundo de los cruces entre los postulantes a la presidencia. Lo que dejaron las exposiciones, a una semana de la elección. Las perlitas.

Una crónica del debate presidencial, en primera persona

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Juan Villalba, director de Radio U, enviado especial

Publicado el 21 DE OCTUBRE DE 2019

El sábado, en una tarde soleada, el principal hecho político en la Ciudad de Buenos Aires fue la concentración multitudinaria en el Obelisco de los adherentes al actual gobierno. El domingo, en cambio, fue un día nublado y gris, con amenazas de lluvia que finalmente se concretaron hacia la medianoche, tras el final del debate, en forma de una tenue llovizna apenas incómoda.

Cerca de quinientos periodistas acreditados (medios de todo el país y algunos del extranjero) comenzaron a ingresar a la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires a partir de las cinco de la tarde. El dispositivo de seguridad, muy estricto, se cumplió sin mayores inconvenientes y el trabajo de prensa pudo concretarse sin dificultades. Algunos de los protagonistas hablaron previamente y cuestionaron las características generales de la metodología del debate por la que apenas había tiempo para exponer proyectos de país en profundidad, y mucho menos para una interpelación entre candidatos que apenas podía darse, al igual que el anterior en la Universidad del Litoral.

Esta vez, a diferencia de aquel, se jugaban las últimas cartas, a una semana de las elecciones generales. Sin embargo, no hubo sorpresas ni gestos grandilocuentes. Si alguno de los candidatos evaluó la posibilidad de un golpe de efecto, esto finalmente no ocurrió.

Como se había anticipado, el sistema de administración de los tiempos era el mismo que el domingo anterior en Santa Fe. Los temas centrales (cuatro) fueron otros: seguridad; empleo, producción e infraestructura; federalismo, calidad institucional y rol del Estado; desarrollo social, ambiente y vivienda.

Los detalles y el detrás de escena del último debate presidencial

El director de Radio U, Juan Villalba, viajó a Buenos Aires para ser testigo del último debate presidencial previo a las elecciones generales del próximo domingo 27 de octubre. Esta vez, a diferencia del primer cruce, se jugaban las últimas cartas, a una semana de las elecciones generales.

En la introducción, Macri comenzó con un “Feliz día a todas las madres” y luego dijo comprender el enojo de muchos argentinos por la actual situación. Nicolás del Caño mencionó las realidades de Chile y Ecuador (tópicos sobre los cuales volvería más adelante) como reflejos de nuestro país. José Luis Espert habló de los virus latentes que destruyen los proyectos de república. El candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández, señaló que los principales problemas a abordar eran la desocupación, la pobreza y la inflación. Y Gómez Centurión, uno de los menos contundentes para exponer sus ideas, afirmó que tenía un “proyecto completo” para administrar el país. Su desmanejo de los tiempos fue nuevamente motivo de risas entre los presentes, al igual que ciertas lagunas de Lavagna en partes de su exposición.

 

La seguridad

El único candidato de izquierda fue uno de los más incisivos y el que desde el arranque cuestionó las políticas oficiales en esta materia, afirmando que las fuerzas de seguridad tenían complicidad con la pasada dictadura y libertad para matar. Mencionó la muerte de Santiago Maldonado como responsabilidad de la cartera de Patricia Bullrich. En su momento, el candidato oficialista de Juntos por el Cambio le retrucó hablando de denuncias falsas que pretendían desprestigiar a la Gendarmería.

Roberto Lavagna descartó el gatillo fácil y la mano dura, aludiendo también indirectamente a los dichos de Pichetto sobre dinamitar los centros de distribución del narcotráfico. Espert atacó el garantismo de Zaffaroni y prometió todos los recursos para la policía. Fue el momento de una desafortunada frase: “Cuidado, Grabois, contigo”, en referencia al líder social y los piquetes. Y también de uno de los lemas más polémicos: la baja en la edad de imputabilidad a los catorce años de edad. El postulante del FIT lo rechazó de plano e hizo una cómica relación entre los dichos del candidato a vicepresidente del oficialismo con los de Micky Vainilla, el personaje de Diego Capusotto, en uno de las intervenciones más festejadas por los presentes.

Alberto Fernández remarcó su experiencia como profesor de Derecho Penal en la misma casa del debate. Dijo que “no hay soluciones fáciles” y que debía impulsarse un control social basado en la familia y las instituciones vecinales, proponiendo la creación a nivel nacional de un Consejo de Seguridad sobre el cual no brindó detalles.

Gómez Centurión presentó en cambio su proyecto de una agencia de lucha contra el crimen organizado, sosteniendo que en la Argentina existen estados paralelos del narcotráfico y que “nuestro país es productor de droga”.

El presidente Macri, último orador en esta primera parte, apuntó directamente contra el kirchnerismo, manifestando que el anterior gobierno había alentado a los delincuentes, promoviendo una puerta giratoria en la Justicia. No perdió la oportunidad de remarcar las denuncias por tráfico de efedrina y la supuesta complicidad con el atentado a la AMIA.

 

El empleo, la producción y la infraestructura

Siempre mediante la mecánica del sorteo, el primer discurso (de dos minutos) le correspondió a Espert. Afirmó que existe una corporación sindical que funciona como una cofradía feudal que en muchos casos ha sido cómplice de homicidios, para luego proponer una descentralización de las negociaciones colectivas de trabajo.

Fernández esta vez eligió apuntar contra el oficialismo: cargó contra las políticas macristas que “han creado mayor desempleo y cierre de pequeñas y medianas empresas” y recordó los dichos del Presidente sobre el trabajador como un costo.

Por su parte, el candidato de Nos y excarapintada expuso una teoría laxa sobre la necesidad de que el gran empleador debe ser la producción, apoyando una reforma laboral. Macri, en una expresión temeraria, dijo que se había creado un millón de puestos de trabajo, pero que lamentablemente muchos eran informales. Del Caño apuntó contra él y afirmó que nunca iba a entender la realidad de los “dos millones de desocupados”, acusándolo de responder a la agenda del FMI y sugiriendo la creación de una banca nacional única que tendría, entre otros fines, la construcción de más escuelas y hospitales, y el desarrollo de un plan de empleo para los más jóvenes.

En este bloque, el cruce más fuerte se dio entre los candidatos con mayor intención de voto. Fernández volvió a decir que, en materia energética, el Presidente solo había llenado los bolsillos de sus amigos y este le enrostró el hecho de no haber visto nunca nada que le hiciera sospechar de corrupción en los gobiernos de Néstor y Cristina.

 

Sobre el federalismo, la calidad institucional y el rol del Estado

En este tercer eje temático, Gómez Centurión habló de la necesidad de frenar la dilapidación del recurso público. El titular del Poder Ejecutivo, segundo en el uso de la palabra, volvió a cargar contra sus predecesores: “Usaron la chequera y el látigo con los gobernadores”, e incluyó a Maduro en su tiempo de exposición, señalando que el kirchnerismo no lo reconocía como dictador.

El candidato del FIT cuestionó el uso del concepto “transparencia” por parte del Gobierno, acusándolo de emitir decretos para “salvar a familiares” (el caso del Correo Argentino), de poner al CEO de una petrolera a cargo de las decisiones sobre energía (por Aranguren) e impulsar una ley de reforma previsional contra los jubilados mientras mantiene un pacto con el Fondo Monetario.

El postulante de Consenso Federal, Roberto Lavagna, aprovechó sus segundos para exponer la realidad de la pobreza de los diversos conurbanos y su idea de reanimar las economías regionales. Fernández cuestionó la existencia de un real federalismo en el país y cargó contra Macri por su “intervención para designar jueces en la Corte”. El cierre de este eje estuvo a cargo de Espert, que, fiel a su estilo disruptivo, propuso eliminar la coparticipación y que cada región genere y distribuya sus propios recursos. Aquí tuvo lugar otra de las chicanas más llamativas, proponiendo a Macri y Alberto que se abrazaran: “Tan distintos no son”.

 

Sobre el desarrollo social, el ambiente y la vivienda

El último eje fue abierto por Fernández, que atacó sin miramientos la promesa de “pobreza cero”. Expresó que el oficialismo había multiplicado la indigencia y el hambre. Con respecto a la vivienda, anunció que crearía un ministerio exclusivo para abordar esta problemática.

El titular del Frente Nos, Centurión, apenas esbozó una idea general sobre la promoción de empleo para impulsar un desarrollo social que no se base en el asistencialismo.

Macri jugó en este caso a dos puntas: la defensa de la gestión propia (“pavimento, cloacas y creación de espacios para la primera infancia”) y un reproche contra sus principales opositores por ocultar la pobreza e intervenir el Indec. Del Caño prefirió centrarse en el cuidado del medio ambiente hablando de un “pacto de saqueo de los recursos” por el que se impulsarían ganancias millonarias a las empresas mineras y se desoirían las advertencias sobre el uso del glifosato para “defender los agronegocios”.

Roberto Lavagna, al igual que Espert, cada uno a su modo, y concluyendo las últimas disertaciones, dijeron que la pobreza era un tema estructural; el primero, señalando que no podía combatirse mediante planes sociales, y el segundo, planteando la necesidad de una apertura comercial, y una reforma laboral y previsional con los ejemplos de Perú, Chile y Paraguay, y países asiáticos que “han superado problemas históricos”.

 

Apostillas del final

En su último minuto reglamentario, cada candidato utilizó los segundos a su modo: para Gómez Centurión, lo importante fue remarcar la necesidad de “orden, respeto, recuperación de valores y ponerle Patria a la Argentina”. Lavagna cerró su participación con un “¡Viva la Patria!” que coronó una reflexión sobre la creación de empleo para los más jóvenes.

El Presidente advirtió sobre un eventual regreso de “la agresión del kirchnerismo” y agradeció a los miles que lo habían acompañado en la jornada anterior. Del Caño reafirmó la complicidad entre macristas y kirchneristas.

El economista ultraliberal Espert advirtió a Fernández (y sólo a él) que deberá enfrentar una gran crisis. Y el candidato del Frente de Todos eligió los versos de María Elena Walsh (“Como la cigarra”) aludiendo a la Nación: “Tantas veces me mataron...”, repasando los hechos trágicos (en materia social y económica) anteriores a los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.

 

Y el ganador es…

¿Quién fue el mejor orador? ¿Quién convenció más? Difícil saberlo. Macri pareció apuntar a un núcleo duro; Fernández a una audiencia más amplia. Como ya se dijo, Gómez Centurión y Lavagna tuvieron participaciones menos consistentes, y Espert fue contundente en sus ideas liberales. El representante del FIT, sin sorprender, tuvo su crédito. ¿Alguien cambiará su voto por lo sucedido este domingo? Es probable, pero no en una cantidad significativa.

A la salida del debate, la anunciada llovizna comenzaba a humedecer las callecitas de Buenos Aires. No había militantes de ningún sector por fuera del vallado dispuesto por el operativo de seguridad. Nada parecía haber cambiado demasiado. Eso ocurrirá, en todo caso y si el pueblo así lo decide, el próximo domingo.

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