Mendoza negra

El poeta, historiador y autor del libro Negradas, Oscar Miremont, explica en esta entrevista cómo fueron los antepasados negros de la provincia. Voces que la historia oficial pretendió acallar pero que permanecen vigentes en la sangre y cultura mendocina.

Mendoza negra

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Sociedad

Unidiversidad

Penélope Moro

Publicado el 03 DE SEPTIEMBRE DE 2012

"Nunca dejaste de estar / nunca te fuiste /

preferimos callarte/ ignorarte/

desconocer tu raíz en nuestras raíces / pero estás aquí"

 

El fragmento de uno de los poemas que integra Negradas. Sintetiza la intención de Oscar Miremont de homenajear a través de su cuarto libro de poesías a los hombres y mujeres que a partir del siglo XVI fueron arrebatados de su África natal para ser explotados en estas tierras.

Más de 10 millones de africanos fueron traídos a América en el período que va desde principios del siglo XVI hasta finales del XIX, cuando se decidió abolir la esclavitud. Los documentos históricos que el poeta indagó para dar sustento a sus poesías – y a la inversa – durante más de dos años, reseñan que hacia principios del siglo XIX  la población de Mendoza estaba compuesta por un 30 por ciento de negros. Todos fueron desapartados de su familia en el momento en que se los embarcó para cruzar el Atlántico, y esclavizados de manera permanente una vez llegados a este continente.

Pese a que los africanos constituyeron durante decenas de años la tercera parte de los habitantes de la provincia –el otro 30 por ciento correspondía a los huarpes y el 40 por ciento restante a los españoles–, sus aportes identitarios desde lo genético y lo cultural fueron invisibilizados, cuando no negados, por la historia oficial.

“Desde siempre los pensadores de la ´argentinidad´ no tuvieron en cuenta al africano como parte de nuestras raíces, en general se creyó que los argentinos descendíamos de barcos  blancos, europeos, sin darnos cuenta que de esos mismos barcos bajaron también aquellos hermanos nuestros que trajeron su memoria, su dolor, su música y su fuerza de trabajo”,  escribe Miremont en el prólogo de su libro, al que define como “Historias poéticas de los negros en Cuyo”, explicó el autor.

¿Qué lo llevó a investigar este tema?

Antes de Negradas yo escribí con el mismo formato  Los hijos de Huar, que habla sobre la historia huarpe en la provincia.  Profundizando en nuestros aborígenes, descubro – además de que tengo sangre huarpe – que en un momento dado, cuando empiezan a desaparecer los huarpes a causa de la colonización, los españoles mandan a buscar a los negros. El fin era que limpien las acequias y hagan los trabajos forzados, es decir, para convertirlos en mano de obra esclava.

Es allí cuando me doy cuenta que como profesor de historia no sabía nada sobre los negros en Cuyo, que no me habían enseñado absolutamente nada de ellos como estudiante, y ni que mis propios colegas enseñan sobre ellos en la actualidad. En el academicismo no entra el tema de los negros.

Es increíble que eso suceda cuando está comprobado que el 30 por ciento de la población mendocina eran esclavos traídos de África. Hay un estudio de un genetista de la UNCuyo que explica que en los genes de los mendocinos hay entre en 20 y un 15 por ciento de sangre negra.

¿Por qué decide hacerlo a través de la poesía?

Porque esa es mi manera de cantar. Para mí, relatar el pasado a través de la poesía es un intento de hacer más accesible el conocimiento de la historia, de la propia y de la que paradójicamente menos se habla en la escuela.

 ¿Por qué cree que no nos han contado nada sobre los negros?

Porque la historia está hecha por hombres. En tanto hombres no contaron nada de las mujeres, y en tanto hombres blancos no contaron nada de los negros. Es como dice el proverbio africano que ha rescatado el mismo Eduardo Galeano: "Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador".

Desde el principio la cultura dominante se encargó de borrar sus rastros en nuestra historia. Los indígenas se cambiaban el nombre por vergüenza y a los negros los llamaban con el nombre de su comprador, les prohibían utilizar su nombre originario. A finales del siglo XIX hubo una persecución, entonces ya nadie quería decir que era indio o descendiente de indio, y menos de negro.

Poco a poco fue penetrando esa idea en la cultura: lo negro es motivo de vergüenza. Desde el origen de la humanidad se relacionó a lo negro con lo peyorativo, contraponiéndolo a lo blanco. La túnica de Jesús fue representada con el color blanco, se impuso a un Jesús blanco, dios era luz, se le desvinculó a lo oscuro. Desde ahí, parte el gran problema de discriminación hacia la negritud.

¿Piensa que es posible avanzar en contra de estos prejuicios?

No sé hacia dónde va a caminar la humanidad. Llevamos siglos con esto, pero hemos mejorado. Se trata de una mejoría muy leve y paulatina, a la que nosotros tal vez no alcanzamos a percibir pero evidentemente ha habido avances de la humanidad en comparación con años atrás.

¿Cómo pudo llevar adelante su investigación ante la falta de información?

Estuve dos años investigando y recabando información. Encontré varios textos en la Junta de Estudios Históricos de la Provincia, una súper  biblioteca que está en calle Montevideo. Si bien no se encuentran muchos libros que cuenten el lugar que ocuparon los negros en la historia mendocina, hay muchos artículos y documentos sueltos que reseñan esa parte. Lo poco que hay es material destinado a historiadores, y lamentablemente son conocimientos encerrados porque no le llegan a todos los mendocinos. Por eso también sentí que escribirlo en forma poética podría ser una oportunidad de devolverle el saber a la gente.

En general, más allá de un par de investigaciones recientes que han hecho algunos colegas y periodistas sobre este tema, hay muy poco material. He leído libros de otras cosas relacionadas para hallar lo que buscaba.

Todo ese material lo fui complementando con la información que obtuve a través de charlas cotidianas con mis vecinos, con conocidos, etc. A ellos les preguntaba sobre sus abuelos, sobre sus orígenes y así fui descubriendo que muchas personas blancas tienen ancestros negros, de hecho hasta me mostraron fotografías de sus abuelos mulatos.

¿Cómo llegan los negros a Mendoza?

Los negros de Cuyo venían de la costa occidental de África, los vendían otros negros. Los portugueses son los primeros que empiezan el negocio, y después los franceses y los holandeses. Todos se llenaron de dinero teniendo asientos de negros para la trata.

Muchos llegaban de contrabando. Al principio, Buenos Aires no era puerto permitido por la colonia española. Después, cuando se permitió, para asegurar que eran importación legítima les marcaban la piel un hierro ardiente que se llamaba carimba. Los bajaban en Buenos Aires y, por lo general, los traían a Mendoza para pasarlos a Chile. Pero las familias de apellidos “ilustres”, las fundadoras de Mendoza, empiezan a compararlos antes de que se los cruce. Además de utilizarlos para las tareas domésticas y las relacionadas a lo rural les otorgaban “status” a los adinerados. En ciertos casos algunas mujeres eran utilizadas para la prostitución.

El primer esclavo que compra la Iglesia mendocina es un nene de 10 años que mantienen esclavizado en la parroquia de Santo Domingo.

¿La Iglesia católica también compraba personas para esclavizarlas?

Sí. Acá había una finca muy famosa llamada San Agustín. Allí tenían cantidad de esclavos. Los esclavos negros que poseían los agustinos eran los de mercenarios que habían sido pagados para la redención de cautivos.

La iglesia nunca cuestionó la esclavitud, Bartolomé de las Casas con el argumento de preservar a los indígenas propuso que se trajera negros de África para esclavizarlos. El mayor defensor de los aborígenes americanos pide que para no castigarlos se castigue a otros.

¿Qué pasó con los negros en Mendoza?

El General San Martín elaboró un decreto que establecía que todo varón de entre 15 y 50 años debía sumarse al Ejército de Los Andes. En ese marco, él mismo compra esclavos negros a los patrones para utilizarlos de punta de lanza en las batallas. Hay documentación que reseña que esa compra de esclavos que realiza San Martín debe entenderse con letra trucha porque nunca los pagó.

Los mismos negros que no habían sido alcanzados por la Ley de Libertad de Vientre de 1813, que otorgaba libertad al hijo nacido de una esclava, decidían sumarse al ejército como una forma de encontrar su libertad, ya que la abolición de la esclavitud fue mucho más adelante.

Se dice que San Martín se llevó el 90 por ciento de los esclavos para ponerlos en primera fila y utilizarlos en infantería. De los 2000 negros que fueron, regresaron 150, en pésimas condiciones. También retornaban con mucho odio y rabia. El investigador José Luis Masini dice que les dieron la libertad para la muerte.

Los pocos que sobrevivían regresaban muy diezmados de la batalla. La vuelta de ellos era como un regreso similar al de los chicos que fueron a combatir a Malvinas.  A su vuelta eran doblemente marginados, mendigaban y hay testimonios de la época que dicen que se habían vuelto violentos y matones. Con mucha bronca. Este relato forma parte de la teoría que asegura que murieron en las guerras de la Independencia.

Pero hay otra teoría que dice que se han ido diluyendo en infinitas castas, se han ido mezclando las sangres negras con las aborígenes y las españolas. El pelo enrulado, los labios gruesos, la tez morena están hablando de un fenotipo africano, no solo huarpe como se cree comúnmente.

Como te decía más adelante, durante la investigación le pregunté a la gente si conocía a alguien que tuviera algún descendiente africano y encontré muchísimos mendocinos con abuelos negros, gente blanca con abuelos negros.

¿Y cuál es la idea que estas personas tienen sobre sus raíces africanas?

Muchos las reivindican, por supuesto. Pero hay pocos que han podido reconstruir su propio árbol genealógico e indagar sobre sus raíces negras justamente por la falta de información.  De todas maneras a la gente le cuesta reconocer que tiene orígenes africanos. Es más, muchos ni lo saben.

Aquí quiero recitarte un fragmento de la última poesía de mi libro que habla precisamente de eso:

“­­­­­­­­­­­­Estás aquí, juntando ajos en el Rodeo de la Cruz, vendimiando en Los Corralitos por una ficha mugrienta, enladrillando la tierra en El Algarrobal, limpiando baños en Palmares, subido al camión de la basura en Luzuriaga, aburrido en el parripollo de la Villa Nueva, envasando tomates en La Consulta, desocupado en Junín, preso en Boulogne Sur Mer, vendiendo películas en la puerta del Átomo”

Además de esas raíces africanas que describe en la poesía y que están presentes en Mendoza, es muy notoria en la actualidad la llegada de inmigrantes africanos a la provincia…

Sin dudas es así….Hay una nueva inmigración que va a promover nueva sangre negra en nuestros compatriotas. Sangre negra que se renueva en nuestra propia sangre.

¿Cuáles fueron los aportes de los africanos a nuestra cultura?

Principalmente la música, la música de los negros está en nosotros, especialmente la percusión. El baile, el xango, que era esa danza con la que ellos expresaban el dolor y de ahí el tango. Uno no tiene idea pero en nuestro vocabulario contamos con cientos de palabras que son africanas. En Negradas presento un breve diccionario de palabras africanas que usamos en Argentina, como abombado, banana, bobo, calabaza, tongo, punga, catinga, etc.

Eso de lo que se ve, se toca y se oye,  pero yo sostengo que los hombres somos producto no sólo de lo que hacemos sino de la sangre que tenemos. En mi sangre corre sangre dolida, traicionada, escondida, negra. Y eso está en uno, está en la gente.

Nuestro baile, nuestra música, nuestra historia de negritud que no alcanzamos a ver y están dentro de nosotros, historia de opresión, de rebelión. Los negros no se quedaron tranquilos, en Brasil inventaron los quilombos, que eran ciudades liberadas y a través de ellos se enfrentaron al poder portugués.

Lucharon hasta por nuestra independencia y fueron grandes artistas. Acá en Mendoza tuvimos al gran artista Gregorio Torres en la época de la colonia, era maestro de pintores. Aportaron además con su inteligencia, como fue el caso del negro inventor Andrés Tejada que solucionó el problema que tenía San Martín con la ropa adecuada para cruzar la cordillera. El español supo aprovechar lo habilidoso del negro, lo que ellos no tenían, tanto en lo laboral como en lo artístico.

Para salir de la idea que solo cosifica o victimiza al negro hay que pensar en sus aportes y sus resistencias.

¿Cuál es la forma para reivindicar al negro dentro de nuestra propia historia y a nosotros mismos dentro de la de ellos?

Creo que esta es la forma, poner la mirada en los negros que llegan y en los que pasaron por nuestra historia. Cuando uno pregunta no lo hace porque sí, adentro ya tiene un halo de respuesta y porque hay una historia anterior que pide salir, y es lo que me ha pasado a mí.

En la última década han surgido en Mendoza grupos de danza y de tambores afro. Este es un volver a la fuente, los negros tenían unas danzas de la que los españoles se escandalizaban, y esas danzas hoy regresan, vuelven a renacer, eso es reivindicarlos.  Aunque no veamos los pasos de los negros por nuestra propia historia, se han mantenido, no hubo forma de matarlos. 

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