Homofobia: su relación con el sexismo y las normativas de opresión social

Extracto de mi tesis de licenciatura: “Salir del clóset: implicancias para la persona homosexual”

Homofobia: su relación con el sexismo y las normativas de opresión social

Imagen Ilustrativa

Escribe el Lector

Unidiversidad

Tamara Kogan, Licenciada en Psicología, Matrícula 2698

Publicado el 28 DE JUNIO DE 2013

La  heterosexualidad está legitimada y es lo “normal”. Esto tiene que ver con que, más allá de que las personas heterosexuales sean felices o no con su propia vida sexual y de pareja, la homofobia les brinda la ventaja de sentirse normales con su propia masculinidad o feminidad, y superiores con sus valores y costumbres sexuales.

Otro fin de la homofobia sería el de proyectar la homosexualidad en el otro, sacándola así de uno mismo para depositar en los demás lo que sería inaceptable en el propio ser. Esto permite a las personas heterosexuales la sensación de seguridad y de estar a salvo, ya que los homosexuales son los otros.

En relación con los fines anteriores, se podría mencionar el de trivializar la homosexualidad para dejar de sentirla como peligrosa. Esto se manifiesta en el alivio proporcionado por la burla, los estereotipos, las parodias, etc., que permiten sacarle el componente “peligroso” a la homosexualidad y volverla algo “divertido” e inofensivo.

En los últimos años, los y las homosexuales descubrieron que podían salir del clóset, pero con la condición de parecerse a los y las heterosexuales. Al hacerse visibles, se han ido “normalizando” y han ido olvidando en qué se diferencian de las instituciones heterosexuales, para las que aún representan una amenaza. La sociedad, en cambio, no lo ha olvidado, ya que la existencia de la homosexualidad pone en entredicho los cimientos de la sociedad heterosexual; por ejemplo, mediante la demostración de que cualquiera puede ser gay y que esto no es patológico, o de que la gente puede ser feliz sin casarse o sin cumplir los papeles tradicionales del hombre y la mujer. Por consiguiente, la heterosexualidad deja de ser la única orientación legítima.

En resumen, la supuesta aceptación de los últimos años hacia la homosexualidad es únicamente aparente; es, en realidad, una tolerancia y no una verdadera aceptación. Se los tolera en la medida en que adoptan los valores de la sociedad heterosexual, en particular con respecto a la sexualidad, la pareja y la familia. Frases típicas que ejemplifican esta tolerancia podrían ser: “Yo no soy homofóbico pero me molesta que parejas homosexuales se muestren en la calle” o “No tengo problema con los gays mientras que no sean demasiado afeminados”; es decir, que existan, pero que no se les note.