Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, cerró la charla promovida por la Universidad Nacional de Cuyo sobre el balance en materia de Derechos Humanos durante la última década. En el cine teatro Universidad debatieron, a sala llena, el vicerrector José Rodríguez, Celeste Seydell, de HIJOS; el juez Omar Palermo; el secretario de Extensión Universitaria, Fabio Erreguerena; Helga Tenenbaum, madre de Mendoza, y funcionarios provinciales.
Debatir, valorar, continuar
El licenciado Fabio Erreguerena
fue el encargado de abrir el panel y dio cuenta de la relación Universidad-Derechos Humanos: “La universidad pública es un espacio excelente para promover
debates políticos y culturales. La temática de
derechos humanos es crucial, es la que le da coherencia y sustento a las
actividades de Extensión Universitaria, en las cárceles, a través de los
programas Mauricio López y Padre Contreras. Las tareas de las áreas artísticas
y culturales, la editorial, las Aulas de Tiempo Libre encuentran lógica y eje
estructurador en el enfoque de derechos humanos. Esto es transversal al
proyecto de una universidad pública inclusiva, democrática, abierta y gratuita que
expresa en el recorrido biográfico de Estela de Carlotto un lugar desde donde
mirarse”.
Luego fue el turno
del ingeniero Rodríguez, quien contextualizó la persecución a estudiantes
durante el terrorismo de Estado y el significado de la justicia hoy: “Es
fundamental poner en valor todo lo que se ha conseguido en esta década ganada
en materia de derechos humanos. Muchos no creíamos que se fuera a concretar el ver poner justicia y verdad. Ver morir a los traidores en cárcel común
como se merecen, ver en los juicios a los familiares con las fotos de sus seres
queridos. Me emocioné profundamente cuando se dictaron las sentencias. Tuve
compañeros desaparecidos, una generación que incluyó a muchos miembros de la UNCuyo. Estela y sus
compañeras necesitan que siempre las acompañemos en su lucha”.
Celeste Seydell es actriz,
militante e hija de una madre y un padre perseguidos y reprimidos. Habló desde
su compromiso en un organismo de Derechos Humanos y desde la sensibilidad y
perspectiva de una nueva generación que toma lo mejor de la anterior. También
explicó el trabajo de Hermanos y el balance que hacen de la política de Derechos Humanos: “Es importante la continuidad de la lucha, no sólo la de Abuelas,
Madres, HIJOS, Ex presos, sino la de toda la sociedad. El trabajo de la comisión
Hermanos dentro de HIJOS se articula con el de Abuelas, seguimos su ítem de
justicia desde nuestro lugar: "¿dónde están nuestros hermanos y hermanas
apropiadas que nacieron en dictadura tras el cautiverio de nuestras madres?".
Nuestro trabajo se coordina con la
Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad y desde hace
tres años con la Unidad Fiscal
1 de Mendoza. Buscamos personas que hoy existen, tienen una vida. Hay 400
jóvenes que no saben que son hijos de desaparecidos”.
“Desde HIJOS reconocemos
avances en materia de juicio y castigo. La sociedad tiene otra cabeza y un corazón
más abierto al compromiso con la verdad. Falta mayor amplitud del concepto de derechos
humanos por parte del Estado, pero se va dando. Exige un compromiso social,
como el que se hizo a través de los organismos. La violencia policial es una
deuda de la democracia”.
El sentido de la alegría
El titular de la
cátedra de Derecho Penal de la UNCuyo, Omar Palermo, provocó en reiteradas
oportunidades el aplauso multitudinario de la sala completa. Dueño de una
intachable trayectoria en el ámbito del Derecho, el ex fiscal es uno de los
mayores referentes democráticos de Mendoza. Al impulso efectivo para que sean
una realidad los juicios por delitos de lesa humanidad en la provincia, se le agrega
su nombramiento en la Suprema Corte y la voluntad de considerar a la política
como la herramienta principal para producir cambios que redunden en más
democracia para la sociedad. Un ejemplo es su participación en Justicia
Legítima, movimiento que acompaña la democratización de la justicia en
Argentina. Relató Palermo:
“Veo las caras de
siempre, Mariú (Carrera), Isabel (Guinchul), Pablo (Seydell), Luz (Faingold),
Gustavo (De Marinis). Pensaba en el primer día que fueron a verme en febrero de
2009, para ver cómo hacíamos para impulsar los juicios. Recordé esas caras
cuando empezaron los juicios de San Juan y San Rafael, la alegría del primer juicio. Lo
maravilloso es que el sentido de los juicios trasciende esa alegría. El
terrorismo de Estado es la máxima negación del estado de derecho, del
avasallamiento de la libertad personal, de la libertad sexual, de la vida de
las personas. La importancia de los juicios está en la negación de esa
negación, es la función restitutiva del estado de derecho. Lo que dicen las
condenas a los represores es que la sociedad mantiene firmes sus convicciones
democráticas”.
“Estos juicios son
democratizadores y mejoran el estado el derecho. En todo el país y en Mendoza
en particular han desnudado la trama cómplice y la feudalización del Poder Judicial
y el Ministerio Público. Los juicios penetraron el núcleo duro del sistema
judicial y muestran las alianzas de la corporación con los poderes fácticos. Los
procesos de reforma son necesarios. Tienen raigambre en los juicios de lesa
humanidad porque profundizan la democratización del estado de derecho y la
democratización interna del poder judicial. Esto demuestra que cualquier
acuerdo político tiene un límite en los delitos de lesa humanidad. El final, el
juzgamiento de los jueces cómplices es ese límite. Entonces estamos ante una
oportunidad maravillosa para ampliar esos límites, no sólo respecto de los
jueces de la dictadura sino en otros ámbitos sensibles de la sociedad, sobre
todo respecto a los sectores más vulnerables”.
“La oportunidad debe
trasladarse a Mendoza. Nos debemos una discusión sobre hasta qué punto es
necesaria la democratización del Poder Judicial. Pareciera que los niveles de
institucionalización no permiten la discusión, como si estuviera todo bien. Es
posible profundizar la democratización, todo está por hacerse:
- Es inadmisible no
contar con una Defensoría General que proteja los intereses de los ciudadanos y
nos saque de este sistema esquizofrénico por el cual el procurador general da
directivas a los fiscales y a los defensores.
- Es necesaria la
aplicación de un sistema acusatorio. En lo formal lo tenemos, pero no es
correctamente aplicado ni se hace en todo el territorio. Hace diez años, ¡tres
gobernadores han pasado! que tenemos un código que resulta caro y se aplica
ineficazmente.
- Mendoza no ha
desarrollado una política criminal acorde a los tiempos. No tenemos unidades
fiscales de criminalidad económica ni de violencia de género. No hay oficina de
violencia institucional en la provincia en la que desaparecieron Guardatti,
Garrido y Baigorria, donde murió Sebastián Bordón.
- El acceso a la
justicia real no consiste en entregarle a la víctima un papelito donde se le
hace conocer sus derechos. ¿Estamos verdaderamente preocupados por cómo se
ejecuta la pena privativa de la libertad desde el Ministerio Público? Desde la Suprema Corte y los
Organismos hemos tratado un habeas corpus a favor de los chicos del ex COSE. Los
únicos que no han ido a conocer su situación han sido los fiscales penales de
menores que contestan vistas, si corresponde o no la libertad de un chico, pero
que no van a ver cómo está ese chico cumpliendo su tratamiento. Me pregunto si
la alegada autonomía del Ministerio Público es una excusa para justificar la
insensibilidad social de los operadores.
- Mendoza tiene una
política criminal que es funcional a la demagogia punitivista que genera cada
vez más pobres detenidos. No es verdad que la puerta sea giratoria, entran
muchos más de los que salen y salen resentidos, con violencia contenida y
enfermos. La base de esta discusión, la ausencia de política criminal, es si corresponde al Poder Judicial o al Ministerio Público.
- La política de
lesa humanidad ha demostrado que cuando el Estado se para firme frente a las
corporaciones se consiguen resultados. Es necesario pararse firmes para
proteger los derechos de los sectores más vulnerables y eso incluye a los
pueblos originarios. Otro punto es lo que demuestra la articulación entre
Estado y organizaciones de la sociedad civil. Es el ejemplo de la lucha de los
Organismos contra la impunidad”.
“Vuelvo a las caras.
Mariú, todavía no tenemos el juicio de Rubén, de Marcelo, de Adriana. Isabel
murió sin que hayamos podido cerrar juicio por su hija Lidia. Pablo, te
torturaron y tus torturas aún no se han podido enjuiciar. Les tenemos que pedir
perdón, les decimos que nadie va a parar hasta que estos casos se resuelvan. Queremos
todas las sentencias y que los responsables ocupen en la cárcel el lugar que
tienen que ocupar”.
El permanente cambio
Finalmente fue Estela
de Carlotto, presidenta de Abuelas, quien con sus 82 años y la luz de sus
ojos a cuestas, abarcó la memoria más amplia en el debate. Estela
hizo surgir las fuentes del dolor y las de las luchas, la de las
esperanzas y los logros. No escatimó en remarcar el ejemplo de la paciencia ni
en explicitar sus posiciones políticas para reflexionar colectivamente
el cruce de tiempos pasado, presente y futuro. En todo momento se posicionó como
mujer militante, siempre mantuvo el sentido del humor y acarició con sus
palabras al público. El sentido "Estela te amamos" tras el aplauso final, explica quién es esa mujer, que no ceja, que no cesa:
“Desde Abuelas
tenemos un pasado, un presente y una proyección a futuro. El pasado es
consecuencia de la dictadura cívico militar que asoló el país. Las abuelas
somos las mamás de esos militantes que querían un proyecto de vida, de país,
una vocación de servicio. Si repasamos nuestra historia vemos que nos golpearon
desde 1930 con recurrentes dictaduras. No recuerdo ninguna manifestación
popular contra ninguno de esos advenimientos dictatoriales, estábamos dormidos
por la misma prensa de hoy, por esa doctrina de violencia contra la Constitución. Llegamos
a los setenta, criamos hijos libres y autodeterminantes. Ocurrió algo que nos
paralizó de miedo, estábamos formados en la antinomia, éramos clase
media, antiperonistas la mayoría, con una irracionalidad sin fundamentos. Nos
oponíamos a las cosas buenas, un poco como pasa ahora en ciertos sectores. Nuestros
hijos eran peronistas. Esta juventud militante tenía la fuerza del
convencimiento, de la realidad, de la verdad y de la lógica”.
“Nos dimos cuenta
que nuestros hijos no iban a volver con rapidez y que nunca nos iban a devolver
los nietitos que iban naciendo, no sabemos cómo ni dónde. Después supimos que a
nuestras hijas las mantenían vivas hasta que dieran a luz, al bebé se lo
sacaban a los pocos días y a ellas las mataban. Laura tuvo su hijito y dos meses
después fue asesinada. Tuve, entre comillas, el privilegio de que me entregaran
su cuerpo. Contra lo que creyeron los depredadores, me dieron más fuerza para
seguir buscando justicia por Laura y sus 30.000 compañeros, y por su hijito
todos los nietos. Seguimos por la lucha de esos 400 que faltan, que en algún
lugar están. Nos preguntamos si los tenemos cerca, cuántos chicos dudan, cuántos
no se animan a decir. Nadie puede vivir con una identidad que no es propia,
cuando los encontramos se reincorporan a su verdadera vida”.
“Nuestra vida es el
permanente cambio. Somos una organización de mujeres optimistas, con la alegría
de estar vivas y poder hacer cosas, de ver bien a los nietos recuperados y de
traernos esos bisnietos postizos, de festejar el encuentro y de estar viviendo
la democracia más larga de nuestra historia. La historia no había que perderla
porque si se pierde, se pierde la memoria y quedan páginas en blanco en los
libros y eso no vuelve, no tiene que volver a pasar”.
“A esta década maravillosa
hay que rescatarla contra viento y marea. Están cumpliendo con los sueños de
los treinta mil desaparecidos, la justicia social. Hay que defender esto, las
Abuelas somos parte de cada uno de los espacios donde se lucha por la Ley de medios, por la justicia
justa y por los enfoques nuevos que se están dando en la sociedad. La necesidad
del cambio, de lo que queda por hacer, porque las corporaciones siguen estando
y lo único que quieren es no perder plata, no repartir lo que tienen. Y como
las mujeres cuando nos ponemos y hacemos, sabemos que Cristina va a seguir sin
bajar los brazos. Pero no hay que dejarla sola, la gente la quiere mucho, sabe que
estamos, que están”.
“Desde los medios
hay un mensaje destructor por el cual si no buscamos otras fuentes nos quedamos
con que todo es malo. A ese mensaje después no lo borra nadie. Entonces hay que
hablar con la gente, nosotras salimos a dar charlas en escuelas y
universidades. Ese es nuestro presente, hay que defenderlo, en paz, sin violencia,
pero a ultranza, con mucha claridad
hacia los que quieran saber. Este es el mejor diseño que hemos tenido en la
historia de mis 82 años".
"Nosotros somos el
poder, nosotros tenemos el poder. Tenemos que aprender, no escuchar a Lanata ni
a Grondona, a ninguno de esos desaforados, que lo que hacen es uniformar.
Nuestro futuro está caminando. Ese movimiento es el que nos hace bien, nos da
fuerzas, nos hace sentirnos vivas y útiles, y nos da bastón. Pero el bastón es
porque nunca nos arrodillamos”.