Juguetes inclusivos: un nuevo mundo que acompaña a la transformación social

Una psicopedagoga, una educadora y un fabricante de juguetes hablan sobre las necesidades y deseos de las infancias, y de cómo la ESI es transversal, incluso, a la industria del juguete.

Juguetes inclusivos: un nuevo mundo que acompaña a la transformación social

Federico Galanterni, dueño de Casita de Muñecas. Foto: Télam

Sociedad

Sexo, género y diversidad

Unidiversidad

Unidiversidad / Fuente: Télam

Publicado el 20 DE SEPTIEMBRE DE 2021

Si bien las infancias de hoy se entretienen con una variedad de objetos, algunas personas todavía visualizan a los niños con autos y a las niñas con muñecas. Es evidente que permanece la idea de que el rosa es femenino y el azul es masculino. Sin embargo, otros sectores rompen con estas construcciones e innovan para correrse de los cánones establecidos. Entonces, ¿estaremos frente a un nuevo mundo lúdico que acompaña el contexto de transformación social? La opinión de una psicopedagoga, una educadora y un fabricante de juguetes.

Jugar es esencial para las infancias, para su crecimiento, sociabilización y entretenimiento. En diálogo con Télam, María Zysman, psicopedagoga y fundadora y presidenta de Libres de Bullying, explicó que el juego es descarga y diversión. "Hay que jugar por jugar, no siempre es para aprender. Hay que dejarlos que jueguen y se conecten con el placer. Por eso digo que la Educación Sexual Integral (ESI) está muy vinculada con el juego”, señaló.

 

¿Qué pasa con la industria del juguete en Argentina?

En grandes jugueterías del barrio porteño de clase media-alta de Recoleta, las vidrieras se presentan divididas: por un lado, el rosa y las muñecas; por el otro, el azul, los autos, tractores, trenes y superhéroes. Ya lo dijo Malena Pichot en su stand up para Netflix Estupidez Compleja: no todas las nenas jugamos a ser mamás, nos vestimos de rosa y empujamos un cochecito con un bebote, aun cuando no sabemos ni siquiera hablar. Algunas, como Pichot, jugaban a La Naranja Mecánica'.

Al igual que manifiesta la experta en bullying Zysman, hay que romper con los estereotipos de que “los chicos se disfrazan de picapiedras, y las chicas, de reinas y princesas”.

En Argentina, no hay variedad de muñecas como las últimas lanzadas en Estados Unidos; por ejemplo, la Barbie en silla de ruedas (la más vendida en 2020), no binarias, con distintos tonos de piel, colores de ojos, de pelo, e incluso de cuerpos diversos. Sin embargo, los juguetes y los juegos no empiezan ni terminan en el mundo Barbie. Hay un trabajo interesante que realizan algunas pymes nacionales, que se suman al paradigma de la inclusividad y la diversidad.

Tal es el caso de Casita de Muñecas, que vende bebotes con apariencia real, y Pictó, que fabrica juguetes pensados para chicxs con autismo y con trastorno por déficit de atención con hiperactividad. También existen marcas de cocinitas y máquinas de hacer pochoclo que eligen colores no asociados con lo binario (rosa y azul) con un niño varón con delantal frente a las hornallas. Hay también jugueterías que se corren de lo tradicional, como Giro didáctico, con presencia en Argentina y franquicias en Uruguay, Paraguay y Ecuador, y que ofrece juguetes y juegos con propuestas y objetivos educativos.

Eli, el muñeco con un implante coclear. Foto: Casita de muñecas

 

Una propuesta que da esperanzas

El Senado de Entre Ríos dio media sanción a fines del pasado julio a un proyecto de ley que establece como obligatorios los juguetes inclusivos en el nivel educativo inicial, tanto de gestión pública como privada. Este proyecto fue elaborado por tres alumnas de secundaria de la ciudad de Concordia. Luego fue presentado en el Senado provincial por legisladores justicialistas al hacer hincapié en que la diversidad y aturalización de la inclusión a partir de los juguetes es esencial para las infancias.

Es en esta instancia del proyecto en la que Casita de Muñecas entra en escena con aproximadamente 800 puntos en el país. Oli (2018) es el penúltimo bebote lanzado, con síndrome de Down, avalado por la Asociación de Síndrome de Down de la República Argentina (ASDRA). En el sitio web de Casita, se describe a Oli como “la muñeca más esperada”. A fines del pasado agosto, se distribuyeron 100 muñecos Oli en jardines de infantes de Concordia.

Oli, la muñeca con síndrome de Down. Foto: Prensa Casita de Muñecas

Además, la última creación es Eli (2021), que tiene un implante coclear (dispositivo electrónico que ayuda a escuchar), para lo cual se asesoraron con expertos en pos de lograr un muñeco lo más real posible. En conversación con Télam, Federico Galanterni, dueño de Casita de Muñecas, reflexionó sobre los objetivos que tiene como fabricante y los desafíos de la industria: “Queremos que nuestros juguetes sean una herramienta para debatir temas de inclusión y diversidad en escuelas, hogares, clubes, donde sea que lleguen”.

Galanterni contó cómo nació la idea de crear a Oli: “Alguien me contó que estaba hablando con una niña con síndrome de Down y dijo que no le gustaban las muñecas porque no había ninguna parecida a ella”. Así surge la idea de este modelo, con el fin de que las personas se puedan identificar con esos muñecos.

El dueño de Casita explicó que intentan que los bebés reflejen la realidad de manera representativa: “Tenemos muñecos riendo, enojados, llorando, durmiendo, con rasgos más orientales o afrodescendientes. La idea es que las diferencias que tenemos como seres humanos podamos plasmarlas en los bebotes también”.

Emilia, la bebota afrodescendiente. Foto: Casita de Muñecas

Juegos y juguetes en la educación durante la pandemia

La pandemia afectó a todas las esferas sociales, incluyendo a los espacios educativos y la manera en que los pares interactúan entre sí. Por su responsabilidad sanitaria, las escuelas han seguido estrictos protocolos, lo que limitó lo corporal de los estudiantes, más aún en los niveles iniciales, en los que es de suma relevancia poner el cuerpo a disposición del aprendizaje a través del baile, la música, la actuación y la expresión corporal.

Carolina del Bono, docente de Educación Musical y Artes Combinadas, comentó: “En la pandemia, con el protocolo, estamos atentos a que no compartan nada, entonces algo de lo lúdico se pierde. Los cuerpos están más rígidos, sentados en los bancos, no hay tanto movimiento fluido natural. Hay menos tiempo para el juego libre, que lleva consigo el abrazo, el reconocerse el cuerpo, tirarse al piso, empujarse, etc. Si nos abstraemos de la situación pandemia, yo soy partidaria de que haya tiempo libre para el juego en las escuelas primarias como lo hay en el jardín de infantes”.

El juego nutre la fantasía, la imaginación y la creatividad de forma colectiva pero, en tiempos de coronavirus, lo individual prima en las aulas: es lo mío, lo que traigo de casa, mi botellita, mi barbijo y, por ende, mi cuerpo también. Más allá de lo sanitario, va a ser difícil para los más pequeños, que no tienen muchos recuerdos prepandémicos, el reaprender que hay muchas actividades que se pueden hacer y que tienen muchos beneficios.

Asimismo, la psicopedagoga Zysman opinó: “Cuanto menos haga un juguete, más va a poder hacer un niño”. Es decir que la simplicidad de un objeto es lo que entretiene más a las infancias y eso debería primar en las instituciones.

 

La inclusividad, lo diverso y la ESI en las escuelas

Del Bono observó en algunas escuelas en las que trabaja que ya es totalmente natural ver a chicas y chicos jugando en conjunto con objetos diversos que en otro momento estaban más segmentados segíún un criterio binario. "Hay un diálogo más libre entre las infancias cuando el juego está liderado por ellos y ellas que cuando la propuesta viene de un docente. Me parece que lxs que tenemos que cambiar la cabeza somos las y los grandes”.

Tanto Zysman como Del Bono encontraron un vínculo directo entre los juegos y juguetes en los espacios educativos y la ESI. La autora de libros como Ciberbullying cree que “hay que trabajar más en la ESI como ley y que no quede a libre albedrío de cada docente”. Del Bono adhiere a que en los colegios “privados hay poca propensión a la ESI, incluso cierta burla al lenguaje inclusivo”. Muchas veces, las instituciones “religiosas frenan estos avances” de lo inclusivo y diverso.

A diferencia de los juguetes, para Del Bono, los juegos en general “pareciera que son más democráticos y fluyen más". "Tienen que ver con las actividades pedagógicas, de movimiento, saltar, levantar la mano, tocarse la nariz, dar una vuelta. Los juguetes son los que están más en proceso de cambio”, afirmó.

En conclusión, si bien todavía queda un largo trecho, el respaldo estatal y el camino elegido por algunas marcas, escuelas y espacios, sea por las razones que sea, con sus bemoles y tropiezos, es el indicado: producir juguetes inclusivos, plurales y diversos, para que las infancias crezcan y construyan un imaginario y un futuro más amoroso, más real y más empático, siempre respetando sus derechos.

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