Claudio Fader Kaiser, bioquímico: “Queremos que las células madre congeladas puedan generar huesos en el maxilar”

Se formó como investigador en biología molecular junto a la prestigiosa María Isabel Colombo (también entrevistada para este ciclo) y hoy codirige el Centro de Investigaciones Odontológicas (CIO) de la Facultad de Odontología de la UNCUYO, donde también es docente.

Claudio Fader Kaiser, bioquímico: "Queremos que las células madre congeladas puedan generar huesos en el maxilar"

Foto: Prensa UNCUYO

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Leonardo Oliva

Publicado el 15 DE DICIEMBRE DE 2021

La trayectoria profesional de Claudio Fader Kaiser recorre un camino no tan largo, que va desde la bioquímica a la odontología. Se formó como investigador en biología molecular junto a la prestigiosa María Isabel Colombo (también entrevistada para este ciclo) y hoy codirige el Centro de Investigaciones Odontológicas (CIO) de la Facultad de Odontología de la UNCUYO, donde también es docente.

Investigador del Conicet, Fader Kaiser lidera un equipo científico que recientemente logró aislar y congelar células madre de ligamento periodontal, un avance que les hacer ver más cercano su objetivo final: lograr regenerar huesos de maxilar para evitar que muchos pacientes terminen llevando implantes metálicos en sus bocas.

¿Tenemos capacidad de generar células madre en la boca?

El diente está unido al maxilar, que es el hueso donde se encuentra el diente, a través de un ligamento, que es el ligamento periodontal. Este ligamento es rico en células madre. Cuando el odontólogo hace una extracción de una pieza dental, viene colgando este ligamento. Nosotros lo que hacemos es procesarlo, tomarlo y disgregarlo, y, mediante enzimas específicas y medios de cultivo específicos, hacer que las células madre que se encuentran ahí crezcan en cultivo in vitro.

Ustedes lograron congelar estas células del ligamento periodontal. ¿Qué permite ahora este avance?

Este es el primer paso de grandes posibilidades de avance a nivel científico. El hecho de tener un banco de células madre congeladas nos va a permitir descongelarlas y diferenciarlas de células productoras de hueso. Eso nos va a permitir ver la capacidad de estas células de adherirse a determinadas plataformas o superficies que nosotros vamos a generar para que generen huesos sobre esas superficies, y darle la forma que nosotros queramos a ese hueso que van a formar estas células. 

¿Cualquier tipo de hueso o uno específico?

Sobre todo, hueso esponjoso, que es el que se requiere para este tipo de tratamiento odontológico. Después veremos qué perspectivas tiene para otro tipo de tratamiento, por ejemplo, en el caso de fracturas o pérdidas de huesos. Estamos hablando con gente del Hospital Lagomaggiore, donde tienen casos de accidentes con pérdida masiva de una parte de un maxilar. Queremos ver si se pueden poner placas donde se peguen células madre y traten de reconstituir ese hueso perdido sin la necesidad de poner un implante de titanio u otro tipo de placa.

Es la fantasía del cyborg, pero menos robótico y más humano.

Claro (risas). En realidad, este es nuestro pequeño lugar de hobby o entretenimiento, donde pensamos en eso: generar cosas que a futuro puedan servir en la clínica médica.

¿Y en qué contexto científico mundial se ubica este hallazgo?

Lo que estamos haciendo nosotros no es nada novedoso en el sentido de que las técnicas de aislamiento de células madre vienen de hace muchos años. Hay muchos tejidos que puedan dar células madre y el ligamento periodontal es uno de ellos. En la Argentina, son muy pocos los lugares que lo están haciendo: nosotros y la UBA. La idea es, ya que tenemos clínicas odontológicas acá (en la facultad) y gran cantidad de muestras, tener una “biblioteca” o un lugar donde poder congelar una gran cantidad de células madre.

¿Qué le atrajo de esta especialidad odontológica siendo usted bioquímico?

Es muy importante la pregunta, porque yo, en el transcurso de mi carrera de grado, más o menos en tercer año, me metí en un laboratorio donde trabajaban con ratas, y la verdad es que no soporté el uso de animales para investigación. Entonces me contacté con la Dra. (María Isabel) Colombo, que me ofreció hacer el doctorado en la UBA. Terminé de hacer el doctorado, partí a Francia a hacer el posdoctorado y volví a la Argentina a trabajar con ella en cultivo celular y en biología molecular. Como entré como docente en Odontología en la cátedra Bioquímica General y Estomatológica, vimos con los odontólogos la necesidad de trabajar en este tipo de proyectos, en la regeneración de hueso, sobre todo para la gente que hace implantología. Ahí surgió el proyecto de aplicar la biología molecular y celular a la odontología.

Como muchos, ¿usted le tenía miedo al dentista?

Le tenía miedo y sigo teniéndole miedo. Cada vez que trato con ellos, les tengo más miedo, así que trato de cuidarme la boca lo más posible. (risas)

Usted se formó en el exterior y volvió. ¿Cuán difícil es hacer ciencia en Argentina? ¿Es más caro?

Es una buena pregunta. El argentino tiene una característica muy buena que afuera buscan: el “Lo atamos con alambre”. Uno, cuando está afuera, se las ingenia para hacer cosas que otra persona no hace si no tiene el medio económico para hacerlas. Eso hace que el argentino sea ahorrativo en un montón de cosas. Pero las cosas que son importadas, que están en dólares, son más caras acá porque tienen impuestos. Entonces, uno termina pagando más cuando quiere ahorrar. Ahora se pueden comprar insumos al dólar oficial porque el gobierno decidió no aplicarles el impuesto, lo que es muy bueno.

Pero en Chile, Colombia o México, por ejemplo, ¿es más fácil hacer ciencia que acá?

En Chile, por ejemplo, es más fácil porque tienen menos grupos científicos. Acá, el Conicet ha logrado crear muchos institutos de diversas áreas para trabajar en ciencia. Eso hace que la plata tenga que repartirse entre más gente. En Chile se reparte entre menos gente, entonces reciben más y los laboratorios tienen menos problemas económicos para poder hacer investigación. Pasa lo mismo con la universidad: la UNCUYO financia a casi todos los docentes que hacen investigación, tiende a que todos sus docentes hagan investigación. En otras universidades, se financia solo a los proyectos más importantes y los otros se quedan sin financiación.

¿Sería una alternativa el financiamiento privado?

El sistema nuestro viene del sistema francés, de cuando Houssay creó el Conicet. Así, la Argentina es uno de los pocos países donde te pagan por hacer un doctorado. El Conicet te financia cinco años de tu carrera doctoral para que seas una mano de obra calificada; lo que pretende es que eso lo puedas aplicar a la investigación en tu país o a la docencia universitaria. En Chile y en otros países, como no hay tanto presupuesto para esto, buscan grandes subsidios de empresas que buscan después un rédito económico en lo que uno investiga.

Direccionan la investigación a un objetivo propio…

Claro. La investigación científica está asociada a dos partes: la investigación básica, que generalmente no da resultados aplicables, y la investigación aplicada, pero la aplicada se nutre de lo básico: si uno tiene el conocimiento básico de algo, difícilmente pueda inventar algo que se aplique después. Las vacunas (contra la COVID-19) que se están aplicando ahora vienen de toda la investigación básica que se ha hecho durante años de estudio, por eso es más fácil producirlas y venderlas; sin ese conocimiento previo, no se podía hacer. No hay muchos gobiernos que quieran financiar la parte básica, que no da réditos a corto plazo, sino que tratan de poner dinero en resultados rápidos para recuperar la inversión. Argentina no es de esos casos, da mucho dinero a la investigación básica.