Fuego cruzado

El enviado especial al debate de Unidiversidad reflexiona sobre una noche de mucho show y poca profundidad.

Fuego cruzado

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Juan Villalba

Publicado el 16 DE NOVIEMBRE DE 2015

Las escalinatas de la Facultad de Derecho no lucían como siempre. A diferencia del debate anterior, una valla humana de policías federales custodiaba el acceso en un operativo de seguridad acorde a la jornada histórica que se vivió allí. El dispositivo de ingreso, tanto para la prensa como para los invitados especiales, fue el habitual, pero en los rostros tensos del personal de seguridad privado que se encontraba en el interior de la casa de estudios se percibían presiones de sus jefes para que no se permitieran excepciones de ningún tipo.

Adentro estaba todo preparado para el espectáculo. Porque de eso se trataba: un show mediático, más allá de la trascendencia y profundidad de los temas que se discutían. Toda la Facultad estaba copada por las escenografías y equipos de transmisión de los principales canales de televisión que habían decidido trasladarse allí para contar de primera mano con las distintas figuras. El Aula Magna, por ejemplo, que originalmente iba a ser el sector de prensa, estaba destinada exclusivamente a Telefe. En el salón de al lado se ubicaba el estudio de América, con Luis Majul y Antonio Laje a la cabeza. En el ingreso, C5N y la Televisión Pública compartían espacios.

Como era esperable, también había numerosos corresponsales de medios extranjeros, como la radio pública alemana (ARD), la Radio y Televisión Española, BBC, CNN, medios franceses e israelíes, entre otros. Además, radios del Gran Buenos Aires y de alguna provincia mediterránea.

Al principio y al final fue incesante el desfile de funcionarios realizando declaraciones a la prensa. En este sentido, mucho más marcada fue la presencia de los del Frente para la Victoria, quizá urgidos por una mayor exposición que permitiera sumar votantes. Por ejemplo, el candidato Carlos Zannini (curiosamente ingresó al recinto junto a Carlos Melconián), que se prestó con mucha amabilidad al intercambio de impresiones. Inquirido acerca de la ausencia de Scioli en el primer encuentro organizado por Argentina Debate, dijo que “los debates no son siempre los mismos. Siempre hay diferentes situaciones y valoraciones tácticas. Se concurre o no se concurre. El propio Mauricio Macri ha faltado a algunos. No soy un fundamentalista del debate”.

José Octavio Bordón, integrante del Comité organizador, se encontraba exultante por el resultado (“Antes que nada, porque se haya hecho”) y ni qué decir por las cifras del rating, apenas superadas por otros acontecimientos de masivo interés.

Por Cambiemos habló sobre todo el electo jefe del gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, que lamentó “el libreto de agresiones al que Scioli nos tiene acostumbrados”. En una sintonía similar se expresó el ministro de Educación de la CABA, Esteban Bullrich, quien señaló que “el sistema educativo ha fracasado”. De ser electo Macri como presidente, Bullrich podría asumir la cartera educativa nacional.

También hablaron Sergio Berni, Daniel Filmus, Karina Rabolini, Juan Cabandié y un largo etcétera.

Sin que se registraran incidentes de ningún tipo, sólo en el tramo final (justo en el momento de las palabras de cierre del candidato de Cambiemos) un pequeño y violento escándalo ocupó la atención de los periodistas presentes. Una mujer que se encontraba en el recinto sin acreditación fue tomada de los pelos y arrastrada por personal de seguridad en un acto que fue duramente criticado por todos. Una estupidez innecesaria, ya que no representaba ningún peligro.

 

 

Del debate mejor no hablar, al menos en este momento. El fuego cruzado de los candidatos fue quizá más intenso de lo esperable, pero de esto se siguen escribiendo cientos y cientos de líneas en redacciones de todo el país. Una observación realizada por un taxista, termómetro a veces de la sensación ambiente de una ciudad: “Ninguno está a la altura de los grandes oradores que tuvimos. Imaginate a uno de ellos debatiendo con Raúl Alfonsín o la misma Cristina”. En un contexto guionado como este, pocas chances hubo por cierto de observar ese aspecto en los candidatos. Alguno convenció más, otro convenció menos. Nadie en la Facultad afirmaba con demasiada vehemencia la existencia de un ganador, ni que ninguno hubiera movido significativamente la aguja del electorado.

Pero no había rostros de decepción en los presentes. El debate se había logrado y eso solo era motivo de celebración. El ciudadano de a pie, quizá, no tuvo anoche muy en claro si hubo algo para dilucidar o para entender qué país vendrá. Quizá en el próximo debate o, mejor, a partir del 11 de diciembre.

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