¿Están preparadas las escuelas de Mendoza para incluir a estudiantes del espectro autista?
En la provincia, la inclusión de niños y niñas del espectro autista en el sistema educativo es un derecho respaldado por ley, pero las experiencias de las familias muestran brechas entre lo que debería ser y lo que ocurre en la realidad. Especialistas y autoridades provinciales hablan de los desafíos dentro de las aulas.

Las familias de chicas y chicos en el espectro autista enfrentan un camino solitario y desgastante, describió la especialista Mónica Coronado / Foto: iStock.
En Mendoza todas las escuelas deben garantizar la inclusión de niños y niñas del espectro autista, algo que está respaldado por leyes nacionales (26.206) y provinciales (6.970), así como también resoluciones locales. Sin embargo, para muchas familias, el desafío comienza cuando ese derecho debe materializarse en el aula. El testimonio de una madre —Julieta— evidencia que el sistema educativo aún enfrenta profundas brechas entre las normativas y la práctica diaria. Especialistas en educación y autoridades provinciales analizan qué tan preparada está la escuela para este desafío.
Julieta es mamá de dos hijos, de 8 y 9 años, con diagnósticos dentro del espectro autista. El cuadro de uno de ellos se asemeja al antiguo síndrome de Asperger, mientras que el otro presenta autismo grado 2 acompañado de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Según relató, las dificultades en uno de ellos, el de 8 años comenzó a intensificarse cuando lo cambiaron de escuela. "En la Hipólito Yrigoyen empezaron las crisis más fuertes. Pusimos maestra integradora y acompañante terapéutico, pero muchas veces la contención venía de un celador, no de un equipo preparado".
Las crisis implicaban conductas impulsivas y destrucción de materiales escolares. “Yo repuse mochilas, cartucheras, lápices, todo lo que se rompía”, recordó. La respuesta institucional, aseguró, no siempre fue la adecuada. "Una vez lo encerraron solo en un baño hasta que se le pasara la crisis. Lo encontré hecho un bollito, llorando, sin contención".
La tensión con la comunidad escolar escaló. Hubo llamados a la policía, denuncias cruzadas y pedidos para que uno de los niños tomara clases online o cambiara de institución. Finalmente, por indicación de la escuela, asistió unos meses a otro establecimiento donde encontró mayor acompañamiento. No obstante, la madre sostuvo que la verdadera solución llegó cuando trasladó a sus dos hijos a otro establecimiento. "Desde el primer día nos recibieron con los brazos abiertos. Obviamente hay problemas, pero todo se charla de otra manera. Ahí sí sentí que la inclusión era real".
Para esta madre, la falta de formación específica de los docentes es una de las principales barreras para una verdadera inclusión. "Dicen que no están capacitados y es cierto, pero a mí nadie me preparó para ser mamá de dos chicos autistas. Uno puede aprender, buscar información, capacitarse".
Su experiencia la ha llevado a afirmar que la inclusión depende más de la actitud y la cultura institucional escolar que de la existencia de una ley. "En algunas escuelas, mis hijos retrocederían mucho. En otras, como en la que están ahora, se los contiene y respeta".
Especialistas coinciden en que la clave está en comprender que cada estudiante es único. Foto: Pixabay.
La mirada académica: la inclusión como proceso singular
Mónica Coronado, directora de la Diplomatura en Emociones en Educación de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO), explicó que la clave para mejorar la inclusión está en comprender que cada estudiante es único, incluso si comparte diagnóstico con otros. "Dentro del espectro autista hay una enorme diversidad. Hay niños no verbales y otros con gran autonomía. No se puede aplicar la misma estrategia para todos".
Para Coronado, uno de los errores más comunes es dar a los docentes indicaciones genéricas. "No sirven pautas estándar para un chico con autismo. Sirven estrategias diseñadas para ese niño en particular, con sus fortalezas y desafíos".
La especialista advirtió que la verdadera inclusión no es “tener al niño sentado en un rincón para que no moleste”, sino integrarlo a las actividades, facilitarle herramientas para que haga amigos y garantizarle el aprendizaje."Hay escuelas que están mejor preparadas y otras que no, y eso depende de la comunidad educativa. Las que tienen una cultura inclusiva y trabajan en equipo con las familias logran mejores resultados".
También aseguró que las familias suelen enfrentar un camino solitario y desgastante. "Desde que no los quieren inscribir hasta que les sugieren otra modalidad educativa. Hay un derecho vulnerado cuando los padres deben peregrinar por varias escuelas para encontrar un lugar que los acepte".
Mónica Coronado, directora de la Diplomatura en Emociones en Educación de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO). Foto: Prensa UNCUYO.
La posición oficial: “El sistema está preparado”
Desde la Dirección de Educación Especial de Mendoza, su titular María de los Ángeles Zavaroni sostuvo que el sistema educativo cuenta con las herramientas para garantizar la inclusión de alumnos y alumnas con espectro autista. “Tenemos la Ley Nacional de Educación y resoluciones provinciales ( 3401 - 3402) que nos obligan a recibir a todos los estudiantes, sin importar su condición".
Zavaroni detalló que las 94 escuelas especiales de la provincia brindan docentes de apoyo para las instituciones de nivel inicial, primario y secundario. "Esos docentes están formados en distintas especialidades y elaboran estrategias específicas para cada estudiante, porque dos niños con el mismo diagnóstico pueden requerir apoyos muy distintos".
Sin embargo, en cuanto a la formación docente, aclaró que no existe una preparación exclusiva para cada discapacidad, sino que se trabaja con la noción de aulas heterogéneas y estrategias diversificadas. "En las jornadas institucionales abordamos cómo atender la diversidad, y el docente de apoyo aporta la estrategia personalizada".
María de los Ángeles Zavaroni, directora de Educación Especial de Mendoza, sostuvo que el sistema cuenta con las herramientas para garantizar la inclusión. Foto: Prensa Gobierno de Mendoza.
Protocolos ante conflictos y denuncias
Consultada sobre situaciones de presunto maltrato por parte de docentes a niños y niñas, Zavaroni explicó que la provincia cuenta con un protocolo unificado. "Ante cualquier situación de violencia o emergencia, el directivo del establecimiento debe activar el procedimiento establecido por ley, priorizando el interés superior del niño".
Este protocolo involucra a la Dirección de Apoyo Escolar y, de ser necesario, a la Dirección de Educación Especial. “Se actúa siempre de la misma manera, sin importar quién sea el agresor”, aseguró.
El desafío de una inclusión real
La voz oficial y la de Julieta reflejan visiones distintas de una misma realidad en la que se ponen en juego las leyes, las capacitaciones profesionales y los recursos de cada escuela.
Coronado lo resume así: "Un niño puede estar muy mal en una escuela y, al cambiar de institución, florecer. No es el diagnóstico lo que determina su experiencia educativa, sino cómo la escuela se organiza para incluirlo".
Para Julieta, la batalla por la inclusión aún no termina: es parte de la comunidad educativa, asesora a otras familias y busca soluciones para que encontrar la escuela correcta no dependa de la suerte de las familias con hijos o hijas autistas, sino de un sistema educativo consolidado, que aprenda de las buenas experiencias y se retroalimente.
Por eso, Zavaroni insistió en que la provincia cuenta con docentes especializados y protocolos para garantizar la inclusión, pero también reconoció que cada caso requiere un diseño específico. "No hay una receta única. El apoyo debe construirse para ese niño y con su equipo terapéutico".
Julieta y la especialista además sumaron que para ellas la inclusión no se logra solo con leyes o resoluciones. Requiere capacitación continua, recursos adaptados y, sobre todo, una cultura escolar que vea la diversidad como una oportunidad y no como un obstáculo. La meta, como plantea Coronado, "es que cada estudiante pueda aprender, participar y disfrutar de la vida escolar en igualdad de condiciones”.
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