Así será 2013

Desde los hachazos al Estado de Bienestar en Europa, pasando por definiciones electorales en América Latina y la continuidad del conflicto en Medio Oriente, hasta las disputas de China y EE.UU. en Asia, 2013 depara peligros para varias regiones del mundo.

Así será 2013

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Internacionales

Unidiversidad

Ignacio Ramonet (Para El Dipló)

Publicado el 08 DE ENERO DE 2013

Después de haber sobrevivido –el pasado 21 de diciembre– al anunciado fin del mundo, nos queda ahora tratar de prever –con razonamientos prudentes pero más cartesianos– nuestro futuro inmediato basándonos en los principios de la geopolítica, una disciplina que permite comprender el juego general de las potencias y evaluar los principales riesgos y peligros para anticipar, como en tableros de ajedrez, los movimientos de cada potencial adversario.

Si contemplamos, en este principio de año, un mapa del planeta, inmediatamente observamos varios puntos con luces rojas encendidas. Cuatro de ellos presentan altos niveles de peligro: Europa, América Latina, Medio Oriente y Asia.

En la Unión Europea (UE), el año 2013 será el peor desde que empezó la crisis. La austeridad como credo único y los hachazos al Estado de Bienestar continuarán porque así lo exige Alemania que, por primera vez en la historia, domina Europa y la dirige con mano de hierro. Berlín no aceptará ningún cambio hasta los comicios del próximo 22 de septiembre en los que la canciller Angela Merkel podría ser elegida para un tercer mandato. 

En España, las tensiones políticas aumentarán a medida que la Generalitat de Cataluña vaya precisando los términos de la consulta a los catalanes sobre el futuro de esa comunidad autónoma. Proceso que, desde Euskadi, los nacionalistas vascos seguirán con el mayor interés. En cuanto a la situación de la economía, ya pésima, va a depender de lo que ocurra... en Italia en las próximas elecciones (probablemente en febrero). Y de las reacciones de los mercados ante una eventual victoria del conservador Mario Monti (que cuenta con el apoyo de Berlín y del Vaticano) o del candidato de centroizquierda Pier Luigi Bersani, mejor posicionado en las encuestas. También dependerá de las condiciones (sin duda brutales) que exigirá Bruselas por el rescate que Mariano Rajoy acabará pidiendo. Sin hablar de las protestas que siguen extendiéndose como reguero de pólvora y que acabarán por dar con algún fósforo encendido... 

Podrían producirse explosiones en cualquiera de las sociedades del sur de Europa (Grecia, Portugal, Italia, España) exasperadas por garrotazos sociales permanentes. La UE no saldrá del túnel en 2013, y todo podría empeorar si, además, los mercados decidieran cebarse –como los neoliberales les están incitando a hacerlo (1)– con la Francia del muy moderado socialista François Hollande.

En América Latina, el año 2013 también se presenta lleno de desafíos. En primer lugar en Venezuela, país que desde 1999 juega un papel motor en los cambios progresistas de todo el subcontinente, la imprevista recaída del presidente Hugo Chávez –reelegido el pasado 7 de octubre– crea incertidumbre. Aunque el dirigente se está restableciendo de su nueva operación contra el cáncer, no pueden descartarse nuevas elecciones presidenciales en febrero próximo. Designado por Chávez, el candidato de la Revolución Bolivariana sería el actual vicepresidente (equivalente a primer ministro) Nicolás Maduro, un líder muy sólido con todas las cualidades, humanas y políticas, para imponerse.

También habrá elecciones, el 17 de febrero, en Ecuador: la reelección del presidente Rafael Correa, otro dirigente latinoamericano fundamental, ofrece pocas dudas. Importantes comicios asimismo, el 10 de noviembre, en Honduras donde, el 28 de junio de 2009, fue derrocado Manuel Zelaya. Su sucesor, Porfirio Lobo, no puede postularse para un segundo mandato consecutivo. En cambio, el Tribunal Supremo Electoral ha autorizado la inscripción del Partido Libertad y Refundación (LIBRE), liderado por el ex presidente Zelaya, que presenta, como candidata, a su esposa y ex primera dama, Xiomara Castro.
Importantes elecciones igualmente en Chile, el 17 de noviembre. La impopularidad actual del presidente conservador Sebastián Piñera ofrece posibilidades de victoria a la socialista Michelle Bachelet.

La atención internacional también se fijará en Cuba. Por dos razones. Porque continúan en La Habana las conversaciones entre el gobierno colombiano y los insurgentes de las FARC para tratar de poner fin al último conflicto armado de América Latina. Y porque se esperan decisiones de Washington. En los comicios estadounidenses del pasado 6 de noviembre, Barack Obama ganó en Florida; obtuvo el 75% del voto hispano y –muy importante– el 53% del voto cubano. Unos resultados que le dan al presidente, en su último mandato, un amplio margen de maniobra para avanzar hacia el fin del bloqueo económico y comercial de la isla.


Frentes abiertos


Donde nada parece avanzar es, una vez más, en Medio Oriente. Ahí se encuentra el actual foco perturbador del mundo. Las revueltas de la “Primavera árabe” consiguieron derrocar a varios dictadores locales : Ben Ali en Túnez, Mubarak en Egipto, Gadafi en Libia. Pero las elecciones libres permitieron que partidos islamistas de corte reaccionario (Hermanos Musulmanes) acaparasen el poder. Ahora quieren, como lo estamos viendo en Egipto, conservarlo a toda costa. Para consternación de la población laica que, por haber sido la primera en sublevarse, se niega a aceptar esa nueva forma de autoritarismo. Idéntico problema en Túnez. 

Después de haber seguido con interés las explosiones de libertad de la primavera 2011 en esta región, las sociedades europeas están nuevamente perdiendo interés sobre lo que ocurre allí. Demasiado complicado. Un ejemplo: la inextricable guerra civil en Siria. Ahí, lo que está claro es que las grandes potencias occidentales (Estados Unidos, Reino Unido, Francia), aliadas a Arabia Saudita, Qatar y Turquía, han decidido apoyar (con dinero, armas e instructores) a la insurgencia islamista sunnita. Ésta, en los diferentes frentes, no cesa de ganar terreno. ¿Cuánto tiempo resistirá el gobierno de Bashar Al Assad? Su suerte parece echada. Rusia y China, sus aliados diplomáticos, no darán luz verde en la ONU a un ataque de la OTAN como en Libia en 2011. Pero tanto Moscú como Pekín consideran que la situación del régimen de Damasco es militarmente irreversible, y han empezado a negociar con Washington una salida al conflicto que preserve sus intereses.

Frente al “eje chiita” (Hezbollah libanés, Siria, Irán), Estados Unidos ha constituido en esa región un amplio “eje sunnita” (desde Turquía y Arabia Saudita hasta Marruecos pasando por El Cairo, Trípoli y Túnez). Objetivo: derrocar a Al Assad –y despojar así a Teherán de su gran aliado regional– antes de la próxima primavera. ¿Por qué? Porque el 14 de junio tienen lugar, en Irán, las elecciones presidenciales (2). A las cuales Mahmud Ahmadineyad, el actual mandatario, no puede presentarse pues la Constitución no permite ejercer más de dos mandatos. O sea que, durante el próximo semestre, Irán se hallará inmerso en violentas pugnas electorales entre los partidarios de una línea dura frente a Washington y los que defienden la vía de la negociación.

Frente a esa situación iraní de cierto desgobierno, Israel en cambio se alistará para un eventual ataque contra las instalaciones nucleares persas (3). En el Estado judío, en efecto, las elecciones generales del 22 de enero verán probablemente la victoria de la coalición ultraconservadora que reforzará al primer ministro Benjamin Netanyahu, partidario de bombardear cuanto antes Irán.

Ese ataque no puede llevarse a cabo sin la participación militar de Estados Unidos. ¿Lo aceptará Washington? Es poco probable. Barack Obama, que asume el próximo 21 de enero, se siente más seguro después de su reelección. Sabe que la inmensa mayoría de la opinión pública estadounidense (4) no desea más guerras. El frente de Afganistán sigue abierto. El de Siria también. Y otro podría abrirse en el norte de Mali. El nuevo secretario de Estado, John Kerry, tendrá la delicada misión de calmar al aliado israelí.


La batalla de los gigantes


Entretanto Obama mira hacia Asia, zona prioritaria desde que Washington decidió la reorientación estratégica de su política exterior. Estados Unidos trata de frenar allí la expansión de China cercándola de bases militares y apoyándose en sus socios tradicionales: Japón, Corea del Sur, Taiwán. Es significativo que el primer viaje de Barack Obama, después de su reelección el pasado 6 de noviembre, haya sido a Birmania, Camboya y Tailandia, tres Estados de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Una organización que reúne a los aliados de Washington en la región y la mayoría de cuyos miembros tienen problemas de límites marítimos con Pekín.

Los mares de China se han convertido en las zonas de mayor potencial de conflicto armado del área Asia-Pacífico. Las tensiones de Pekín con Tokio, a propósito de la soberanía de las islas Senkaku (Diaoyú, para los chinos), podrían agravarse después de la victoria electoral, el pasado 16 de diciembre, del Partido Liberal Demócrata (PLD) cuyo líder y nuevo primer ministro, Shinzo Abe, es un “halcón” nacionalista, conocido por sus críticas hacia China. También la disputa con Vietnam sobre la propiedad de las Islas Spratly está subiendo peligrosamente de tono. Sobre todo después de que las autoridades vietnamitas colocaran oficialmente, en junio pasado, el archipiélago bajo su soberanía. 

China está modernizando a toda marcha su Armada. El pasado 25 de septiembre lanzó su primer portaaviones, el Liaoning, con la intención de intimidar a sus vecinos. Pekín soporta cada vez menos la presencia militar de Estados Unidos en Asia. Entre los dos gigantes, se está instalando una peligrosa “desconfianza estratégica” (5) que, sin lugar a dudas, va a marcar la política internacional del siglo XXI. 


1. Véase el dossier “France and the euro. The time-bomb at the heart of Europe”, The Economist, Londres, 17-11-12.
2. En Irán, el presidente no es el jefe de Estado. El jefe de Estado es el Guía Supremo, elegido de por vida, y cuya función ejerce actualmente Ali Jamenei.
3. Véase Ignacio Ramonet, “El año de todos los riesgos”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, febrero de 2012.
4. The New York Times, Nueva York, 12-11-12.
5. Véase Wang Jisi y Kenneth G. Lieberthal, “Adressing U.S.-China Strategic Distrust”, Brookings Institution, 30-3-12, www.brookings.edu/research/papers/2012/03/30-us-china-lieberthal


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