La tasa de fecundidad no para de decrecer en Argentina

Sociedad

“La tasa global de fecundidad (el número de hijos por mujer) bajó nuevamente y está en 1,55, el valor más bajo de la historia y cercano al de los países más desarrollados”, escribió en su cuenta de Twitter Rafael Rofman, director del Programa de Protección Social del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).

La tasa de fecundidad de 1,55 es inferior a la proyectada por la ONU, porque es realizada sobre datos observados y publicados por la Dirección de Estadísticas e Información de la Salud (DEIS).

Esta semana el Ministerio de Salud publicó las estadísticas vitales de 2020. La tasa global de fecundidad (el número de hijos por mujer) bajó nuevamente y está en 1,55, el valor más bajo de la historia y cercano al de los países más desarrollados. pic.twitter.com/zpWtHmGIV7

— Rafael Rofman (@rrofman)

April 2, 2022

Si bien podría pensarse que estos números son excepcionales, relacionados con el aislamiento social por la pandemia, lo cierto es que la mayoría de los nacimientos en 2020 son producto de embarazos prepandémicos. De hecho, la tendencia viene en caída desde hace muchos años: en 1990, la tasa de fecundidad era de 3; en el 2000, de 2,54.

Este descenso se viene acelerando especialmente en fecundidad adolescente: en menores de 20 años, entre 2014 y 2020, bajó el 55 %. La reducción superó el 65 % entre mujeres jóvenes con bajo nivel educativo. 

Rofman evalúa positivamente este panorama que impacta directamente en las trayectorias vitales. “Esto es muy bueno: implica que más mujeres ejercen sus derechos y deciden. La mayoría de los embarazos adolescentes son no intencionales, y las tareas de cuidados que estas madres asumen las llevan, en muchos casos, a abandonar o bajar calidad de su educación y carreras laborales”.

Significa –continúa Rafael Rofman la comparativa entre 2014 y 2020– que 60.000 mujeres jóvenes por año tienen nuevas oportunidades para romper círculos viciosos de pobreza, participar del sistema productivo, mejorar sus condiciones de vida y aportar a la sociedad. El desafío para hacer de esa posibilidad un hecho es que tengan acceso a educación de calidad y demanda laboral.

Las causas de este fenómeno, explica Rofman en su cuenta de Twitter, pueden ser múltiples: tanto factores culturales y sociales (“nuevas generaciones más empoderadas”) como tecnológicos (colocación de implantes subcutáneos). En ambos puntos, las políticas públicas vienen traccionando esta tendencia con educación sexual integral, el plan ENIA –de prevención del embarazo no intencional en la adolescencia– y la distribución de métodos anticonceptivos permanentes.