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09 DE DICIEMBRE DE 2024
Roberto Agüero, dueño de Bianco & Nero, aseguró que Argentina tiene un potencial enorme de emprendedurismo. Los consejos de un hombre que cambió la abogacía por los chocolates.
Fotos: Axel Lloret
Roberto Eduardo Agüero (52) está convencido de que los motores de un emprendedor son la insatisfacción, la incomodidad y la necesidad. Y justamente fueron esos los condimentos con los que fundó Bianco & Nero, una chocolatería familiar que comenzó hace 24 años con dos ollas en su casa y que hoy incluye una fábrica y un local propio con 15 empleados, además de siete franquicias distribuidas en distintos puntos de Mendoza.
Agüero forma parte de la red de mentores de la Incubadora de Empresas de la UNCUYO, que aporta a los nuevos emprendedores sus conocimientos y su visión global sobre un proyecto que puede transformarse en un negocio. Cuando se recibió de abogado en la Universidad de Buenos Aires (UBA), Roberto no sabía nada de chocolates. Es más: ni siquiera le gustaban. Era un apasionado del Derecho y trabajaba para empresas de gran envergadura. Todo cambió el día que le diagnosticaron cáncer y, lejos de lamentarse, decidió aprender de lo que le pasaba. Abandonó su carrera y se puso a estudiar cocina con Ariel Rodríguez Palacios, sin ningún ánimo comercial, sólo para estar ocupado.
Cuando terminó el tratamiento se fue a Bariloche a descansar. Entró a un negocio a comprar unos bombones y la dueña –Chola– le preguntó si estaba bien. Él le contó su historia y ella se animó a pedirle que hablara con su hija de 40 años, que estaba enferma. Desde ese día, Roberto fue a visitarla hasta que volvió a Buenos Aires. Unas semanas después se enteró de la muerte de la mujer y Chola le pidió que volviera. Así lo hizo.
Como una forma de acompañarse, Roberto le enseñó a Chola todo lo que aprendió de cocina y ella le confió todos sus secretos de chocolatería, secretos aprendidos durante cuarenta años, ya que fue la primera que tuvo un negocio de ese tipo en Bariloche. Con los nuevos conocimientos, sumados a los de maestros chocolateros suizos, Roberto, su esposa Valentina Zizzi y su amigo Fernando Barbera abrieron la chocolatería en calle Arístides Villanueva, invirtiendo hasta el último peso. Primero elaboraban los productos en su casa y luego inauguraron la fábrica, donde ahora trabajan 15 empleados, muchos de los cuales son personas con discapacidad.
Cuando nacieron los trillizos Ignacio, Guadalupe y Rocío, a los que años después se sumó Facundo, Roberto se vio obligado a diversificarse porque los gastos aumentaron en forma significativa. Otra vez, la necesidad como motor del emprendedor. Decidió sumar al negocio pastelería, cafetería y heladería. Y ahora siguen los desafíos: agregar alimentos salados y tener un producto para cada franja horaria.
Consejos y desafíos
Roberto se anima a dar algunos consejos. Dice que para emprender no hay límite de edad ni profesión, que además del fuego interior se necesita mucho trabajo, confiar en el círculo íntimo, saber escuchar y, sobre todo, tener flexibilidad para cambiar.
Ahora su desafío es consensuar con su esposa y sus cuatro hijos el protocolo de su empresa familiar, es decir una serie de reglas que todos compartan. Para Roberto es un paso fundamental, porque asegura que lo más importante es la familia, cuidar que la empresa no destruya los lazos entre ellos, sino que los fortalezca.
¿Cuál es tu primer mensaje para los nuevos emprendedores?
Intento bajarlos a tierra, buscar cosas prácticas. Muchas veces no nos damos cuenta de lo que tenemos a mano, de la gente que conocemos, de las posibilidades que tenemos en forma inmediata. Considero que somos privilegiados. Si hiciéramos una pirámide, estaríamos en el 5 % de los más privilegiados por educación, por familia. Quien está emprendiendo normalmente está en ese sector, y esto implica una responsabilidad. Entonces veamos de qué manera a esos que no están dentro del 5 % les arrimamos contactos.
En Argentina, y especialmente en Mendoza, ¿hay espíritu emprendedor?
Creo que en Argentina es riquísimo el potencial que tenemos de emprendedurismo. El emprendedor se alimenta de insatisfacción, de estar incómodo. En las sociedades donde más cómodo está, es más difícil que emprenda. Yo donde más tiempo he estado es en Suiza, donde todo está reglado, con una participación muy fuerte del Estado. Entonces, por un lado, podés ver nuestra situación como un caos, pero por otro tenemos posibilidades de hacer de todo. Es el lado bueno y el malo. En Suiza todo funciona a la perfección, pero el país está segundo en tasas de suicidio en el mundo, viven mal.
En este contexto, ¿qué consejos le darías a alguien que quiere emprender un proyecto?
Básicamente, que confíe en su círculo íntimo, que comente su idea entre las personas de confianza. Toda la planificación que hagas antes de llevarlo adelante es ahorro en muchos aspectos, porque en un negocio no interviene sólo la economía. Todas las expectativas y lo que te implica a vos de manera personal es mucho, y por ahí es más caro que la plata. También es importante parar, analizar, porque tendemos a entusiasmarnos de más.
¿Hay una edad o una profesión para emprender?
No. Creo que hay perfiles. Los que son muy rígidos, por ejemplo, quienes siguen carreras de ingeniería, van a ser buenos en los números, pero pueden fallar en la visión global del negocio. Lo mejor que se puede hacer es conformar equipos con estas visiones distintas. Mientras más se pelee un directorio, mejores resultados tendrá. Si pensamos lo mismo y nos ponemos de acuerdo en tres minutos, entonces estamos complicados, nos faltaron visiones. Yo escucho a todos, participo con mis empleados, pero soy difícil, debato, pido explicaciones.
¿Cómo afectan los cambios económicos a estos emprendimientos?
El punto es que si vemos sólo el momento no estamos pensando en el negocio, que es un negocio no para este año, sino para 60 años. Claro que no hay que estar desatento al momento. Ajustaré las compras de acuerdo con el mercado de hoy, pero no en lo global, porque hay que proyectarse al largo plazo. Creo que vivimos pecando de mirar las cosas muy en el corto plazo cuando tenemos que ver qué pasa en el mundo, tener una visión global.
Una red de mentores
La Incubadora de Empresas de la UNCUYO puso en marcha una red de mentores formada por un grupo de empresarios que aportan ad honorem su tiempo para colaborar con los nuevos emprendedores.
La red está integrada, además de por Roberto Agüero (Bianco & Nero), Alejandro Malgo (Xinca), Jorge Pérez Cuesta (Grupo Pérez Cuesta), Fabián Andreu (Transporte Andreu), Mauricio Badaloni (Andesmar), Susana Balbo (Dominio del Plata), José Zuccardi (Bodega Familia Zuccardi) y Pablo Aquistapace (Eventbrite).
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