Ley de etiquetado frontal: más de 150 organizaciones rechazan su derogación
Entrevista a Leila Guarnieri, nutricionista e investigadora de FIC Argentina.
10 DE DICIEMBRE DE 2024
Damián Verzeñassi, docente investigador argentino de Rosario, referente en argentina de Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina, comentó sobre la carta abierta publicada por la organización.
Gente Sin Swing - Radio Universidad
Publicado el 21 DE JUNIO DE 2016
En homenaje a Andrés Carrasco
Desde hace algunos meses se ha iniciado con mucha fuerza una campaña publicitaria para promover un grupo de nuevas biotecnologías (como la edición de genes, la biología sintética, CRISPR-Cas, el uso de micro ARN, la manipulación de la expresión genética a través de la intervención en los complejos procesos involucrados en epigénetica, por mencionar algunos ejemplos), presentándolas como “superadoras” de la transgénesis. Tal como ocurrió hace dos décadas, cuando los promotores de los transgénicos nos presentaron un largo menú de promesas que nunca llegaron a cumplirse, los mismos sectores que desde entonces vienen defendiendo los transgénicos hoy nos dicen que estas nuevas biotecnologías “superadoras” son mucho más precisas, seguras y eficientes; que con apenas un “rasguño” se pueden obtener resultados extraordinarios. Ellas, se dice, podrían ser la respuesta a la cura de diversas enfermedades, al incremento en la producción agrícola; se eliminaría el uso de plaguicidas, se podría desarrollar nuevos combustibles que, por un lado no se agoten y por otro, ayuden a enfrentar el cambio climático. Todas estas promesas son las mismas que hace 20 años acompañaron el lanzamiento de los cultivos transgénicos y todas demostraron a lo largo de estas décadas su falsedad.
Contrariamente a lo anunciado, con la introducción de los transgénicos en la agricultura industrial se fortaleció el poder corporativo en el sistema agroalimentario, se dio una rápida expansión de monocultivos de soja, maíz, algodón y canola (que fueron los únicos cultivos biotecnológicos que tuvieron un éxito comercial) y que, además de desplazar cultivos alimenticios, profundizaron los impactos provocados por la revolución verde: la emergencia de súper malezas, súper plagas y nuevas enfermedades, el incremento del uso de agrotóxicos, se intensificó el poder monopólico sobre las semillas a través de la imposición de derechos de propiedad intelectual y otros mecanismos legales, la aceleración del proceso de acaparamiento de la tierras, la ultra-tecnificación del agro, lo que devino en un masivo abandono del campo, porque el resultado final ha sido la instauración de un modelo agrícola sin agricultores.
Estas nuevas biotecnologías aplicadas al mundo rural no harán sino acentuar esta tendencia, ya que todas ellas están concebidas para ser aplicadas en modelos de monocultivos industriales.
Cuestionamos la seguridad de esta tecnología, que juega con la manipulación genética a pesar del gran desconocimiento que existe sobre su funcionamiento y sobre los efectos que su aplicación podrían desencadenar a nivel celular, del organismo, de la salud humana y del ambiente. No pedimos para estas tecnologías la aplicación de normas de bioseguridad ni el desarrollo de estrictas evaluaciones de riesgo, sino la suspensión de toda la experimentación en este campo. Cuestionamos el exagerado rol que se da a “la ciencia” y al sistema científico tecnológico en el proceso de toma de decisiones relacionado con la adopción de estas nuevas tecnologías, pues sabemos que la investigación científica encarna las mismas relaciones de poder que se dan en la sociedad, y que las principales líneas de Investigación son decididas por quienes las auspician y financian.
Desde la UCCSNAL proponemos un nuevos modelo de ciencia digna en un diálogo de saberes con los campesinos y campesinas del mundo que han alimentado a la humanidad por miles de años y hoy lo siguen haciendo. Hacemos nuestras las palabras de Andrés Carrasco en el documento que sirvió de base para la creación de nuestra organización: “En este contexto existe la necesidad urgente de establecer una red de científicos, con concepciones más respetuosas de la complejidad y con capacidad de interpelar a las empresas y las comunidades científicas que sostienen y promueven los OGM, denunciando las limitaciones de la tecnociencia biotecnológica, discutiendo, refutando y develando las falacias simplificadoras y reduccionistas que pretenden formar un corpus 'teórico-científico' de la tecnología de manipulación genética, con el fin inconfeso de reemplazar la naturaleza a medida de las grandes corporaciones y gobiernos y blindar los procesos de apropiación por despojo del territorio y su gente a cualquier precio, incluso la muerte por exterminio".
Es hora de que los agricultores y la sociedad recuperen las iniciativas de la investigación científica basada en técnicas agroecológicas, basadas en las fortalezas locales, que reviertan el acelerado proceso de descampesinización; que los temas emergentes de salud sean tratados desde un punto de vista integral abordando los procesos de determinación social y ambiental que promueven la salud y los que generan la enfermedad. Es impensable que los impactos y problemas sociales, ambientales y sanitarios que han sido generados por la expansión acrítica de un modelo basado en la tecnociencia de mercado, cuya principal motivación es la maximización de la ganancia económica, puedan solucionarse o atenuarse, sumando las nuevas quimeras de la revolución biotecnológica.
Nuestra contrapropuesta es la agroecología, que prescinde del uso de pesticidas y fertilizantes derivados de la industria química, es sustentable en el tiempo y hace un manejo racional de recursos naturales, brindando productos sanos y manteniendo o incrementando la fertilidad de los suelos. Los informes de Olivier de Schutter, relator especial de las Naciones Unidas para el derecho a la alimentación, y del IAASTD señalan sin ambigüedades la alta capacidad productiva de la agricultura campesina y ecológica. Al mismo tiempo, consideran que ésta permite un mejor acceso a los alimentos al apostar por una producción y comercialización local, con prácticas que respetan, conservan y mantienen la naturaleza. En realidad, no sólo la agricultura campesina y ecológica puede alimentar al mundo sino que es la única capaz de hacerlo. No se trata de un retorno romántico al pasado ni de una idea bucólica del campo sino de hacer confluir los métodos campesinos de ayer con los saberes del mañana y democratizar radicalmente el sistema agroalimentario.
Detengamos la bomba genética
Comentarios del Grupo ETC al informe de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos sobre los conductores genéticos
De casi 200 páginas, el informe de investigación de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NAS, por sus siglas en inglés) “Gene Drives on the Horizon” (Los conductores genéticos en el horizonte) es voluminoso pero superficial. No trata los temas más urgentes que plantea la controvertida tecnología de conductores genéticos a partir de CRISPR-Cas9. Sus inventores la apodan “reacción mutagénica en cadena”.
Los conductores genéticos guiados por ARN son una poderosa técnica de biología sintética inventada apenas el año pasado. Están diseñados para introducir a toda costa un rasgo genético a través de toda la población de alguna especie, por lo que pueden ocasionar la extinción de dicha especie. Esta capacidad para manipular y rediseñar totalmente las poblaciones y los ecosistemas plantea serias amenazas bélicas, a la biodiversidad y la seguridad alimentaria, por lo cual este estudio de alto perfil se divulgó en un tiempo récord.
Inexplicablemente, el informe no habla de los problemas que surgirán a partir de la comercialización de dicha tecnología y queda corto al referirse a las implicaciones militares y para la seguridad del desarrollo de los conductores genéticos. Dado que la comercialización, la seguridad alimentaria y la militarización se encuentran entre los temas más explosivos que plantean estas técnicas, su escasa mención en el informe científico resulta incomprensible. El estudio fue financiado por DARPA (una agencia de investigación militar de Estados Unidos) y la Fundación Bill y Melinda Gates (que financia temas de agricultura). Ambas instituciones están muy involucradas en la investigación sobre conductores genéticos.
“Los historiadores podrían considerar este desarrollo científico del 2015 –los conductores genéticos– como el momento ‘nuclear’ de la biología. Así como la primera reacción nuclear en cadena hace tres cuartos de siglo, la 'reacción mutagénica en cadena' muestra un potencial de destrucción de amplio espectro con ramificaciones geopolíticas muy significativas”, explica Jim Thomas, director de Programas del Grupo ETC. “Actualmente hay un puñado de pioneros que desarrollan conductores genéticos, que argumentan que su nueva herramienta podría eliminar la malaria o salvar aves en peligro de extinción, sin embargo es claro para todo mundo que las promesas que hacen los que tienen sus propios intereses en la tecnología no son de confiar; esta técnica implica riesgos enormes”.
Militarización: hay diversos escenarios para que los conductores genéticos se conviertan en armas: por ejemplo, si se re-diseñan insectos, si interactúan con el microbioma humano o si se hacen con la intención explícita de suprimir cosechas o a los polinizadores. Sus efectos colaterales no esperados también pueden acarrear graves consecuencias. Esto significa que la tecnología de conductores genéticos puede terminar muy rápidamente bajo el control de los actores militares más poderosos del mundo, cuyas decisiones sobre el manejo de los conductores genéticos, su uso y despliegue serán determinados por sus preocupaciones geopolíticas y de su seguridad (así como por intereses comerciales).
Es muy significativo el hecho de que la mitad del financiamiento para este estudio viniera de una agencia de defensa de Estados Unidos, DARPA (Agencia de proyectos de investigación avanzados de defensa), quienes han declarado que “van por todo” en la investigación y desarrollo de conductores genéticos y organismos sintéticos “robustos”. Sin embargo, es sorprendente que este informe (que sí toca el tema de la gobernanza) no menciona en absoluto los instrumentos de acuerdo internacional más relevantes del mundo para estos asuntos y que deben responder a las amenazas a la seguridad y a la paz que los conductores genéticos implican: uno es el Tratado ENMOD, sobre la prohibición de utilizar técnicas para modificación del ambiente con fines militares u hostiles, que se negoció precisamente para tratar el tipo de modificaciones ambientales de amplio espectro que los conductores genéticos podrían desatar. Si bien no ha habido reuniones de ENMOD en los últimos años, una conferencia podría convocarse fácilmente; otro es la Convención sobre Armas Biológicas, también de Naciones Unidas, que ya comenzó a discutir sobre los conductores genéticos en su reunión más reciente en Ginebra, en diciembre pasado.
¿Y en agricultura? El informe no reconoce para nada los fuertes intereses comerciales que pueden llevar a aplicar conductores genéticos en agricultura, sin que a las trasnacionales les importen las regulaciones que demandan precaución. La (escasa) discusión pública sobre conductores genéticos se ha enfocado en especulaciones sobre su utilidad para cuestiones de salud y conservación, pero son las aplicaciones en agricultura las que podrían dominar el terreno en vista de los intereses comerciales de las gigantescas empresas de agronegocios. El informe de NAS consideró solo un estudio de caso para cuestiones agrícolas (el caso número 6) sobre el Amaranthus palmeri (un tipo de amaranto) que proponen manipular para hacerlo más vulnerable al glifosato, pero no debate cómo tal aplicación podría fortalecer los monopolios agrícolas (como el de Monsanto). Tampoco toman en cuenta cómo los conductores genéticos pueden transformar la agricultura y los sistemas de producción de alimentos e impactar sobre los derechos de los agricultores y la soberanía alimentaria. El informe dice, sin embargo, que si el Amaranthus palmeri en América del Norte fuera suprimido mediante conductores genéticos, podría terminar reduciendo las cosechas de la variedad de amaranto que se consume en América del Sur y que es una fuente de alimento importante. La falta de consideración sobre las implicaciones para la seguridad alimentaria es un vacío particularmente problemático, a la luz de los reclamos de derechos de patente sobre conductores genéticos en la solicitud número WO2015105928, ya publicada. Esta solicitud es de la Universidad de Harvard e incluye una larga lista de más de 50 hierbas invasoras y 200 herbicidas contra los que la tecnología podría utilizarse, sugiriendo, de facto, un negocio para las transnacionales de agrotóxicos más grandes del planeta, que podrían negociar una licencia para el uso de esta tecnología, lo cual extendería la vida útil de sus productos, sean semillas transgénicas o agroquímicos.
“El Grupo ETC sabe, a partir de investigaciones propias, que tanto Monsanto como Syngenta siguen de cerca el desarrollo de esta tecnología”, explica Neth Daño, directora de Asia para el Grupo ETC. “Ni Harvard ni ninguna otra entidad privada deberían tener el poder para concesionar el uso de la tecnología de conductores genéticos a los gigantes de los agronegocios ni a ninguna otra entidad”.
Dado el poder y las implicaciones de esas técnicas, el Grupo ETC propone que todas las cuestiones de propiedad intelectual en torno a los conductores genéticos sean dirimidas en un organismo neutral internacional bajo la gobernanza multilateral de Naciones Unidas. Esto, de forma paralela a los pasos que los gobiernos dieron para controlar la propiedad intelectual de las tecnologías nucleares hace 75 años. El tema de los conductores genéticos también debe asumirlo urgentemente el Comité de Naciones Unidas sobre Seguridad Alimentaria Mundial cuando se reúna en Roma este octubre.
Gobernanza global de la biodiversidad: algo que la NAS hizo correctamente en el informe es referirse a las implicaciones que tienen los conductores genéticos para la gobernanza de la biodiversidad, estableciendo en varias puntos del informe que “un conductor genético no reconoce fronteras políticas”. El comité redactor identifica correctamente al Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB) y sus protocolos como uno de los organismos internacionales clave que deben discutir la gobernanza de los conductores genéticos (los que no menciona son ENMOD, la Convención sobre Armas Biológicas y el Comité sobre Seguridad Alimentaria Mundial).
El Grupo ETC considera que debe establecerse rápidamente en el CDB una fuerte regulación internacional sobre la investigación de los conductores genéticos, comenzando con una moratoria global sobre la liberación y uso comercial de los mismos, lo cual estaría en línea con las recomendaciones clave del informe, en el sentido de que la evidencia para permitir la liberación de los conductores genéticos en el ambiente es insuficiente.
Los 194 países que son parte del CDB tomarán decisiones sobre cómo supervisar y que formas de regulación u otras medidas son necesarias en relación con la biología sintética en su 13.ª Conferencia de las Partes (COP 13) en Cancún, en diciembre de 2016 (los conductores genéticos son una de las aplicaciones de la biología sintética, tema central en la agenda de la COP13). El propio grupo de expertos del CDB sobre biología sintética (Grupo de Expertos Técnicos Ad Hoc sobre Biología Sintética, AHTEG de Biología Sintética) ya planteó el tema de los conductores genéticos y debe profundizar al respecto. El grupo de expertos en evaluación de riesgos del Protocolo de Cartagena (AHTEG sobre Evaluación de Riesgos) también debe emprender la evaluación de los conductores genéticos en la actual revisión que lleva a cabo sobre las técnicas de la biología sintética.
biología sintética, diversidad biológica, agrotóxicos,
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