Desde la máquina del tiempo II

Dos especialistas recrean el pensamiento de los diputados Juan Agustín Maza y Tomás Godoy Cruz, representantes mendocinos en Tucumán. Aquí recreamos una entrevista a Godoy Cruz de la mano de Eliana Fucili, licenciada en Historia, especialista en Historia Americana y Argentina, becaria doctoral del Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (CCT Conicet Mendoza).

Desde la máquina del tiempo II

Tomás Godoy Cruz (1791-1852)

Sociedad

#12 - Bitácora de la Independencia

Edición U

Eliana Fucili, licenciada en Historia, especialista en Historia Americana y Argentina, becaria doctoral del Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (CCT Conicet Mendoza)

Publicado el 04 DE JULIO DE 2016

Tomás Godoy Cruz

¿Cuáles son los orígenes de su carrera política?

En 1814, unos meses después de regresar de Chile, donde había estudiado Derecho canónico y leyes en la Universidad de San Felipe, tomé contacto con el Gobernador Intendente de Cuyo, José de San Martín. Inmediatamente trabé amistad con él y comencé a colaborar estrechamente en su plan, que preveía la reconquista de Chile y luego el avance hacia Lima, corazón del poder realista de América del Sur. Al año siguiente fui nombrado síndico procurador del Cabildo, y unos meses más tarde, diputado del Congreso de Tucumán, junto a Juan Agustín Maza.

¿En qué consistió su participación en el Congreso de Tucumán?

Durante el período que sesionó el Congreso (1816-1819), primero en Tucumán  y más tarde en Buenos Aires, busqué colaborar con la causa revolucionaria y con la organización de las Provincias del Sud. Dos veces fui nombrado como presidente del Congreso, una como vice, y además integré distintas comisiones que trataron cuestiones relacionadas con el comercio y los derechos aduaneros, entre otras. También tuve una activa participación en el proceso deliberativo ya que, si bien al momento de reunirnos en Tucumán todos los congresales tuvimos como principal objetivo declarar la independencia, esto no implicó que todos estuviéramos de acuerdo en la forma de gobierno que debía asumir el nuevo país. Este punto produjo arduas discusiones, que rondaron entre la organización de una monarquía constitucional y la instauración de una república y que dieron como resultado la sanción de una constitución en 1819, aunque terminó fracasando. También busqué representar y defender los intereses de la industria vitivinícola de Mendoza y San Juan, cuyas economías se veían urgidas de implementar la prohibición de importación de vinos y aguardientes extranjeros y la supresión de impuestos internos a la producción.

Antes mencionó a San Martín… ¿Colaboró en la formación del Ejército de Los Andes?

Sí. Puse al servicio una de mis propiedades para instalar una fábrica de pólvora que dirigió Álvarez Condarco y dispuse de algunos bienes personales para afrontar el salario semanal de los soldados que se estaban entrenando en El Plumerillo. Además, mientras era representante en el Congreso, intervine para que se reuniera el director supremo, Juan Martín de Pueyrredón, con San Martín. La entrevista se concretó en julio de 1816 en Córdoba. Allí fue donde Pueyrredón aceptó y apoyó el plan continental.

Y en los años inmediatos a la disolución del Congreso, ¿de qué manera continuó su participación política?

Unos meses más tarde de mi regreso a la provincia, hacia mediados de 1820, fui electo gobernador de Mendoza. Durante los dos años que duró mi gobierno tuve que afrontar distintas dificultades. Por un lado, tras la caída del poder central que representaba el Directorio, cada provincia se constituyó en una entidad política soberana, por lo que era necesario emprender su organización político-administrativa. Para ello busqué promover el comercio, las industrias agrícolas y mineras, impulsar la instrucción pública e incentivar la cultura a través del teatro y la puesta en marcha de empresas periodísticas, las cuales todavía no existían en la provincia. Por otro lado, esos años estuvieron signados por el avance de las parcialidades indias del sur y por las luchas políticas y militares entre quienes abogábamos por un sistema centralizado de gobierno y defendíamos el orden establecido, y un grupo de federales que, por medio de revueltas y levantamientos, buscaban conquistar el poder.

¿Qué episodios recuerda como desestabilizantes de su gobierno?

El primero fue en el invierno de 1820, cuando algunos líderes federales de nuestra provincia, como los hermanos Anzorena y Francisco Aldao, entre otros, prestaron apoyo a Francisco Solano Corro, quien buscó deponer a nuestro partido del poder con el fin de reunir recursos (caballos, pertrechos de guerra y dinero) y acciones para asociarse al proyecto del líder chileno José Miguel Carrera, quien buscaba regresar a Chile y desplazar a O’Higgins del poder. Sin embargo, esa intentona fracasó. Al año siguiente una nueva amenaza conmovió la estabilidad de mi gobierno y de la provincia: José Miguel Carrera llevaba a cabo una activa guerra de guerrilla en las poblaciones de la frontera de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y San Luis. Sin embargo, las fuerzas provinciales, junto al apoyo que brindó  O’Higgins, lograron vencer la montonera de Carrera en Punta del Médano. Luego de una acción sumaria se mandó fusilar a él y otros conspiradores acusados de confabularse contra el orden.