Adiós al ARSAT

El epistemólogo y docente de la UNCUYO analiza la privatización de la empresa estatal que fue,durante años, un orgullo nacional en materia de ciencia y tecnología.

Sociedad

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Publicado el 24 DE JULIO DE 2017

Una filtración periodística permitió saber que se está privatizando un sector de la empesa estatal ARSAT, orgullo argentino y, singularmente, de nuestra ciencia y tecnología. Primer satélite orbital latinoamericano dedicado a comunicaciones, nuestro país es el único que cuenta con ello en la región y -excepto Estados Unidos- en todo el continente. El satélite implica, a la vez, la posibilidad de soberanía informática -podríamos tener servidores propios para Internet, por ej.- y de entradas económicas importantes, pues da lugar a contrataciones para ususarios diversos, tanto en el país como en países aledaños. La empresa estadounidense Hughe, a la que se entrega el 51% de las acciones y con ello toda la dirección empresarial, está dedicada mayoritariamente a producción de equipamiento bélico. Aguad, ex- ministro en el súbitamente disuelto Ministerio de Comunicaciones, ahora ejerce cargo equivalente en el área de Defensa, lo que explica la relación a una empresa poco afín al rubro informacional. Quien firmó el acuerdo es el yerno del mismo Aguad, que estaba a cargo de ARSAT como funcionario público, en una superposiciópn familiar de cargos nada conveniente.  

No resulta desdeñable, además de la pérdida material y simbólica que se implica para nuestro país, la cuestión de que esta decisión debía pasar por el Congreso, y no pasó. El mismo presidente, ante pregunta específica, repitió dos veces "no me queda tan claro" en referencia a la necesidad del periplo necesario por el Congreso, respuesta realmente sorprendente. 

 

Pero esto ha sido aún peor que no pasar por el Congreso: se trató de hacer una operación secreta, donde sus documentos estaban tildados de "confidenciales", en contra de la exigencia constitucional de publicidad de los actos de gobierno. Se ha sabido sólo por alguna filtración inesperada. Estamos ante la perpetración de actos sustraídos al conocimiento ciudadano, que han dado ya lugar a inicio de causa judicial. No es el primero de los procedimientos secretos que se conocen en el último año y medio. Hace más de seis meses, la editorial Perfil descubrió un acuerdo encubierto con el reino de Qatar -hoy acusado de propulsar el terrorismo internacional- para hacer una "off shore" con dineros de la seguridad pública argentina, y de dicho reino árabe. 

 Si hay ya dos importantes medidas tomadas en secreto, que se han llegado fortuitamente a conocer. ¿Cuántas más podría haber? ¿Cómo confiar en que el caudal de esas medidas no es más grande? Desde el punto de vista republicano, se trata de una cuestión central a dilucidar.

 

 Intertanto, las pasiones políticas, aún más exacerbadas por las próximas elecciones, quizá no nos dejan pensar con lucidez. Ojalá sepamos, por encima de ellas, estar a la altura de lo que exigen las necesidades del país.  No sea que algún día, tras habernos desangrado en las discusiones entre argentinos, nos encontremos con el país devastado, y ya con escasa posibilidad de respuesta. La pèrdida de ARSAT y el aumento exponencial e imparable de la deuda externa, debieran ser pensados en esa perspectiva.

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