Hacer de la experiencia una causa

Miriam Vega donó los órganos de su hijo y, tres años después, conoció a quien recibió su corazón. Con su historia, busca generar conciencia en la sociedad.

Hacer de la experiencia una causa

Miriam Vega, la mamá de Matías Mazzega, decidió –junto a Adrián Mazzega, su marido– donar el corazón de su hijo y tres años después conoció al chico que lo recibió. Foto: Victoria Gaitán.

Sociedad

Unidiversidad

Milagros Martín Varela

Publicado el 30 DE MAYO DE 2018

Pese a que los organismos gubernamentales a cargo de la donación de órganos lo desaconsejan, Miriam Vega conoció a Alexis Palacios –quien recibió el corazón de su hijo– y ahora son parte de una misma familia. La mujer aseguró que eso la ayudó a seguir adelante tras el duro duelo por la pérdida de su Matías en un accidente de tránsito.

Además, Miriam destacó la importancia de la información sobre la donación de órganos porque eso fue lo que a ella la hizo reflexionar: donar el corazón de su hijo y poder escucharlo hasta el día de hoy, a casi seis años de su muerte.

También comentó que cuando fue a renovar su licencia para conducir y le preguntaron si sería donante, ella pidió información en la Municipalidad de Maipú y no la tenían. Tras una conversación con el intendente, logró que empleados y empleadas de esa comuna tuvieran capacitaciones y que hoy se hiciera una actividad en el Parque Metropolitano por el Día Nacional de la Donación de Órganos, que se celebra cada 30 de mayo desde 1997.

Matías Mazzega tuvo un accidente de tránsito en el carril Urquiza, en Maipú, el 23 de octubre de 2012. Su muerte se produjo en el Hospital Central, seis días después, cuando tenía 18 años.

¿Cómo fue que decidieron donar los órganos de Matías?

Lo de Matías fue algo inesperado. Sucedió el 23 de octubre de 2012. Lo encontramos, estaba el auto adentro de un canal, entre cuatro árboles. Iba con dos chicos más y sufrió un golpe en la cabeza. El chico que iba en el asiento de atrás murió en el momento y el acompañante vivió. Apenas lo internamos, nos dijeron que no había esperanza de que viviera y a nosotros nos ayudó a tener un poco en claro el tema de la donación un cartel informativo que había ahí, en el Hospital Central, porque no cualquiera puede ser donante. Un donante multiorgánico solamente puede ser alguien que muere en una terapia intensiva. Si mi hijo hubiese fallecido en el accidente, no podría haber sido donante, sólo de tejido. Nosotros vimos que él podía ser donante y él, hacía un tiempo, en una charla familiar, nos había comentado que en caso de que algo le pasara, él quería que sus órganos fueran donados. Doce horas después de la muerte cerebral nos confirmaron su fallecimiento. Allí se nos acercó una persona del Instituto Coordinador de Ablación e Implante de Mendoza (Incaimen). Nos preguntó si queríamos donar los órganos de Matías y dijimos que sí.

¿Qué información les dieron cuando el corazón de Matías fue transplantado a Alexis Palacios?

Sólo nos informaron que era un chico de 13 años. A la familia de Alexis sí le dijeron que el corazón había llegado de Mendoza. Ellos viven en La Pampa. Pero el tema del contacto con las familias no está permitido, porque dicen que a lo mejor se presta para confusión y que ha habido casos en los que los donantes luego han hecho reclamos. Pero yo me pregunto: ¿quién lo dice a eso? ¿En dónde está? Yo no lo he visto. Eso lo dice el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai). ¡Si supieran ellos lo bien que hace, cómo ayuda a la familia, lo que a mí me pasó al saber de Alexis y lo bien que a mí me hizo! Me cambió la vida.

¿Cómo fue que conocer a Alexis la ayudó?

Después de que subí a Facebook esa carta que me llegó del Incaimen, en la que me decían que el corazón había sido donado a un chico, me desconecté del mundo. Ya ni siquiera tenía celular. Yo no tenía vida. Iba de mi trabajo (en ese entonces, en el Penal de Cacheuta) a mi casa y de mi casa al trabajo. Era como que yo necesitaba tapar esto con trabajo, sin saber el daño que me estaba haciendo. Con mi familia no podía hablar en mi casa porque ellos estaban en mi misma situación. Todo el entorno familiar se abrió, por miedo a preguntarme y hacerme llorar, o hacerme mal. El entorno opta por alejarse y te deja solo, sin saber que uno lo que necesita es justamente eso: hablar. Y si yo hablo, voy a llorar, pero a mí me hace bien porque eso me ayuda a sacar lo que tengo adentro. Y si yo no puedo hablar y llorar, mi cuerpo lo absorbe. Eso me pasó: el cuerpo me pasó la factura. Empecé a tener pequeños ACV. Iba por la ruta y sabía cuándo me iba a dar, entonces me daba tiempo a tirarme al costado. Se me paralizaba todo el costado derecho del cuerpo y ahí estaba hasta que se me pasaba. Y así estuve durante esos tres años, hasta el día en el que mi marido me regaló una tablet. Yo sabía que había tocado fondo y cuando abrí mi cuenta de Facebook, me había mandado una solicitud de amistad la tía de Alexis. Después nos contactó el padre y nos dijo que su hijo había recibido el corazón del mío y que Alexis había corrido maratones (él es atleta) y que nos quería conocer para traernos las medallas porque nosotros le habíamos dado la posibilidad al darle el corazón de Matías. Ese gesto, a mí, me salvó.

¿Cuándo se encontraron ambas familias?

Ellos se contactaron con nosotros el 6 de octubre de 2015 y nos conocimos en enero de 2016. Nosotros viajamos para La Pampa. Unos meses después, nos visitaron ellos y nos pidieron que fuéramos los padrinos de un bebé que había sido concebido mientras nosotros estábamos allá. Hoy tiene un año y medio y se llama Ulises Matías. Su primer año y su bautismo lo celebramos acá, en Mendoza, y nosotros viajamos a La Pampa el año pasado para los 18 de Alexis, porque quería entrar conmigo y su mamá al salón de fiesta. Pero hay tantas cosas en esta historia… En el auto donde iba mi hijo, el chico que murió se llamaba Alexis y el que quedó vivo tiene de apellido Palacios. Cuando el papá me dijo ese nombre, en ese momento pensé: "Alguien me está haciendo una broma de mal gusto", porque ¿tanta coincidencia? Y no... Es así.

¿Y cómo fue aquel primer encuentro?

Ellos nos contaban su parte, todo lo que habían pasado y nos contaban que se sentían culpables. Pedían, rogaban que apareciera un donante, porque Alexis había tenido un paro cardíaco porque tenía miocardiopatía dilatada, es decir, el corazón muy grande. Pero a la vez, pensaban: "Alguien tiene que morir para que aparezca un donante". Y yo les decía que no, que no se sintieran culpables, porque en el momento en que a nosotros nos tocó tomar la decisión, decidimos que sí sabiendo que podíamos ayudar a alguien.

 

Video publicado hoy, 30 de mayo, por Alexis Palacios en su cuenta de Facebook, en conmemoración del Día Nacional de la Donación de Órganos.

 

Según el Incucai, al momento de publicación de esta entrevista, en Argentina hay 7828 personas que esperan donaciones para salvar sus vidas. Son 544 la cantidad de transplantes que se han realizado en lo que va del 2018 y 230 los que han donado órganos en este año.

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