Día Mundial del Parkinson: cuáles son los avances y cómo es la situación actual en Argentina

Es una de las enfermedades neurodegenerativas más comunes después del Alzheimer. La padecen más de 100.000 personas en el país. Con la pandemia de coronavirus, las y los pacientes se han visto afectados en lo que hace al desarrollo de nuevos tratamientos.

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Imagen: referencia

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Publicado el 11 DE ABRIL DE 2022

Después de 101 años de su descripción original en 1817, la enfermedad de Parkinson transitó su primera pandemia de gripe española en 1918 y, años más tarde, con la aparición de la COVID-19 en 2019, declarada pandemia en 2020, enfrenta la segunda aún sin que la ciencia médica haya logrado su curación. Sin embargo, mucho ha cambiado en este tiempo en el diagnóstico temprano y el tratamiento tanto de los primeros estadios como los avanzados. Esto nos hace pensar que esta podría ser la última pandemia que la enfermedad enfrentará como espectadora.

El médico Marcelo Merello, jefe del Servicio de Movimientos Anormales de Fleni, opinó en una columna para Télam: "El reconocimiento temprano de la enfermedad ha demostrado ser crucial y se basa mayormente en el cuidadoso análisis de síntomas que no tienen que ver con motricidad o el temblor. Si bien el diagnóstico del padecimiento continúa siendo puramente clínico, la combinación de estudios de imágenes moleculares y la genética ha tenido un impacto marcado en la detección de la enfermedad en un pequeño número de casos que no pueden ser determinados clínicamente".

Sostuvo que a las rápidas técnicas genéticas que permiten determinar el riesgo de enfermedad y a la posibilidad de diferentes subtipos pasibles de tratamientos enzimáticos tempranos, terapia génica o la implementación de neuroprotección en momentos en los que los síntomas de la enfermedad no han comenzado, se les han sumado en los últimos años protocolos de investigación sobre la aplicación de inmunoterapia activa o pasiva (vacunas), todos focalizados en mitigar la progresión de la enfermedad.

Luego de la introducción de la LDopa (levodopa, precursor metabólico de la dopamina) en los 60, la implementación en los últimos años de las llamadas terapias avanzadas ha producido un vuelco dramático en el tratamiento de la enfermedad. "Las terapias avanzadas no hacen referencia a pacientes con enfermedad avanzada, sino a nuevas técnicas de tratamiento diferentes a la medicación oral, que se aplican a los enfermos desde etapas relativamente tempranas cuando la medicación oral no produce beneficios aceptables. La infusión subcutánea continua de drogas a través de pequeñas bombas portables que no requieren de procedimientos invasivos para su utilización o la implantación quirúrgica de electrodos intracerebrales de estimulación (DBS, por su sigla en inglés) han mostrado un efecto muy beneficioso sobre la calidad de vida, la independencia funcional y las actividades de la vida diaria por la reducción del temblor, los movimientos involuntarios y, sobre todo, por su efecto sobre los períodos de inmovilidad, habiéndose demostrado que, cuanto antes sean utilizadas, mayor será el beneficio", sostuvo.

El aislamiento social –indicó–, la falta de ejercicio y la ansiedad resultante de los largos confinamientos impuestos por la crisis de la COVID-19 han tenido un impacto negativo en la calidad de vida de los pacientes con enfermedad de Parkinson. A esto, se sumó la incertidumbre sobre si la enfermedad es un factor de riesgo para la infección por SARS-CoV-2, o el infundado temor de que ese coronavirus pueda producir en un futuro enfermedad de Parkinson como secuela.

Por otra parte, Ricardo Maiola, médico del Programa de Parkinson y Movimientos Anormales del Hospital de Clínicas, comentó que el Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente después de Alzheimer. Los primeros síntomas suelen ser premotores, como pérdida del olfato, constipación, trastornos en el sueño y en el ánimo. No hay hoy una cifra exacta de cuántas personas fueron diagnosticadas con la enfermedad en Argentina; la Asociación de Parkinson estimó que son 90 mil, mientras otras fuentes señalan que son unas 120 mil.

La vuelta a normalidad luego de dos años seguramente reactivará el proceso de desarrollo y prueba de nuevas terapias para ayudar al gran número de personas que padece la enfermedad en nuestro país. De las drogas actualmente en uso, se ha mejorado la disponibilidad y se logró una administración más eficiente por vía intranasal, sublingual o subcutánea; todas están aprobadas en otros países y llegarán a nuestro país prontamente. Los estimuladores cerebrales podrán ser manejados a distancia, por lo que serán más prácticos para pacientes que viven lejos de los centros de referencia. Mientras tanto, una vida sana, con ejercicio aeróbico y una dieta balanceada de tipo mediterránea, si es posible, son complementos fundamentales para un tratamiento adecuado.

Fuente: Télam

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