¿Es cierto que las piletas tienen un líquido que delata a quien se orina?

La leyenda dice que si un usuario de una piscina afloja sus esfínteres -sin querer o a propósito-, se le forma alrededor una aureola azul que lo pone en evidencia. Qué dice la ciencia al respecto de este policía de natatorios.

¿Es cierto que las piletas tienen un líquido que delata a quien se orina?

Los especialistas sostienen que no hay ningún estudio científico que asegure que se puede "teñir" el agua por la orina. Foto: Prensa de Godoy Cruz.

Ciencia y tecnología

Unidiversidad

Juan Stagnoli

Publicado el 01 DE DICIEMBRE DE 2017

Verano en Mendoza. El termómetro marca 40 grados a la sombra y las piletas están repletas de niños y familias que buscan refrescarse. Todo parece ir de maravilla, hasta que los esfínteres se aflojan. La necesidad de orinar y el miedo a ser descubierto por el descuido de la naturaleza generan miradas nerviosas y una gota de sudor frío corre por todo el cuerpo, mientras que por otros conductos es expulsado el líquido, naturalmente, sin hacer demasiados esfuerzos.

El miedo desaparece cuando, con el hecho consumado, no se observa la franja de color azul alrededor de la persona que está en la piscina, tal como asegura la leyenda urbana. ¿Qué ha sucedido?

Lo que Hollywood se encargó de mostrar en cientos de películas no es más que un mito urbano que surca todas las piletas sin diferenciar edad y sirvió para educar a los más chicos y poner nerviosos a los más grandes. La realidad es que la composición química de la orina es similar a la del sudor por lo que, siguiendo el planteo cinematográfico, cualquier persona que se sumerja en el agua sería propensa a colorear la pileta de azul (o violeta, dependiendo de la composición). Además, para que se obtenga ese efecto sería necesario que exista un líquido que esté en mayor proporción en el agua.

Spoiler alert: lo de la aureola azul es un mito. Elena Spadoni, investigadora y docente de la Facultad de Ciencias Agrarias, explicó a Unidiversidad que no existe un producto que le dé color especial al agua de las piletas cuando detecta orina. No hay bibliografía ni material científico que certifique esta proposición. Lo que se vio en las películas es, para la investigadora, una acto aleccionador que es necesario acompañar con educación. “Si uno lo lleva antes de ingresar al agua, el niño aprende que luego no puede hacerlo”, señaló Spadoni, quien dijo que la orina altera la composición química del agua.

Por eso es necesario tener una serie de recaudos antes de entrar al agua. Pese a que la ansiedad por darse un chapuzón puede ser mayor, la especialista puntualizó que es necesario, en especial en las piletas públicas, darse una ducha antes de ingresar para sacar los organismos que están presentes en el cuerpo.  De hecho, Spadoni y su colega Silvana Marchesi elaboraron un equipo que detecta parásitos en el agua que resisten el cloro de las piletas municipales y los extrae. Con el mito derribado, es necesario comprender qué pueden generar los virus en el agua.  

 

Detector de parásitos en el agua

Spadoni explicó que tragar agua de un pileta pública, además de ser algo natural y gracioso, puede ocasionar problemas estomacales precisamente por la presencia de parásitos. Entre los síntomas que puede provocar la ingesta de agua con parásitos, Spadoni nombró la diarrea, problemas estomacales y síntomas de malabsorción. Ante esto hay que tener en cuenta que los grupos de riesgo (embarazadas, niños y adultos mayores) son los más susceptibles de contraer el virus.

El equipo de investigadores diseñó un dispositivo para recolectar y analizar muestras de agua que permite localizar protozoos y nemátodes, parásitos resistentes al cloro. En 2015 comenzó la evaluación de su importancia y viabilidad hasta concretarse su fabricación en el año 2017. Se analizaron seis natatorios de la comuna de Maipú. Si bien en las pruebas no se comprobó la existencia de los "bichos", eso no quiere decir que no se encuentren en otros espacios recreativos. 

El proyecto en el que participa la UNCUYO apunta a la prevención y el cuidado de aguas dentro de natatorios municipales. Según explicaron, el uso de esta tecnología permitirá localizar estos parásitos, lo que hará posible elaborar un programa de capacitación, prevención y control de transmisión de parasitosis intestinales. El rector Daniel Pizzi señaló que se trata de un logro en materia de innovación, diseño y aplicabilidad. “Aquí lo que subyace es que el conocimiento se puede hacer práctico y que puede generar emprendimientos y trabajos (...) es un proyecto que amerita un resguardo desde el punto de vista de la propiedad intelectual y que tiene una altísima probabilidad de avanzar a la escala comercial”.

Eduardo Mezzabotta, secretario de Infraestructura y Servicios Públicos de Maipú, también habló acerca de las bondades que puede aportar este instrumento para la salud pública. “Detectar parásitos en el agua implica poder anticiparnos a enfermedades que son muy comunes y de proliferación masiva en la época estival en elementos de uso común, como son las piletas”, dijo. 

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