La tentación de la inocencia

Opina María Eva Guevara. Miércoles 14 de marzo. Entre la avalancha de informaciones y la (falsa) aceleración de acontecimientos, leemos cómo titula un diario digital: Marcha por Matías: el día en que la gente salió a pedir el fin de los Derechos Humanos

La tentación de la inocencia

WEB

Sociedad

Unidiversidad

María Eva Guevara

Publicado el 15 DE MARZO DE 2012

El cronista remarca en dos oportunidades el fin pacífico de una marcha que congregó a unas 3.000 personas enfrente de la Legislatura. Señala que estuvo caracterizada por la masiva presencia de jóvenes y adolescentes, cuyas edades oscilaban entre los 13 y los 35 años. Eran “cientos y cientos de rostros con los ojos vidriosos y rojos se movían mudos y golpeaban las manos”, describe. Prosigue relatando que el dolor era compartido por cada uno de los manifestantes que conocían o tenían un pariente o amigo que había sido víctima de la inseguridad. Y que luego de discursos basados en la desilusión sobre el funcionamiento del sistema penal argentino hubo un punto de inflexión radical cuando Quiroga (el papá del chico asesinado) dijo: “Estamos hartos de derechos humanos”.

Quizás el lector haya notado algo raro en el suceso relatado. Alguna dificultad en cuanto al llamado “make sense”, esto es, el dar sentido al suceso periodístico, elaborarlo, o construirlo. Y es que no se ha descripto a una horda enardecida pidiendo una violencia tal que signifique “el fin de los derechos humanos”. ¿Qué pudo haber pasado? Al parecer, el medio se propuso “no editar la realidad”; contar simplemente lo que pasó y lo que dijo la gente, sin contaminarlo de aquello que el cronista “hubiese querido que sucediese.”

Es muy discutible esto de que la naturaleza del periodismo sea simplemente transformar un hecho en palabras, al margen de la construcción del sentido. Aquel día de la marcha sí es real que se habló contra los “derechos humanos”, pero tales palabras se usaron insólitamente para encubrir una falacia: que sólo ciertas personas –los delincuentes- tienen derechos humanos. Quiero decir, fueron palabras excesivas cuyo mayor problema es que luego no encajan con el tipo de situaciones que los manifestantes están cuestionando. Sólo basta pensarlo un segundo: cambiar el régimen de salidas transitorias o de libertad tutelada no tiene nada que ver con la aplicación de la frase “fin de los derechos humanos”.

En definitiva: el empleo del titular, sin ser una mera reproducción de lo dicho por los 3.000 manifestantes, porta en principio un error de sintaxis y luego presenta una suerte de trampa moral. Quizás el mecanismo no fue advertido por quien editó la nota. Y quizás todos debamos en adelante estar más atentos y advertidos sobre esta tentación del empleo inocente de palabras o frases excesivas. Ya descubrimos una: el fin de los derechos humanos. Nos está jugando una mala pasada; vienen a nosotros para ejemplificar tal o cual cuestión y termina por dejarnos del lado de la mentira.