Educar en la resiliencia a personas con discapacidad intelectual

La licenciada Verónica Martínez explica la función que juega la resiliencia en la educación de las personas con discapacidad.

Educar en la resiliencia a personas con discapacidad intelectual

Especiales

Verónica Martínez

Publicado el 07 DE DICIEMBRE DE 2014

Hablar de discapacidad implica pensarla desde la resultante de la interacción entre la persona con discapacidad y el ambiente en que vive (Schalock, 1999), como también tener una visión que supone enfatizar su autonomía,  inclusión, igualdad y capacidades. Desde esta perspectiva, aparece una modificación sustancial en la mirada hacia la persona con discapacidad, ya que se la toma como una persona con discapacidad en continuo cambio. 

El alumno con discapacidad intelectual, cuando el sistema no otorga los apoyos necesarios para su inclusión, debe prepararse para sobrepasar estas barreras medioambientales.  Para esto, la persona con discapacidad aprende a desarrollar una actitud positiva que le permite enfrentar las adversidades.  

La escuela, la familia y otras instituciones son las encargadas de determinar el porvenir académico, social, emocional, es decir, la identidad de cada individuo. Lo que las personas acaban pensando de sí mismas se relaciona, en muchos casos, con el tipo de experiencias escolares. Un niño que tiene reiterados fracasos en la escuela es una persona que requiere de cuidados especiales para poder construirse con un autoconcepto positivo. Estos cuidados especiales cobran protagonismo y hacen referencia exclusiva al desempeño del rol docente, a los sistemas de interacción que promueve él en el quehacer cotidiano (Hundeide, 1998). 

Si tomamos el concepto de resiliencia como el poder afrontar problemas y adversidades y construir sobre ellos, pues entonces para lograrlo se necesita de un contexto donde, en medio de la adversidad, el sujeto en desarrollo sea significado.  Si bien en la escuela pasan un tiempo acotado, debemos pensar en la implementación de un programa que les enseñe para la vida, con respuestas a situaciones que se presentan en la cotidianeidad dentro de las instituciones educativas y que, por tal motivo, se instalan en el acontecer diario como certezas. En esta vida cotidiana de la escuela subyace una ideología predominante que sostiene actitudes y comportamientos. 

El análisis que aquí tiene cabida señala una confrontación entre el “modelo de daño”  y el “modelo de desafío”.  

Antiguamente, los alumnos de escuela especial conformaban una población delimitada a partir de su déficit. Se diagnosticaban y se les enseñaba desde esa caracterización. Hoy con el modelo social, sostenido por la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad, la discapacidad es un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno, que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás.

Desde la perspectiva de la Resiliencia, ser docente consiste también en desarrollar la capacidad de afrontamiento en los estudiantes. Esto implica poder significar a la persona desde el modelo de desafío,  en el que el hacer y la respuesta  sean valorados desde la expectativa elevada del entorno.

Uno de los pilares básicos en el desarrollo humano, que permite afrontar obstáculos y que la escuela no puede dejar de abordar, es el autoconcepto, que está integrado por las múltiples percepciones, sentimientos, actitudes y valoraciones que una persona tiene de sí misma, por lo que es una realidad dinámica, activa y central en la vida de cada persona, con un papel decisivo en la conducta.

Lic. Verónica Martínez
Profesora Terapeuta en Ortopedagogía
Profesora en las asignaturas: Psicología de los Trastornos del Desarrollo y Problemática Social de la Diversidad, Facultad de Educación Elemental y Especial



resiliencia, discapacidad, educación especial,