Llegar a la Universidad después de los 60: disfrute, motivación y perseverancia
Iniciar una carrera de grado supone un camino largo, con obstáculos y satisfacciones. Contamos la historia de Roberto Carranza, estudiante de la Facultad de Derecho.
Foto ilustrativa publicada en observatorio.tec.mx
Unidiversidad / Ángeles Balderrama
Publicado el 03 DE MAYO DE 2021
Es común escuchar la frase “no hay edad para aprender”, pero al enmarcarla en el contexto de las personas mayores de 60 años, en muchos casos suele acompañarse de prejuicios como “a esa edad deberías pensar solo en la jubilación” y “para qué vas a estudiar”. Sin embargo, frente al deseo y la perseverancia para continuar una carrera universitaria, no hay nada que pueda detener su camino. Roberto Carranza, de 77 años y estudiante de la UNCUYO, es ejemplo de este desafío y remarcó cómo ha sido iniciar su trayecto en la educación superior.
Roberto es estudiante de la Facultad de Derecho y está a solo tres materias de recibirse como abogado. Su interés por ingresar a la Universidad comenzó en 2014, cuando llegó un cliente habitual a su fotocopiadora de planos y le propuso que comenzaran a estudiar. Con esa idea en mente, pero sin tener en claro la carrera en su totalidad, habló con su familia para conocer su opinión.
“Yo tengo dos hijos universitarios, una es escribana y el otro es médico cirujano. Pero yo no era universitario. En un momento determinado, pensé que ya que les había exigido tanto a ellos para que estudiaran y se recibieran, yo también podía hacerlo. Entonces, en una reunión con mi mujer y mis dos hijos, les pregunté qué les parecía a ellos que yo empezara la Universidad. Como les pareció una buena idea, me inscribí y preparé solo. Rendí bien los dos libros del ingreso, en el primer intento”, destacó Roberto a Unidiversidad.
Con el transcurso de las materias y los años, Roberto considera que fue aprendiendo día a día cómo mejorar su rendimiento en los exámenes, por eso los últimos seis, los aprobó con diez. Sin embargo, destacó que no se presenta a rendir si no ha estudiado “absolutamente cada bolilla”.
Según el Sistema de consulta de Estadísticas Universitarias, en Argentina hay un crecimiento en la cantidad de adultos, mayores de 30 años, que comienzan una carrera en la Universidad. Así, en 2001, este grupo representaba el 9,25 %, y en 2017, se elevó a 20,65 %. En tanto, un estudio realizado en 2019 por el Barómetro de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina remarca que, de unos 7 millones de adultos mayores, 1.800.000 tienen deseos de formarse. De ellos, un 38,7 % posee secundario completo o más.
Para Cecilia Tejón, directora del Instituto de Lectura y Escritura de la Facultad de Educación y egresada del Profesorado de Nivel Elemental Especializado en Alfabetización y Educación de Adultos, la idea de adulto mayor está cambiando y los procesos de formación dependen de cada caso en particular. “Ya no tiene que ver con una necesidad laboral, como sí pasa con los adolescentes, jóvenes y adultos”.
“Generalmente, lo que quieren es completar proyectos que se interrumpieron por situaciones de la vida, las dificultades económicas, familiares, o sobrecargas, en el caso particular de las mujeres. Muchas veces los nietos son los que acompañan ese sueño que también aparece como una frustración, porque muchos sienten que no pueden ponerse a estudiar de grandes. Las dificultades se relacionan a su percepción de las capacidades que tienen, a la edad o el tiempo que llevan sin estudiar, dependiendo del nivel de alfabetización que poseen”, dijo Tejón.
Sin embargo, comenzar una carrera universitaria después de los 60 tiene amplia relación con obtener la acreditación y acceder al acervo cultural. “Esos adultos no tienen mayores temores y confían en sus capacidades, por eso es distinto el panorama. Ahí se trata de gente que tiene todo un bagaje de experiencias y conocimientos, que a lo mejor no tiene un hábito de estudio sistemático, pero cuando se incorporan, aportan riqueza desde sus experiencias. Es muy lindo el intercambio cuando arman grupos de estudio con chicos recién salidos del secundario”, expresó Tejón.
Con los años de trayectoria educativa, Roberto destacó que casi no vivió prejuicios y que su experiencia en la Universidad ha sido fantástica. “Yo tomé la facultad con calma, para aprender, y tuve compañeros colaboradores, solidarios que siempre estuvieron para ayudar. Por ahí tal vez me crucé con alguien que haya tenido un prejuicio, pero ha sido mínimo”.
“Me di cuenta que la única solución para progresar en la carrera es justamente estudiando. Además, hay excelentísimos profesores en la Universidad y tengo el mejor de los recuerdos de cada uno por haberme enseñado, por haberse dedicado a los alumnos con abnegación. Durante la carrera me ha ido muy bien y me quedan tres materias. La verdad es que no la sufrí a la Facultad, al contrario, la disfruté muchísimo”, remarcó el futuro abogado.
A su vez, el estudiante de Derecho indicó que muchas personas lo tomaron como fuente de motivación para mantenerse en la carrera. “Me decían que, si yo podía, ellos también; se motivaban con mi ejemplo para continuar en la Facultad. Lo único que sí me afectó y me detuvo un poco fue la muerte repentina de mi compañero de estudio, pero nada proveniente de lo universitario en sí. Creo que una persona mayor que se pone a estudiar tiene más ventajas que desventajas, como la puntualidad, la organización o el tiempo de dedicación para el estudio”, dijo Roberto a este portal.
Como recomendación para quienes comienzan a estudiar, el hombre resaltó:
“El consejo que yo le doy a un chico que recién empieza es que estudie y tenga constancia, que no se achique, que no se deje abatir porque le vaya mal en algún momento de la vida. Estas son carreras logradas por la gente que persevera e insiste”, concluyó Roberto Carranza.
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