La llamada era del emprendedurismo transita un momento de madurez tras una explosión global de ideas que agrupó a personas que se animaron a armar proyectos de los más variados, con soluciones para problemas concretos. En ese terreno fértil de creatividad, la tecnología juega un rol clave. Esta posta la tomó AgroJusto, que busca unir a productores agropecuarios con consumidores a través de una plataforma digital. Sobre el camino recorrido, con un presente siempre desafiante, hablamos con una de sus fundadoras. 

María Fernanda Bonesso, egresada de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNCUYO, es la CEO de AgroJusto y comparte esta aventura que nació hace poco más de cinco años con Ignacio Lemmo (CTO), Nelson Pérez (CIO) y Matías Lambrese (COO). La idea surgió de un problema concreto que se vincula con los orígenes de Bonesso, ya que su familia es parte de la enorme comunidad de pequeños productores de frutales en Mendoza. El desafío era cómo conectar a esos productos con las diversas redes de comercialización para llegar a las y los consumidores; en el medio, un gran reto: que todos los elementos de la cadena paguen o reciban un precio justo. Así nació esta plataforma tecnológica gratuita. 

Claro, el camino no es fácil. En “la era del emprendedurismo” muchas ideas brillantes quedan fuera de carrera por una amplia diversidad de razones. Sin embargo, AgroJusto se sostiene y va por más, ampliando sus fronteras. 

“Nuestra principal meta fue, justamente, construir un producto que funcione y que funcione en más de un país. A pesar de infinidad de obstáculos, tenemos nuevos desafíos, cada vez con una mayor responsabilidad, porque muchas personas utilizan la tecnología para comercializar y demás. Al no ser un servicio tradicional siempre está el desafío de continuar y estar vivos”, dijo Bonesso desde Chile, donde estuvo participando de un encuentro sobre la innovación tecnológica y su impacto en el agro, lo que brinda una buena foto del presente de AgroJusto. 

“Hoy, nos encontramos trabajando en tres países y estamos abriendo lazos en otros”, contó y subrayó que esta proyección internacional supera por mucho las expectativas que tenían desde aquel desafío que planteaba su padre cuando no sabía bien qué precio le iban a pagar por su producción de damascos en Maipú. 

En concreto, AgroJusto propone en pocos pasos transformar el mercado de alimentos, mientras soluciona las dificultades de comercialización. Para eso, su plataforma online conecta a productores, ayuda a gestionar entregas, aporta soporte técnico y tiene una tienda online. Entonces, su fortaleza está ahí, en la capacidad para saber conectar.   

Bonesso y sus compañeros han transitado todos los pasos hasta lograr el producto que querían ofrecer. 

Un equipo contra todo

Las cuatro cabezas que le dan vida a AgroJusto se mantienen juntas, lo valoran, por supuesto, pero saben que no ha sido fácil. “Creo que es uno de los mayores desafíos, porque más allá de una empresa, somos humanos, entonces surgen infinidad de cuestiones personales. Esto afecta a cualquier organización, entonces, sobre todo en equipos chicos, hay muchísima incertidumbre de qué se va a lograr y qué no. Es uno de los logros más importantes que nuestro compromiso continúe”, describió la CEO. 

Esta ventaja juega a favor en un ecosistema cada vez con mayor competencia. “El ecosistema emprendedor creo que está en permanente transformación. Creo que muchos hemos aprendido muchas cosas y, justamente, creo que, por desgracia también muchos no han continuado”, dijo Bonesso y remarcó que en un sector tan dinámico, hay muchos actores que no pueden sostener sus productos.  

Entonces, hoy queda claro que emprender requiere de cierto coraje. “Hay contextos muy adversos, de mucho cambio. Un emprendimiento tiene sus propios riesgos endógenos, pero si adicionás variables exógenas, tan cambiantes, como lo que venimos viendo, es muy complejo que surja. Entonces, en el ecosistema emprendedor creo que todos nos estamos transformando, también la parte de impacto, que sigue siendo el mayor desafío”, advirtió, pero, al mismo tiempo, puso en valor una de las virtudes más celebradas dentro de este ecosistema de la que todos hablan: la capacidad de colaborar.  

“Hay muchísima colaboración, hay muchos que aportan, entienden y están permanentemente aportando experiencias, consejos. Lo que hace que, justamente, en comunidad se pueda resolver mejor”, afirmó y contó cómo han encontrado que esa dinámica se da mejor fuera del país, particularmente por el crecimiento que han tenido en México. 

Así se ve el acceso a una de las opciones digitales de comercialización que ofrece AgroJusto. 

“Para nosotros, personalmente, nos deja un poco sabor semiamargo. Diríamos que no somos profetas en nuestra tierra”, dijo y habló sobre las razones por las que cree que la propuesta caló mejor en distintas zonas del agro mexicano: “Creo que, primero, se valora más este tipo de desarrollos porque creo que sucede menos. Por ahí, acá (en Mendoza, Argentina) estamos acostumbrados siempre a innovar, pero como que cuesta valorar lo que es local. En México es admirable el apoyo que hay a la agricultura, a proyectos de impacto. Hay ONG que hacen un trabajo increíble, con una profesionalidad que yo pocas veces he visto. Son comunidades muy comprometidas, organizaciones que trabajan muy a fondo problemas locales, que creo que acá no estamos acostumbrados a ver. Y por eso mismo buscan aliados, como el caso AgroJusto, para apalancar las soluciones”. 

Cambio de modelo en el agro nacional 

Las estrategias de colaboración han sido uno de los pilares en la actividad agropecuaria, sobre todo en las economías regionales, las muchas experiencias de cooperativas son una buena muestra. Sin embargo, a la hora de establecer relaciones comerciales, en el mundo de los pequeños productores, ese avance ha sido más difícil. 

Así, AgroJusto surge en un momento adecuado, cuando la demanda para establecer puentes es alta. “El agro es uno de los espacios más desafiantes, porque, de nuevo, además de innovar, además de desarrollar soluciones, el campo necesita mucho proceso de adaptación. A veces pensamos que los problemas del campo son solo los productores y nos olvidamos de que es un ecosistema y que también nosotros somos parte de ese problema. Entonces, hay muchos desafíos en generar incentivos para que los productores mejoren sus procesos, para apoyarlos”, describió Fernanda. 

Esa mirada para mejorar los procesos los llevó a hacer foco en la tecnología. "No hay que tenerle miedo”, repitió Bonesso y afirmó que sus esfuerzos están en profundizar su uso. “Muchas cosas antes no se podían resolver porque las distancias eran naturales. Las comunicaciones entre la parte rural y el consumo en la parte urbana, hoy, la tecnología las está resolviendo. El desafío es cómo hacer que eso suceda. Entonces, es clave entender que lo digital es un proceso, la tecnología es un proceso y como tal hay que darle el tiempo de adaptación. Siempre pongo el ejemplo de cuando uno aprende a leer y a escribir. No porque vaya el primer día a la escuela ya lo resolvió. Va reiteradas veces, se equivoca muchas veces y te acompañan en todo ese proceso hasta que esa habilidad se vuelve innata, propia y ya no pensamos ni cómo escribir ni cómo leer, lo incorporamos. En esto es igual, hay que acompañar mucho ese proceso”, describió, para cerrar la nota. 

 

 

 

 

 

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