Adolescentes: “La cercanía es la mejor forma de cuidar su salud mental”

Así lo aseguró el director de Salud Mental, Manuel Vilapriño. Dijo que los adultos deben compartir, dialogar, escuchar y poner límites desde el amor. Explicó que necesitan menos pantallas y más salidas con sus pares, más deportes, siempre con la seguridad de que su familia es incondicional.

Adolescentes: "La cercanía es la mejor forma de cuidar su salud mental"

Vilapriño les dijo a chicos y chicas que hablen, que compartan con sus pares. Foto: Prensa Ministerio de Salud

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Verónica Gordillo

Publicado el 23 DE SEPTIEMBRE DE 2025

Estar cerca, compartir: esa es la receta que dio el psiquiatra Manuel Vilapriño para acompañar a la niñez y a la adolescencia para cuidar su salud mental, para intentar algún tipo de equilibrio entre el bombardeo permanente de estímulos que buscan lograr su atención y la necesidad de que se comuniquen cara a cara, que cuenten qué les entusiasma, les molesta, les duele.

“Lo que tenemos que hacer los adultos es estar cerca y compartir. La cercanía es la mejor forma de cuidar su salud mental”, dijo el profesional a Unidiversidad, luego de participar en un encuentro con quinientos chicos y chicas que cursan el último año en escuelas secundarias del Gran Mendoza y que escucharon charlas sobre la importancia de cuidar su salud y su seguridad.

El director de Salud Mental y Consumos Problemáticos explicó las razones por las que el camino de vida para la niñez y la adolescencia es más complejo hoy que en otro momento. Dijo que no es una cosa, sino la combinación de factores: la pandemia de COVID-19 —destacó— afectó a la población general, pero en especial a la adolescencia, porque la aisló, la dejó sin pares, sin la escuela, sin el club; a lo que sumó el bombardeo constante que reciben chicos y chicas desde sus teléfonos inteligentes y los mensajes ambivalentes que les transmiten sus adultos referentes y la sociedad en general. Frente a eso, repitió que no hay otra forma de protección que estar cerca, que sientan que su familia es incondicional.

El director de Salud Mental dijo que los problemas de ansiedad comienzan entre los 12 y los 20 años. Foto: Unidiversidad

Solo un iceberg

El psiquiatra explicó que la pandemia de COVID-19 sacó a flote la problemática de salud mental, que crecía desde hacía muchos años, pero a la que nadie parecía prestarle atención, por lo que fue una especie de bisagra. Dos estudios comparativos —explicó— mostraron un incremento en el porcentaje de la población que tiene trastornos de ansiedad, alrededor del 32 % al 42 %, un porcentaje que se triplicó si se lo compara con la situación anterior.

El profesional explicó que existe una creencia errónea y generalizada de que los trastornos de ansiedad comienzan en la adultez, cuando, ,en realidad, su inicio es entre los 12 y los 20 años. Dijo que esa franja etaria es más vulnerable en situaciones como la actual, en la que a los factores biológicos que pueden colaborar a que aparezcan esos trastornos se suman los sociales, los psicológicos, los ambientales.

Vilapriño resaltó que no hay otro modo de proteger a chicos y chicas que estar cerca. “En un mundo tecnológico, donde las redes sociales son todo, lo primero que tenemos que hacer para que esto cambie es el encuentro con el otro, menos uso de la pantalla y mayor socialización, más amigos, mayor práctica de deportes, mayor contacto con la familia, el poder hablar. Aunque parezca raro, todo eso ayuda a disminuir la ansiedad”, comentó.

El médico explicó que la ansiedad no se circunscribe al cuerpo, más allá de que una persona pueda sentir desde un temblor de manos a otro malestar, sino fundamentalmente a la cabeza, que no para de pensar, de preocuparse, de saltar de un lado a otro, de un problema a otro. Cuando eso pasa —señaló—, aparece la crisis de pánico; cuando es sostenida, en el tiempo es ansiedad generalizada; cuando está puesta en un temor que evita que haga algo, es fóbico, pero es todo ansiedad. “Repito que la única manera de prevenir en la adolescencia tiene que ver con prácticas saludables: contacto emocional, hábitos, mucha familia, muchos amigos y, desde la familia, contención, que no implica sobreprotección, implica cuidados, saber cuándo decir no, saber cuándo poner el límite, pero saber que ese límite surge del amor y del afecto, y no desde lo represivo. El límite nunca es represivo”.

Vilapriño aseguró que es necesario volver a la comunicación cara a cara. “Hoy todo es virtual, todo es WhatsApp, el contacto se ha transformado en WhatsApp. Ya nadie te llama, nos hemos desacostumbrado a escuchar. Esta generación, que vivió la pandemia siendo muy jovencita, tiene esa mochila encima y hay que ayudarla a que le sea menos pesada, la de estar dos años alejada de la normalidad que implica una mejor calidad de vida, porque conversar, tener amigos, amigas, familia, salir, ver el verde, ver cómo están regando el jardín, todo eso que parece una tontera moviliza el psiquismo y moviliza la biología del cerebro. Todo eso nos protege de lo ansioso, de lo depresivo, del consumo de drogas o del consumo de estímulos tremendamente nocivos a través de la pantalla, como pueden ser los juegos”.

Hablar y escuchar

¿Cuál es la mejor forma de que un adulto ayude al adolescente?

Lo que tenemos que hacer los adultos es estar cerca, compartir; la cercanía es la mejor forma de cuidar su salud mental. Entonces, lo que tenemos que hacer es estar cerca, y estar cerca es compartir. Compartir, obviamente, las comidas, pero aquellos que no pueden compartir las comidas pueden compartir mil cosas; yo puedo no estar todo el día en mi casa, pero sí puedo compartir el partido de fútbol, un café, cualquier momento, y compartir no implica que vamos a hablar de drogas; no, compartir implica hablar. Permitirles hablar de todo un poco, escucharlos, preguntarles, interesarse, porque en esa cercanía, en esa escucha, se va a fundamentar la confianza, y cuando los adolescentes tienen confianza en el adulto, se animan a expresar cosas que, si no, no las expresan, se quedan callados. Entonces, la mejor forma de ayudarlos es que sepan que cuentan con nosotros, que muchas veces vamos a tener que decir que no a cosas que no nos gustan en el funcionamiento, a marcar unas pautas, pero que somos incondicionales y que estamos para acompañarlos, para escucharlos, para entenderlos, pero también para orientarlos y acompañarlos en el camino, porque el camino en la vida hoy de un adolescente es complejo.

¿Por qué?

Es muy complejo porque están repleto de tentaciones por todos lados, de mensajes absolutamente ambivalentes que no nos hacen bien. Entonces, nosotros tenemos que intentar poner un punto medio, y el punto medio con los adolescentes, por lo menos en lo que la práctica nos enseña, es cercanía en serio, respetando los límites de padres, de hijos y adultos, pero cercanía, escucha y, sobre todo, compartir, no tanto cuantitativamente, sino lo más importante, cualitativamente, que es lo que cimienta la confianza en serio.

¿Qué pueden hacer los propios adultos para proteger la salud mental, para blindarse?

Lo primero es el trabajo, que tiene que tener un tiempo, un lugar, un compromiso. Es absolutamente importante, pero tiene un tiempo. También hay que tener un tiempo para la familia, un tiempo para los amigos y un tiempo para los deportes, todo eso tiene que estar comprendido en la semana. El deporte aeróbico es muy importante: puedo ir al gimnasio, hacer músculos, perfecto, pero, además, tengo que hacer 180 minutos por semana de aeróbico, correr, caminar, nadar, andar en bicicleta, que son los deportes que, a través del tipo de respiración y demás, estimulan la protección del cerebro, estimulan la mejor tolerancia, liberan la ansiedad, el estrés. Por eso decimos siempre "Más zapatillas y menos pastilla". La actividad física aeróbica ayuda mucho, los espacios de encuentro también, y tienen que estar intercalados. Tiene que haber tiempo para el trabajo, tiempo para el deporte, tiempo para la familia, tiempo para los amigos, tiempo para la recreación. Si logramos eso, somos unos genios.

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