La falacia de la objetividad

En el marco de la Jornada de Reflexión: El periodismo y la comunicación, Cristián Ortega, editor del diario El Sol, traza un panorama crítico sobre el rol de los medios. 

La falacia de la objetividad

Cristián Ortega, editor de El Sol diario

Sociedad

Unidiversidad

Cristián Ortega

Publicado el 11 DE JUNIO DE 2012

Dijo, manifestó, informó, acotó, detalló, explicó, disparó, acusó, estimó, evaluó, calificó, ratificó, aportó, agregó, recordó, increpó, aseveró, añadió, completó, esgrimió, consideró, aseguró, advirtió.

De todas éstas, formar un periodista puede rematar una cita incluida en una nota. Está claro que cada uno elegirá alguna de estas palabras según el rumbo que quiera darle a lo que dice otro, de acuerdo a sus prejuicios, intereses e ideología.

Que el periodista debe ser objetivo, o que un medio debe tener a la objetividad como fuente de toda razón y justicia, es una de las falacias más difundidas. Es categóricamente imposible abstraerse de los que somos y lo que pensamos. El periodista, en el 99 por ciento de los casos, cuenta lo que le cuentan, u opina tras un proceso de observación de tal o cual cuestión. Todo esto tras pasarlo, la gran mayoría de las veces, por el tamiz de su visión.

De ahí que nuestra formación, pasado, lecturas y experiencias, son las que nos llevan, incluso inconcientemente, a elegir alguno de los verbos citados antes tras un par de comillas.

Durante este periodo histórico, se ha hecho de esta discusión –antes acotada al mundillo periodístico–, material de análisis y debate por parte de una gran masa de ciudadanos, que hasta no hace mucho tomaba como sagradas las palabras de tal periodista o lo que publicaba determinado medio.

Los intereses cruzados entre información y negocios, relacionados o no, han derivado en empresas periodísticas que sirven de mascarón de proa para otros negocios, que se defienden –o se intentan conseguir- desde esos medios de comunicación.

Mientras menos negocios tiene un medio, de más cosas puede hablar. Esta máxima tiene directa relación con el trabajo de los periodistas, quienes siempre partiendo de la base de que publicar mentiras los convierte en criminales de la información, tienen la posibilidad de mantener alto los estándares de calidad del oficio contando siempre la verdad o la mejor aproximación a ella. De ahí, cada uno contará el mismo hecho con su carga ideológica. Es inevitable.

En ese sentido, los medios que expresan claramente qué piensan y por qué lo piensan, son los que más respeto generan entre periodistas y también entre los ciudadanos más atentos y ávidos de entender estas relaciones de poder. No es lo mismo Clarín y La Nación.

Los vaivenes de los últimos años han hecho que se caigan muchas caretas. Ha quedado claro que cuando se tocan intereses económicos importa poco menos que nada la supuesta independencia periodística y se violan hasta los más básicos mecanismos de chequeo de información. A su vez, las cartas sobre la mesa, han hecho que muchas veces los intereses de ciertos medios fuercen títulos que no se sostienen en las notas.

Como un claro ejemplo de esta situación, puede citarse una reciente nota de tapa de la Revista Noticias, que en su afán por destrozar el bien ganado prestigio de Víctor Hugo Morales, no dudó en avalar una nota de uno de sus periodistas estrella repleta de mentiras. Basta como ejemplo citar un dato. Decía Noticias: “Víctor Hugo votó a Cristina recién en el 2011”. Resulta que Víctor Hugo Morales no vota, pues es uruguayo.