La política en los tiempos de Tecnópolis y La Brújula

Armando Bertranou, ex rector de la UNCuyo y Presidente de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, apunta al establecimiento de una agenda de prioridades que sirva tanto para atender los inconvenientes que arrastra la provincia como para explotar mejor sus posibilidades de desarrollo. A la hora del balance, destaca la necesidad de más investigación en ingeniería y modernizar el riego en el Oasis Norte.

La política en los tiempos de Tecnópolis y La Brújula

Armando Bertranou, Presidente de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica

Sociedad

Unidiversidad

Eva Guevara

Publicado el 24 DE JUNIO DE 2013

En materia científica y tecnológica, se hace ostensible la inversión presupuestaria y los más interesantes cruces entre innovación y entretenimiento convertidos en eventos multitudinarios, como lo fue Tecnópolis a nivel nacional y, este año, La Brújula en Mendoza, una feria de ciencia y tecnología que en un mes convocó a alrededor de 1 millón y medio de personas.

Armando Bertranou, ex rector de la Universidad Nacional de Cuyo y actual Presidente de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, vive maravillado este momento donde, a la repatriación de científicos, se le suma la creación de nuevas universidades. La situación, además, tiene un peso simbólico: los dos grandes pilares de la nueva política –tanto el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, como la Agencia– funcionan en el edificio restaurado de las ex Bodegas Giol, en Buenos Aires. Ahora se llama Polo Científico Tecnológico, pero la fachada conserva las cuatro letras del apellido que, asociado a Gargantini, marcara un hito en la historia del desarrollo alcanzado por la vitivinicultura asociada al transporte ferroviario.

Las instalaciones estuvieron muchos años abandonadas y sujetas a los vaivenes del país, o sea, vieron la gloria y el ocaso de la industrialización. Tanto es así que en la década del 90 allí se habría proyectado un complejo de cines con espacio verde y un lago artificial. Afortunadamente, hoy no solo contiene a la administración de la ciencia, sino que además está previsto otro bloque para el CONICET y otros dos para el Museo Interactivo de Ciencia y un auditorio.


¿Que cuál es la política que llevó a que un espacio de esas características fuese, además de  público, inserto en la sociedad del conocimiento? Bertranou la resume en unas pocas frases: “es la política a la que le interesa el acoplar el conocimiento a la producción, lo que en términos del Triángulo de Sabato es que cada una de las puntas –gobierno, sector productivo y sector académico– se pongan en funcionamiento, que existan muchas relaciones y que estas tengan un sentido final, un impacto productivo. O sea, que lo puedas medir en términos de aumento de las exportaciones, de aumentos del sector productivo o en términos de un nuevo modelo económico”.

Es decir que una Mendoza inserta en la sociedad del conocimiento ha de necesitar al menos 20 o 30 años de una gestión a tres puntas, con políticas explícitas e implícitas coherentes; luego eso tendrá su correlato en un posicionamiento en el mercado, a algunos les permitirá competir y otros se volverán más competitivos, siempre en términos del conocimiento que haya desarrollado.

El Triángulo de Sabato es un modelo de política científico-tecnológica cuya idea fue de propuesta por John Kenneth Galbraith y desarrollada por Jorge Alberto Sabato. Lo que se postula es que para que realmente exista un sistema científico-tecnológico es necesario que el Estado (como diseñador y ejecutor de la política), la infraestructura científico-tecnológica (como sector de oferta de tecnología) y el sector productivo (como demandante de tecnología), estén relacionados fuertemente de manera permanente. Gracias a este modelo, sabemos qué hacer para disminuir nuestra propia dependencia. 

Para Bertranou es clave, porque lleva a salir a juntar la variable política y la económica con el conocimiento competitivo. Es difícil, aclara, “porque no es solo un problema argentino, afecta a nivel mundial, solo que en otras partes del mundo lo enfrentan con mucho más recursos, con lo cual favorecen mejor la generación de conocimiento e influencian sobre la transferencia productiva que tiene este conocimiento cuando se pone en obra”.

A escala nacional, el problema es la excesiva dependencia de la producción granífera, sostiene Bertranou, “para el cual debemos a salir a enfrentarla con la convicción de que tenemos toda las posibilidades de reindustrializarnos, debido a todo lo que se ha hecho desde el 2003 en adelante”.

Si uno pudiera hacer una radiografía de la Argentina que reacciona con presupuesto a la oferta creciente de nuevos investigadores y que además va tirando ideas, líneas de financiamiento, se encontraría con algunas espinas. La que más duele es la de la centralización de los recursos en detrimento de los territorios del interior de la Nación. Es el síndrome de la “macrocefalia”: así como todo se concentra en Buenos Aires, todo se concentra también en el Gran Mendoza. 

Bertranou reconoce que el equilibro entre las regiones es un tema de difícil resolución, ya que cada vez que hay una convocatoria, traccionan más los proyectos de las zonas más favorecidas. Por ejemplo, en las rondas previas de consulta para la última convocatoria de líneas de financiación a nuevas empresas de base tecnológica por 2,5 millones de pesos, se presentaron cerca de 20 iniciativas, mientras que en el resto del país, -Buenos Aires y Córdoba- la cifra se triplica.

Aún así, la lectura no es para nada pesimista, ya si hay 20 nuevas empresas de base tecnológica significa que “hay inquietud y posibilidad de que prospere esa articulación entre sectores tendiente a generar una herramienta para generar un nuevo perfil productivo”, sostiene Bertranou.

Entre la oferta y la demanda

Un texto tomado del Ministerio de Agroindustria y Tecnología de Mendoza señala que el  pueblo mendocino tiene un perfil productivo que gira en torno al uso de los productos de la tierra y su posterior industrialización. Un pueblo que ha logrado diversificar la producción a lo largo de su historia e incorporar tecnología y valor agregado, cuya economía se sustenta en dos pilares fundamentales: las actividades petroleras (aunque la provincia no posee las mayores cuencas de la Argentina, han tenido un gran desarrollo las actividades de exploración, extracción, destilación) y las agroindustriales, principalmente vitivinícolas y de conservas.

Para Armando Bertranou, ese relato debe ser completado. Cuando se habla de la incorporación de tecnología a la actividad productiva, hay que pensar en la demanda, pero no solo de la agroindustria y el sector petrolero sino también de la metalmecánica, que es una industria con antecedentes muy importantes en la historia de Mendoza, y en la medicina por imágenes, donde la Fundación Escuela de Medicina Nuclear (FUESMEN) ya es un modelo a seguir a nivel país. En la lista también contempla las disciplinas transversales: TIC, nanotecnología y biotecnología.

En relación con la agroindustria, Bertranou piensa, por ejemplo, en la producción de levaduras para vinificar; he ahí un terreno apto para producir una innovación importante, ya que más del 50% de esas levaduras hoy son importadas. Ahora bien, fundamentalmente hace hincapié en la demanda. En su opinión, la prioridad número uno es el riego presurizado, es decir, un uso eficaz e integrado del agua en el Oasis Norte. Sostiene, como muchos otros especialistas, que Mendoza está muy retrasada, que si bien se hacen obras de impermeabilización de canales no se ha dado un salto hacia un método moderno para suministrar el agua, o sea, un sistema de presurización. “Por dar un ejemplo, los piquitos de riego hay que importarlos. Y tengamos en cuenta, además, que en relación con el agua subterránea tampoco se ha hecho nada, es decir, como no se ve, tiene poca prioridad, y eso que constituye nuestra reserva potencial más importante después de la que anualmente se deposita en la Cordillera de Los Andes”.

En cuanto a la oferta, lo que Bertranou prioriza son los recursos humanos. Al llegar a este punto, su preocupación es manifiesta: “Estamos flojos tanto en ideas nuevas como en la oferta de recursos humanos que puedan renovar y tomar los puestos de los actuales hidrogeólogos, que son los que estudian las napas de agua y hacen los balances. Los que están son excelentes, pero hoy se están jubilando y no hay quién los reemplace, ya que no existe la carrera específica”.

Otro tanto ocurre con la potenciación de la ingeniería. Al respecto, dice: “Necesitamos apostar a las nuevas generaciones de ingenieros; al ser tan estratégico se precisa de muchas acciones bien encaminadas. Lo bueno es que se está  apostando a la educación tecnológica en general, la Universidad cuenta con el Instituto Tecnológico Universitario (ITU), que cumple con proporcionar una oferta de técnicos a las necesidades productivas. También está el Instituto de Ciencias Básicas (ICB), que cubre la formación de físicos, químicos y analistas de sistemas, pero aún falta hacer mucho más. La matrícula de Ingeniería continúa a la baja; ese es un problema tan grave como el de la falta de hidrogeólogos. Entiendo que, si no apela urgente a una política de promoción, vamos a fracasar, y también creo que, si la vacancia a nivel de posgrado es inmensa y además los temas vienen enlatados por las petroleras, seguiremos sin posgrados en temas importantes. Para un contexto histórico como el actual, donde ha surgido la gran oportunidad de una YPF tecnológica, no podemos ignorar este enorme desafío de ver a nuestra Facultad de Ingeniería liderando los nuevos avances”.

El norte de la tecnología

El término "norte" suena cada vez más seguido. Pasado el fenómeno de La Brújula, Marcelo Barg, ministro de Agroindustria y Tecnología, lo emplea como idea fuerza de su gestión. El tema es que salga efectivamente a la palestra de lo público esa incorporación de tecnología de manera ostensible a todos los mendocinos. La sensación es que, por ejemplo, en materia de agricultura de precisión, donde hay pilas de experiencias a nivel mundial producto de la incorporación de la informática y la electrónica, son muchos los productores que llegaron a la meta de incorporar ese conocimiento, pero lo hicieron de manera silenciosa, sin alertar a nadie del avance logrado. En contraste, muchos otros actores del sector productivo aún no ven la necesidad apuntada, si bien el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) viene cumpliendo un rol importantísimo de acercamiento hacia el sector productivo. De ahí la importancia de los “facilitadores”, que son personas de la ciencia y la técnica encargadas de relacionarse con empresarios o potenciales empresarios.

Esos “facilitadores” constituyen otro de los pilares sobre los que se asienta la actual política de ciencia y técnica. Para Bertranou, están en sintonía con esto de ocuparse de lo que mayor envergadura tiene, haciendo llegar el mensaje de que hay fondos del tesoro disponibles. Entre los años 2008 y 2010, el Directorio de la Agencia adjudicó beneficios promocionales a instituciones y empresas por un monto total de 1759 millones de pesos, destinados a la ejecución de más de 5500 proyectos de investigación, desarrollo tecnológico e innovación.

Los recursos provienen en primer lugar del Tesoro Nacional, duplicando los fondos que aportan los bancos internacionales como el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

¿Se esperaba el ex rector de la UNCuyo, cuya gestión ocupó buena parte de la década del 90, ver semejante cantidad de recursos financieros y beneficios adjudicados? Su respuesta es no: “No me lo esperaba, por eso digo que nosotros hemos vivido los diez años más fabulosos que nos haya tocado vivir. Es una cosa impresionante, estábamos en el piso absoluto y hoy es como que no acaban de aparecer nuevas ideas, mientras los recursos siguen viniendo. Es cierto que nuestro país tuvo períodos formidables, toda la época del peronismo nos posicionó en las primeras líneas de fabricación de aviones, trenes, barcos, autos. Todo eso fue destruido por los militares, cosa que no hicieron los brasileros, ellos no tiraron todo por la borda. Tras esa debacle vino la otra, la del genocidio. Así es que, tras tanto tiempo desperdiciado, hoy nos estamos verdaderamente recuperando. Estos diez años son realmente la década ganada en materia de ciencia y técnica. Es más, es difícil encontrar un artículo en contra de lo que se está haciendo, y eso que hay críticas en todas las áreas. Puede ocurrir que alguien que se quedó afuera de una convocatoria sí se queje, pero no tiene mucho margen porque los proyectos de ciencia y técnica son de por sí muy exigentes. Se aprueba el 40 por ciento de los proyectos, o sea que hay mucha gente que se queda afuera, pero igualmente es una situación inédita y de avanzada, porque los proyectos que se otorgan son para tres años y de 500 mil pesos, con lo cual no se puede decir que el sector científico no esté bien abastecido. Todo lo contrario, aunque, por supuesto, siempre se puede hacer más”.

política, ciencia y tecnología,